¿Por dónde debería comenzar? Creo que lo mejor sería presentarme. Soy Alice Villin, mejor conocida como "Diosa de la Destrucción", si en efecto, soy la descendiente de Enío quien todos sabemos que hizo.
Podría decirse que soy la oveja negra de la familia, por el hecho de haber heredado tal título, aunque para algunos de mis familiares es un alivio puesto que se liberan de la maldición. Por lo cual soy aquella chica "Maldita".
Resido en el Reino de las Tinieblas, una ciudad muy alejada de la Kanli, capital de Meda. Nuestro reino es el lugar más frio de todo el país, razón por la cual no hay muchos habitantes a comparación de otras monarquías ni muchos menos aldeanos que lo frecuenten; creo que también el motivo es que vivo aquí.
Desde aquella vez que mi ancestro hizo tal revuelo, Tinieblas ganó una mala fama por ser el reino de Enío, eso provoco que muchos aldeanos emigraran por el temor de ser reprendidos por los demás Dioses por el simple hecho de que fueran súbditos de mi ancestro.
Hasta la actualidad sigue el prejuicio de que Tinieblas es un lugar peligroso, violento y letal. Cosa que no me molesta, debido a que así no debo estar incomoda cada vez que salga al pueblo por las miradas juzgadoras de las personas, eso no sucede con los aldeanos, ya que, saben realmente como soy, tanto en lo físico como en conducta.
En síntesis, podría decir que tengo una vida normal en este reino, quitando el hecho de que cada tanto surgen muchos rumores sobre mí. Tales como por ejemplo, que soy deforme, que parezco un demonio, etc. aunque el más gracioso y ridículo rumor que hubo sobre mí fue que a quien me mirara a los ojos le esperaba la muerte.
En los veinte años de vida que tengo, nunca he salido de Tinieblas, por lo cual lo único que conozco es lo que hay dentro de los límites del Reino. Tengo expresamente prohibido salir sin autorización por parte de los Dioses del Olimpo, supuestamente solo lo haré cuando ellos me convoquen cosa que veo imposible porque me detestan. Y así pasare mi triste y alargada vida encerrada como un ave dentro de su jaula.
Lo negativo de pertenecer a la realeza es que debes mantener los estándares y modales que tal categoría implican. O sea, que constantemente tengo clases de etiqueta, danza, modales, etc. sumando la educación básica que debe tener cualquier mortal, lo bueno es que las mujeres podemos acceder a la educación no como en otros continentes o Reinos más lejanos según leí.
A parte de todo ello, también tengo entrenamientos de combate, esto sí no esta permitido para las mujeres en general. Pero soy la excepción, porque de alguna manera debo canalizar mis poderes y este es el método adecuado. Y al campo de entrenamiento es donde me estoy dirigiendo en estos momentos, como todos los jueves a la mañana tengo entrenamiento con el Capitán de la armada.
Si mi padre me viera en estos momentos, estaría quejándose de mi vestimenta, porque detesta ver a las "Damas" portar pantalones y no vestidos o faldas. Pero sería imposible practicar cargando esos grandes y exuberantes vestidos, aunque nunca los uso, solamente cuando hay alguna cena o evento importante.
Con cada paso que doy puedo escuchar más cerca el sonido de espadas rozándose, golpes, gritos, lo típico de un campo de entrenamiento. Al abrir las puertas pueden ver a primera vista los soldados combatiendo entre sí, al notar mi presencia todos detuvieron lo que estaban haciendo e hicieron un reverencia.
- ¡Buenos días Princesa Alice! - Exclamaron al unísono.
- Buenos días, ya les dije que no me gusta que se dirijan a mí de esa manera - Suspire - Es suficiente con Alice -Los observe seriamente para luego esbozar una sonrisa.
Busque con la mirada al Capitán, pero falle en encontrarlo, en ello se me acerca un caballero.
- Señorita el Capitán no podrá acompañarla el día de hoy, debido a que tuvo que salir a una expedición.
Asentí levemente ante lo que dijo, suspire levemente. Al no estar el Capitán, significa que no podre entrenar puesto que, es el único que puede está entrenado lo suficiente para enfrentarse a mí. No quedaba de otra que retirarme, en ese momento alguien ingreso al campo, al voltearme para ver de quien se trataba sonreí de manera sarcástica.
- Lo que nos trajo el viento... -Comenté burlesca.
- Saludos a mi querida Diosa -Tomo mi mano y depósito un beso en ella. - Este fiel caballero que no podía dejar de pensar en su soberana mientras se encontraba en el duro campo de batalla -Exclamo dramático.
- También me alegro de verte Wyatt -Reí levemente por el discurso de hace unos momentos.
Desde que tengo seis años Wyatt fue designado como mi caballero personal, porque digamos que constantemente recibía amenazas de muerte. Desde allí nos volvimos tan unidos, a tal punto de que los títulos de nobleza no existen entre nosotros; por ello nuestro trato suele ser tan informal excepto en las situaciones que ameritan fingir los roles.
- ¿Ya terminaste de practicar? -Negue.
- No se encuentra el Capitán, por lo cual la práctica queda cancelada.
- Quedaba, porque aquí me tienes -Sonrió mientras dejaba su bolso de lado.- En guardia Princesa -Guiño un ojo mientras se ponía en posición.
Reí mientras me colocaba en el centro del campo, poco a poco la sonrisa desapareció para quedar así mi rostro serio. Todos los demás caballeros se alejaron del campo, y uno de ellos finalmente activo la barrera, la cual cubrió todos los bordes del campo hasta finalmente volverse un todo hermético teniendo encerrados a ambos.
Dicha barrera evita que alguien salga herido durante el enfrentamiento, porque olvide comentarles que en este mundo no solo existen los Dioses ni solo ellos tienen poderes. En este mundo denominado Rada existen los mortales, inmortales y seres sobrenaturales, todos residimos en diferentes continentes, donde yo me encuentro se llama Meda, dentro de este conviven cuatro reinos; los cuales son Tinieblas, Leza, Ol y finalmente Arco donde residen los mejores guerreros.
Cada reino se caracteriza por su ambiente y fuente de poder, Leza predomina la naturaleza y la vida, en Ol la luz y Paz y finalmente en Tinieblas el frío, oscuridad y seres malignos. Y frente a mí se encuentra un auténtico Ortro, un perro de dos cabezas sumamente agresivo y letal, ahora se sabe porque es mi guardián.
Comencé a precalentar mi cuerpo, mientras Wyatt me rodeaba como si fuera una presa débil. Sabía que en cualquier momento me atacaría, y debía estar atenta a ello; cuando finalmente se decidió a hacerlo, dio un salto hacia a mí buscado morderme y no lo deje ni siquiera rozarme cuando le di un golpe en el hocico provocando que se estrellara contra la barrera.
- Esto recién comienza... -Murmure con una sonrisa en mi rostro.
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RESILIENCE
FanfictionAlice es alguien que nunca debió haber existido, por lo menos eso le daban a entender toda persona que se encontraba con ella o escuchaba su nombre. Juzgándola sin haberla conocido en persona ni siquiera haber hablado. El por otro lado, tiene la mis...