2.

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Harry toco la puerta de la casa de su novio esperando que alguien abriera. Esperaba que el que le abriera fuera Louis, amaba ver su expresión cuando él lo iba a visitar de sorpresa, pero la que abrió fue Jay.

–Harry, cariño –lo saludo alegremente–. Pasa, pasa, estás en tu casa.

El rizado le dedico una sonrisa.

–¿Esta Louis?

Jay soltó un suspiro y eso le preocupo al rizado.

–Dime que no le paso nada y está bien.

–Él está bien –Harry sintió que el aire llegaba de nuevo a sus pulmones–. Solo que anda algo depresivo y no sé porque.

–¿Dónde está?

–Está en su cuarto. Puedes subir.

Harry le agradeció y rápidamente subió las escaleras hasta el cuarto de su novio. Toco la puerta pero no recibió respuesta alguna. Soltando un suspiro agarro el pomo y lo giro, la habitación estaba vacía. Tranco la puerta a sus espaldas y miro para todos lados. Y en una esquina estaba su hermoso novio.

Bebé... –susurro.

Harry rápidamente se acercó hasta Louis agarrándolo en sus brazos y cargándolo hasta la cama.

–¿Qué tienes, mi vida? –acuno su rostro entre sus manos.

Se fijó que tenía los ojos rojos y rastros de lágrimas en sus mejillas.

–H-Harry –Louis tartamudeo soltando hipidos.

–Dime, mi amor, estoy aquí.

El castaño se abrazó al torso de su novio. Ocultando su rostro en ese lugar.

–U-Unos chicos fueron malos conmigo –acuso como un niño pequeño.

La sangre de Harry comenzó a hervir al oír eso. Pasó ambos brazos por la espalda de su chico y lo apretó más a él.

–¿Qué te hicieron, amor?

–Ellos dañaron las ligas para el cabello que tú me diste –susurro–. Ahora no tengo con que hacerte las trenzas.

–¿Sabes quiénes son, mi amor?

Louis negó con la cabeza.

–Está bien, bebé, no llores. Te comprare más ligas.

Una sonrisa apareció en el rostro de Louis y de la emoción se lanzó encima del rizado quedando Harry acostado y él a ahorcajadas. Se acercó a su rostro besándolo con ganas y cuando se separó sus mejillas estaban rojas y sonreía tímidamente.

–Amo cuando me besas –Harry le sonrió.

Louis también sonrió pero al ver le cabello de su novio en sus labios se formó un puchero.

–No tengo con que hacerte trenzas.

El rizado pensó y se acordó que en la mochila que traía tenia algunos materiales que tal vez servirían.

–¿Crees que puedas hacerme las trenzas con cinta?

–¿Cinta? –Louis cuestiono inocentemente frunciendo el ceño.

–Así es, cariño.

Harry con cuidado se salió de debajo de Louis y agarro su mochila. La abrió y saco la cinta que tenía allí gracias a las clases de arte que él veía. Se las entrego y el castaño la miro con fascinación.

–¡Es roja! –comento asombrado.

El rizado rio ante el comportamiento tan aniñado de su novio. Se acomodó dándole la espalda a Louis para que pudiera hacerle las trenzas.

–Harry –Louis lo llamo tímidamente.

–Dime, amor.

–Yo vi una nueva trenza por internet, y... yo quiero saber si te la puedo hacer –el castaño se mordió el labio.

Harry se sentó en la cama con su espalda apoyada en el respaldar. Louis se sentó en su regazo con sus piernas a cada lado de las caderas del rizado. Con sus pequeñas manos agarro el cabello de Harry de adelante y comenzó a trenzarlo. El rizado instintivamente llevo sus manos a las caderas del castaño levantando la camisa y marcando patrones invisibles sobre la piel con las puntas de sus dedos.

–Me haces cosquillas –Louis sonrió tontamente.

–¿No puedo hacerte así entonces, bebé? –el rizado hizo un puchero.

–Claro que sí, bobito –el castaño hablo mientras hacía morritos con sus labios.

Y Harry en ese momento pensó que podía estar allí en la habitación de su novio en esa posición toda la vida. 

Trenzas {Larry Stylinson}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora