Podía escuchar la conversación de Lucía con Iván.
-Tenemos que demandarlo. -Dijo Iván en un tono de voz grave.
-Él tiene que ir para presentar la demanda y no creo que Rodrigo quiera revivir una maldita experiencia como esa. -Lucía parecía enfurecida, Casi nunca la escuchaba de esa manera.
-Solo necesita ir - respondió el azabache- nosotros nos encargamos del resto.
-Mira -ella se cansó de discutir -¿que tal si le preguntamos? Todo esto le sucedió a él y él decidirá que hacer con esta locura.
Ellos entraron unos segundos después, con unas sonrisas tristes en sus rostros y sentándose en la orilla de la cama, Lucía tomando mi mano e Iván acariciando mi cabello.
Habían pasado solo dos días desde lo que Eddie me hizo, solo dos días después de mi cumpleaños. Iván me había encontrado después de lo de Eddie y le dijo a Lucía. Ambos comenzaron a cuidar de mí tal como si fueran mis padres.
-Bebé... -Lucía comenzó a hablar.
-iremos rápido -le dije -Sin rodeos, ni nada que me haga recordar demás lo que sucedió esa noche.
Ellos dos se miraron y asintieron en silencio
Lucía salió de mi habitación y me quedé solo con Iván. El tomó un pequeño maletín al lado de mi cama y lo abrió. Dentro de ese estaban todas las cosas que necesitaba para arreglar mis heridas. Lucía no lo hacía ya que sus manos y acciones son naturalmente toscas y la única vez que intentó curarme me terminó dañando más. Así que la única persona que puede hacer bien el trabajo es Iván, y no digo que lo haga mal, de hecho, me siento mucho mejor cada vez que me atiende y sus manos son lo suficientemente gentiles para no dañarme más de lo que ya estaba dañado.Primero comenzó con mi cara, desinfectando las cortadas que el cinturón y sus puños dejaron en mi rostro. Luego tuve que quitarme mi camiseta para que siguiera con mi pecho, al cual también le había dado con su cinturón. Y luego, la parte más vergonzosa...
-Será rápido, ¿de acuerdo? -me dijo mientras sacaba el pequeño bote del maletín -Solo piensa en algo más y terminaré antes de que te des cuenta.
Asentí levemente y me di vuelta en la cama y bajé mis pantalones lentamente dejando mi piel desnuda a su merced.
-¿Quieres venir conmigo a un lugar especial hoy? -dijo una vez comenzó a untar esa crema en mi orificio irritado. Solo me quedó asentir.
El movimiento de su dedo era suave y enfocado. El evitar llegar a zonas donde parece que esté abusando de más de mí pero aún así se esfuerza por hacerlo bien.
-Quiero escuchar ese disco contigo, de seguro ha de ser precioso -siguió hablando para distraerme y untar más de esa crema en el lugar.
Comencé a recordar. Absolutamente todas las notas de esa canción de Beethoven. Me hicieron relajarme y hundirme entre la Fa y el Sol.
De momento a otro sentí como mi ropa se deslizaba de nuevo a su lugar correspondido.
-Acabamos -Iván me sonrió mientras acariciaba mi espalda -Si no te sientes tan cansado entonces podemos ir hoy.
Guardó todo y me empujó para hacerle espacio en la cama para que él se acostara a mi lado mirando el techo.
-No dejaré que se te acerque de nuevo -dijo el azabache lanzando un largo suspiro.
No pude responder, escondí mi cara en la almohada. Podía jurar que mi cara estaba roja de la vergüenza.
-¿Estás dormido? -preguntó después de que no le respondí -¿Rodrigo?
Cerré los ojos y me mantuve el silencio. No se me antojaba hablar en ese momento y tal vez era por que los recuerdos de esa terrible noche venían a mi mente y comenzaría a llorar e cualquier momento.
Recordaba como el nudo en mi garganta no me dejaba respirar, recordaba como su cinturón apretaba mis muñecas casi cortando la circulación de ellas, recordaba mis lágrimas y súplicas no escuchadas, recordaba la humillación y su sonrisa malvada, sus ojos brillantes, consientes por lo que acababa de hacer. En mi cuerpo podía sentir tan claro como se movía dentro de mí, atácandome, lastimandome. Manchando mis sábanas de un color carmesí, manchando mi cuerpo de su crueldad.Gritos.
Era lo único que escuchaba.
Gritaba y gritaba pero nadie me escuchaba.
Me movía pero no llegaba a ninguna parte.
De repente ya no podía, no me movía. Un calor envolvente me protegía y una voz lejana me convencía de que todo iba a estar bien.
-Rodrigo, nosotros te vamos a proteger -me decía aquella voz aguda mientras movía sus manos hacia arriba y abajo para esparcir el calor por mi brazo -Nosotros no permitiremos que nada te suceda, estás a salvo con nosotros.
De repente la oscuridad se dispercía y unos mechones se atravesaban por mi vista y sentía entre mis dedos un material parecido al cuero. Verde, Lucía, amiga, no enemiga. Cuero, Iván, él es un amigo.
-¿Todo bien? -la voz grave me preguntó yo apreté ese material entre mis dedos -Respira, nosotros no nos vamos.
Comenzaron a mostrarme un específico para respirar, una forma más lenta. Respira, espera y luego exhala, ese mismo procedimiento hasta que dejara de sentir que el corazón se me saldría del pecho.
Ellos estaban ahí. Todo iba a estar bien si mis amigo estaban ahí. Todo iba a estar bien. Si Lucía me decía que iba estar bien era por que lo iba a estar, ella jamás rompe una promesa. Si Iván me decía que me iba a proteger era por que iba a hacer, su fuerza es confiable y su terquedad a lo que se dedica era increíble. Todo iba a estar bien, todo.
♡︎♡︎♡︎
Me encontraba sentado solo en la cocina, con un vaso de chocolate caliente en la mano, un libro abierto en la otra y mis ojos enfocados en mi lectura. Apenas y podía caminar del dolor en mis caderas que se extendía en todo mi abdomen y piernas, así que ya llevaba cuatro horas en esa misma posición solo porque dolería como el infierno subir las escaleras hacia mi habitación. Iván fue a bañarse a su cama y Lucía lo siguió para hablar con él.
Y con todo esto alguien se preguntará.
¿Dónde diablos está mi hermana?
Bueno, es fácil ella se consiguió un novio y salieron de la ciudad por no se cuanto tiempo. Y de esto nadie se entera.
El ruido agudo del timbre me sacó de mis pensamientos.
Fui a mi paso hacia la puerta para presionar el botón del teléfono.
-Residencia Carrera -nadie me respondía -¿Hola?
Después de unos segundos nadie me contestó y decidí colgar, de seguro el sistema estaba mal. Volvió a sonar el timbre y volví a atender, de nuevo, nadie. E respondió.
Había visto una vez como Oscar arregló la alarma rápidamente una vez que sucedía una misma falla como esa. Solo tenía que salir y restaurarlo.
Abrí la puerta y me dirigí a las rejas principales para hacer lo que tenía que hacer pero sentía que algo iba mal. Era ese escalofrío que te daba y el como se aceleraba tu corazón, una desesperante necesidad de entrar corriendo a la casa de nuevo. Sabía que sólo era mi imaginación, que seguía afectando por lo que había pasado antes y que aún me daba miedo estar solo y más cuando estaba oscuro nada, solo restaurar el sistema y ya.
Podía escuchar unos ruidos detrás mío, pasos acelerados, mi respiración se aceleró. Me repetía que no era nada, que todo iba a estar bien.
Pero no.
De un momento a otro estoy en el piso, siendo arrastrado por el asfalto y siendo oculto entre los arbustos. Trato de liberarme pero no podía, era fuerte, no respiraba, no podía.
-¿Me extrañaste, novio mío? -dijo mientras apretaba mi garganta.
Apretaba mis manos en puños, trataba de rasguñarlo pero no podía, me visión se borraba.
Era todo.
Este era mi fin.
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𝐄𝐋 𝐇𝐈𝐉𝐎 𝐃𝐄 𝐌𝐈 𝐉𝐀𝐑𝐃𝐈𝐍𝐄𝐑𝐎 - 𝐑𝐎𝐃𝐑𝐈𝐕𝐀𝐍
FanficEn pausa ★𝖢𝗈𝗇𝗍𝖾𝗇𝗂𝖽𝗈 +18 ★𝖧𝗈𝗆𝗈𝗌𝖾𝗑𝗎𝖺𝗅 ★𝖭𝖮 𝗆𝖺𝗇𝖽𝖺𝗋 𝖺 𝗇𝗂𝗇𝗀𝗎𝗇𝗈 𝖽𝖾 𝗅𝗈𝗌 𝗂𝗇𝗏𝗈𝗅𝗎𝖼𝗋𝖺𝖽𝗈𝗌 ★𝖲𝗈𝗅𝗈 𝗅𝖺 𝖾𝗅𝗂𝗆𝗂𝗇𝖺𝗋𝖾́ 𝗌𝗂 𝖢𝖺𝗋𝗋𝖾 𝗈 𝖲𝗉𝗋𝖾𝖾𝗇 𝗆𝖾 𝗅𝗈 𝗉𝗂𝖽𝖾𝗇 ★𝖠𝖼𝗍𝗎𝖺𝗅𝗂𝗓𝖺𝖼𝗂𝗈𝗇𝖾𝗌...