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¡Estúpidos exámenes!

Tenía unas ojeras enormes por haber estudiado toda la noche y apenas y podía mantener mis ojos abiertos. Ya íbamos tarde y Ángela apenas se estaba maquillando.

-¡Ángela, apúrate, mierda! -estaba tan de mal humor, odiaba llegar tarde a la escuela por culpa de Ángela.

-¡No apures a una mujer cuando se está arreglando, idiota! -me gritó de vuelta.

-Niños por favor, no griten tan temprano -mamá salió del despacho de mi papá con unos documentos en la mano y haciendo eco con sus tacones altos.

-El idiota de tu hijo me está apurando -reclamó mi hermana.

-¡Ella nos está haciendo llegar tarde! -grité de vuelta.

Mamá solo se rió un poco, arregló un poco su cabello y caminó hacia la salida, dándonos a ambos un beso de despedida y lléndose en su auto. Ángela dejó de fingir ser la niña buena y se fue de nuevo a su vestidor. La sangre me volvió a hervir.

-¡Me iré con Iván entonces! -le grité enfadado.

-¡Mejor para mí!

Y salí de la casa azotando la puerta y dirigiéndome en dónde está mi amigo... casi novio... en fin, iba para allá. Toqué la puerta varias veces hasta que se abrió.

-¿Puedes llevarme a la escuela? -pregunté al momento en que nos vimos.

-¿Ángela va tarde? -dijo con una sonrisa -¿De nuevo?

-¿Cuál es el día en que no me haga llegar tarde? -suspiré con pesadez.

-Cierto -se rió un poco -Pasa, solo tengo que terminar de prepararme y ya.

Entré a la casa y me senté en el sillón más cercano, comencé a hacer cualquier tontería en mi celular solo para distraerme y esperarlo.

-Ya que estás aquí -salió de su pequeña cocina con una tostada en la boca -¿Puedes ayudarme con la corbata?

Sentí mis mejillas arder un poco y me acerqué a él para ayudarle a hacer su corbata. Su uniforme siempre estaba desalineado pero de alguna manera se veía genial. La camisa blanca, parte de ella estaba afuera y la otra por dentro, el suéter siempre abierto, en vez de zapatos usa botas y la mayoría de las veces usa su arete en su oreja derecha. En cambio, yo soy todo lo contrario, el uniforme necesita estar prefecto por qué me sentiría muy incómodo si no fuera de esa forma. Además, puede que el se vea genial todo desordenado, pero yo en cambio me veo como un vagabundo.

-Listo -dije al terminar el último nudo.

-¿Estás seguro de que está derecha? -preguntó haciéndome enojar un poco.

-¡Claro que est... -interrumpió mi rabieta con un beso, aprovechó que tuve que mirarlo a la cara para hacerlo. Maldito.

Igual así, continué ese beso. Jalé un poco su corbata para hacerlo agacharse y poder besarlo con más facilidad. Sentía su lengua acercándose a mis labios y el corazón me palpitaba aún más fuerte. Sentía sus manos aferrarse a mi cadera cuando yo crucé las mías por su cuello. Podía saborear el pan y la pasta de dientes en sus labios, también olerlos en cortos periodos.

-Wow, wow, calmen esas hormonas -la voz de Oscar nos hizo separarnos de un empujón, casi me caigo.

-Buenos días -respondió Iván un poco nervioso.

-Buenos días -respondió Oscar mientras se reía un poco y se dirigía a la cocina -¿Van a la escuela juntos?

-Sí -respondí rápidamente y tomé su mano -De hecho ya nos vamos -comencé a arrastrarlo hacia la puerta -¡Adiós!

𝐄𝐋 𝐇𝐈𝐉𝐎 𝐃𝐄 𝐌𝐈 𝐉𝐀𝐑𝐃𝐈𝐍𝐄𝐑𝐎 - 𝐑𝐎𝐃𝐑𝐈𝐕𝐀𝐍Donde viven las historias. Descúbrelo ahora