Prólogo de las casualidades.

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Acto I.
[Un día infernal de verano.]

Desde un viernes de primavera depresivo hasta un largo verano caluroso, Bon James Smith quería escapar de su casa.
Ese no era secreto de nadie. Y yo mismo, Bon Smith, sigo pensando en una buena idea para, por fin, irme de este lugar lleno de gente extraña a la cual no les guardo ni respeto ni simpatía.
Durante estos meses yo me preguntaba si algún día podría alcanzar mi meta de guardar todas mis pertenencias en una mochilita, guardar comida y todo lo que yo necesitara para tomar un camión hasta Appleton y desaparecer de una vez por todas de este lugar al que me habían hecho llamarle "hogar".

Hoy mismo, un Jueves de verano, había ideado el plan perfecto. Pero, lo difícil, evidentemente, sería ejecutarlo de una manera que ni mi padre, ni la señora Martha ni Freddy se dieran cuenta. Lo cual era un obstáculo muy difícil. Pero, no imposible.

Justamente, estaba guardando mis cosas en la habitación que yo compartía con Freddy, la cual de por sí ya era un chiquero, ahora conmigo guardando mis cosas de mayor valor, era peor.
Estaba sentado sobre mis rodillas, las cuales ya dolían bastante, pero mi padre fue muy claro conmigo.

"—Prefiero, de verdad, Bon, que te cambies mi apellido si no vas a cambiar esa mentalidad tuya. Entiende que amo a la señora Martha, ¿es tan difícil aceptarme?"

¡Y no! Por supuesto que no era difícil tratar de entenderlo, pero el cambio había sido increíblemente drástico. De una manera que tanto a mí como a Freddy nos había incomodado desde un principio. En lo único que yo parecía coincidir con el castaño simpaticón eran dos cosas: todo el proceso fue muy rápido y, necesitamos cuartos separados.

Freddy tenía un corazón muy noble y rápidamente se adaptó a la vida, pero dormir en una litera con un extraño por el resto de su vida adolescente, sería la peor cosa que seguramente le pasaría. ¡Y el mismo caso conmigo! Sólo que yo aún no estaba tan seguro de aceptar a Martha.
La señora era muy amigable y linda, pero nunca se podría igualar a mi mamá. Mi preciosa mamá.

Todos en mi nueva familia parecen querer darme un empujón. Desde mi papá que es el más convencido de que debo aceptar a los dos intrusos, hasta Freddy que siempre que puede me da un discurso súper cursi que no debería de sentirme tan mal, y que le agrado y esas cosas. Pero, no le creo.
Porque yo ni un poco de cariño le he tomado. Sí, probablemente hemos hablado de videojuegos hasta muy noche. Pero eso es porque compartimos cuarto, si no, Freddy sería la última
persona en el mundo a la que yo le hablaría.

Y la verdad es que si nadie quiere entenderme, si a todos les parece muy difícil tratar conmigo, pues me largo y ya está. No tengo problema. Soy bastante mayorcito como para buscarme un trabajo, y Appleton era de las mejores opciones para irme. Era muy calmado, y estaba totalmente fuera de Freddy y Martha y mi papá, lamentablemente.

Ahora mismo, sin un poco de arrepentimiento, guardaba todas las cosas que podía. Desde todos mis cómics, uno que otro disco de mis bandas favoritas y varios suéteres que agarraba de los cajones de una cómoda. Ya no había vuelta atrás, era hoy sí o sí.
El boleto del autobús saldría en unas cuatro horas, y lo compraría en la estación. ¡Todo iba a salir bien!

Y mientras trataba de encontrar otro suéter más caliente, pude toparme con uno azul que mi padre me regaló en Navidad de años pasados. Recuerdo que cuando era pequeño me quedaba tan grande, y ahora, estaba de mi talla. Cuando lo olfateé un poco, pude recordar mi antigua casa. La posición en la que las plantas estaban, el sillón tan amado por mi papá, incluso las manchas asquerosas de la cocina. Y no pude evitar llorar. ¿Desde cuando mi vida se sentía tan de la patada?
Esos recuerdos de cuando solo éramos yo y mi papá. Y aunque no éramos inseparables, era cuando más cerca lo sentía. Cuando todavía era mi papi. Y ahora... sólo lo veo como William Smith.

Suspiré y pensé si mi papá se merecía todo esto. Si merecía que yo me fuera de su lado por puro capricho. Trate de respirar mientras las lágrimas inundaban mis pómulos. Intente preguntarme a mí mismo acerca de escapar, pero, la verdad es que yo no quería irme, sólo que no veía otra opción en la cual todos estuvieran felices. Quizás sí, quizás sí estaba haciendo lo correcto. Después de todo... ellos se veían más como una familia cuando yo no estaba.

Trate de exhalar, pero no podía, la tristeza me estaba consumiendo. Al punto que cuando menos me di cuenta; mi pecho estaba moviéndose al compás de los sollozos.
Cuando más lágrimas sentía resbalar por mi pómulo, rápidamente las quitaba con mi brazo. Me sacudí un poco y respiré.
Definitivamente estaba en el limbo. ¿Escapar o ver infeliz a mi papá?

Y cuando sentí la última gota caer, guarde todo. Ya no podía más.
Agarre aquel suéter que tantas memorias me traía y lo guarde entre otras pertenencias que ya estaban en una mochilita.

Esperaba que todo saliera muy bien, hasta que escuche la puerta del cuarto abrirse. Algo que me alarmo y rápidamente escondí la mochila abajo de la litera.
Carraspee.

—¿Bon?—La silueta de Freddy era lo que se veía después de que abriera de poco en poco la puerta. Se puso en el porte de la puerta.
Sus ojos recorrían toda la habitación, y no pude evitar sentir una vergüenza.

—¡Qué hay, Freddy!—me levante y le regale de las sonrisas más falsas.

—¿Estabas llorando?—se me acercó y puso su mano en mis pómulos. Mi respiración se aceleraba; me daba tanta pena que Freddy me viera en ese estado.

—¿Llorando? Pff, ¿quién llora?—voltee los ojos mientras soltaba risitas flojas.

—¿Seguro que estás bien? El cuarto esta muy desordenado, y algo me dice que no te estabas sintiendo nada bien. Si gustas, puedes decirme. Aunque más que nada, te recomendaría recoger todo. Te van a regañar, y te sentirás peor.—dijo con un tono muy preocupado.

—¡De inmediato recojo! Eh... si quieres ocúpate de tus cosas—trataba de mirar hacia otro lado. Indirectamente, quería decirle que se fuera. Di la media vuelta para seguir ocupándome de mis asuntos, hasta que sentí como la mano de Freddy rodeó mi muñeca. Volví a voltearme hasta quedarme cara a cara con él.

—Yo... no tengo el derecho de decírtelo, pero,—suspiró— en serio, lo que tú quieras contarme; yo te escucharé. Y aunque no lo creas, yo al igual que tú odie la noticia. Pero, me deje llevar por lo bueno de la situación. Bon—me miró fijamente—, tú eres eso bueno. Te quiero mucho y me alegra tenerte aquí.

Esas palabras empezaron a resonar en mí. Yo me quede muy quieto y, nuevamente, rompí en llanto. Era exactamente lo que quería escuchar desde hace meses. Yo sólo vi hacía el suelo y no pude evitar de llorar.

Cabizbajo, sentí como unos brazos me rodeaban.
Freddy me estaba abrazando.

Y sin decir una sola palabra, nos dijimos todo lo que sentíamos en ese abrazo tan cálido. Obviamente, le correspondí.
Mis brazos parecían contarle todos mis sentimientos. Y los suyos, parecían escucharme.

El momento de calma se fue después de escuchar como a ambos nos gritaban:—¡Freddy y Jon, bajen a comer!
Oh, esa voz era tan familiar. Eran los amigos de Freddy.

—¿Los invitaste otra vez?—nos separamos del abrazo. Yo sólo le dirigí una mala mirada. No me gustaba tener a sus amigos en la casa, eran molestos y uno no dejaba de decir mal mi nombre—He contado las veces, y en total han sido seis las veces que los has invitado todo este mes de verano.

Rodeó los ojos, negó con la cabeza y finalmente, rió.

—Ay, Bon. Ellos son muy buena gente. Además, trajeron pizza. ¿Cómo no invitarlos, eh?—nos reímos—Aunque, déjame decirte que todavía no es mi grupo de amigos completo. Abajo sólo están Fox y Ann.

—Y dale con tu manada.—se rió a carcajadas.

—Cuando conozcas a Golden y a Bonnie, será cuando la manada esté completa.—me sonrió

Quizás esté empezando a tolerar un poquito a mi hermanastro. Debía admitir que era una persona con un corazón muy lindo.
Incluso cuando me contaba sobre sus amigos y de un tal Bonnie...

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⏰ Última actualización: Mar 19, 2023 ⏰

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