10화 : White Pawns

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Pensó que podía dialogar con él. Aún debe existir cordura en su cuerpo, fue lo que pensó la mañana donde decidió visitar la oficina del Rey para tratar el tema de los programas aplicados en el pueblo. Pensó que su hermano debe estar oculto entre ese viejo escritorio y documentos repletos de tinta y sellos. Jungkook, como siempre, tenía la esperanza mucho más alta que sus posibilidades. Por lo tanto, esa mañana se alista junto con un suéter beige de lana y su mejor temperamento. Esperaba que la próxima calidez primaveral alumbrase su empedrado corazón de rey.

—Buenos días, príncipe —saludan los guardias formando hileras al costado del pasillo que dirige a la oficina Real.

El joven omega solo realiza una significativa reverencia regalándoles su sonrisa de labios sellados más gentil, nunca pudo sentirse comodo con su formalidad. Nadie dice más; dobla en el pasillo y antes de siquiera llamar a la puerta caoba al final de él, un guardia le detiene el paso.

—El rey está ocupado, nos pidió que nadie entrara —dice con solemnidad, un tanto avergonzado por el ceño fruncido del menor. —Lo siento, príncipe.

—No necesito hablar con el rey —es firme al responder. —Necesito hablar con mi hermano —sin autorización, le rodea para tomar el picaporte.

El mismo guardia intenta detenerlo, pero es tarde cuando Jungkook ha abierto revelando la imagen del omega tras un par de gafas con la vista pegada en una pila de hojas. —Buenos días, Koo —dice sin siquiera apartar su atención del trabajo.

—Su majestad, yo-

—Descuida, déjalo entrar —detiene la disculpa del alfa a espaldas de su hermano menor. —Debe ser importante —solo así es que deja de lado sus labores para mirarlos con ensayada calma.

—Está bien, con su permiso —realiza una pronunciada reverencia antes de salir cerrando la puerta a espaldas del príncipe.

Esa oficina nunca fue el lugar favorito del menor; sin embargo, deja atrás sus diferencias para empezar una amable charla con su hermano.

—¿Y a qué debo tu visita? No te había visto desde la boda —ya hace varios días. —Las cocineras dicen que ni siquiera has bajado a almorzar, ¿todo bien?

Su dulzura consigue descolocar un instante al menor, quien encuentra fuera de lugar su usual fraternidad. Pasó tanto tiempo lejos de su conocida calidez que ya no se siente natural. —He estado ocupado —es lo único que atina decir.

—¿Has estado trabajando en algo nuevo? —se pone de pie para posarse frente a su hermano recargado en la fría madera del escritorio a sus espaldas.

—¿Cómo-?

—Siempre que quieres escribir o pintar, te aislas.

Jungkook, por un instante, agradece que lo sepa. —Estoy bien, solo me sentí un poco abrumado —por decirlo de un modo sutil. —Pero no vine a hablar de eso.

—Bien, te escucho —cruza los brazos por encima del pecho para darle su total atención.

Jungkook por poco se siente intimado por la atmósfera autoritaria que desprende; no obstante, intenta recordar que es su hermano mayor, el mismo que le cantaba cuando no podía dormir debido a los truenos. Entonces, toma aire y se arma de valor.

—Tenía planes para aportar con la cabecera del pueblo —empieza por decir bajando la mirada. —Quería ayudar a que todos superaramos este temor que dejó la guerra, juntos. Pensé que sería bueno para los niños y las parejas de alfas caídos en batalla unirse en grupos de apoyo para expresar sus perdidas, su dolor y su pesar, hacer algo asombroso con eso; creo que el arte salva a las personas, era mi deseo mostrarles cómo me ayudó a mí.

Golden Cages: La Fábula del Soldado, El Poeta y El ReyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora