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Besos con sabor a vino

En un momento de la fiesta después de la boda en el septo, que se estaba llevando a cabo en el salón de fiestas en la fortaleza, dos personas no se encontraban allí

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En un momento de la fiesta después de la boda en el septo, que se estaba llevando a cabo en el salón de fiestas en la fortaleza, dos personas no se encontraban allí. Y esas eran el príncipe Aemond Targaryen y la princesa Astraea Velaryon, ambos la abandonaron cuando nadie podía verlos. Primero salió la princesa, tres minutos más tarde el príncipe, de manera disimulada la siguió hasta donde estaba el cráneo de Balerion, el terror negro.
– Astraea – la llamó, ella volteó, ya que estaba de espaldas y entonces lo vió.
Ahí estaba él, más alto, con la cicatriz que le atravesaba el ojo, su típica sonrisa burlona y más guapo desde la última vez que se vieron.
– ¿Qué haces aquí Aemond? — preguntó la princesa pelinegra a el platinado, que la detallaba de pies a cabeza. Aún ambos llevaban la vestimenta que utilizaron en la boda.
– Sí quieres me voy! — bromeó el príncipe tuerto, haciendo que la contraria casi ría por la bromita por parte del mayor.
– No. De todas maneras, tenemos que hablar ¿no? — dijo algo fría la pelinegra, desviando la mirada hacia el cráneo de balerion. El príncipe de un solo ojo la miró de reojo y asintió ante lo dicho por la mujer, con la cual no ha hablado en los últimos tres años.
– ¿ y de que quieres hablar, princesita? — soltó aemond, por el antiguo apodo que sólo él tenía el permiso para decirle así.
– Uno: no me digas así. Dos: ¿ por qué no me escribiste mientras estabas en Pentos y yo en Dragonstone? — dijo muy seria, aunque en su rostro se reflejaba un poco de enojo, bueno más bien internamente estaba furiosa y dolida a la vez.
– ¡lo siento! ¿Vale?. Pero si te escribí! Debe ser que la carta nunca te llegó. — dijo algo frustrado el príncipe. Pensando, en quién habrá sido tan idiota para haber confiscado la carta que iba dirigida hacia ella—. Mentalmente se regañó y se dijo así mismo que luego lo averiguaría y prestó atención a la cara desconcertada de su acompañante.
– ¿qué dijiste?, no. No es cierto, tú eres un maldito mentiroso, un.... — no pudo continuar porque el príncipe tuerto la besó, —los labios de ambos sabían a vino especiado, vino que sólo se tomaba en ocasiones especiales —,cuando ella comenzó a descargar su enojo con él.
- Así es mi querida y hermosa astraea, cuando me fui a Pentos, lo primero que hice, después de instalarme en la casa de un magyster, fue escribirte una carta.  — le dijo cuando se separaron e hizo que lo mirara a los ojos. Ya saben, la típica frase de que los ojos son la ventana del alma.
Después de quedarse callados por un minuto o tal vez fueron dos, sus miradas volvieron a cruzarse y con el mismo pensamiento « bésalo, bésala. » en sus cabezas, sus labios se unieron como si fueran tan sólo hechos para el otro. Poco a poco el beso que ambos príncipes mantenían se volvió apasionado, no fue hasta que aemond le mordió el labio inferior a la princesa que cortaron aquel beso y unieron sus frentes con una pequeña sonrisa de felicidad.
- Ven conmigo – le dijo el príncipe de un solo ojo a la velaryon. Ya que, originalmente no podían estar en aquel lugar, la guió por los pasadizos que el castillo tenía, — para que no los escucharan y vieran los guardias que tenían ronda nocturna —, hasta llegar a las habitaciones del mayor de los dos. Una vez dentro de la habitación no pudieron evitar mirárse a los ojos y luego comenzar a reír porque se sentía como si estuvieran haciendo una travesura, como cuando eran pequeños. Después de calmar sus risas, el príncipe tuerto le dijo a su sobrina que se quedara en su habitación y que la mañana siguiente, al alba, sin que nadie la vea, fuera a sus aposentos y fingiera que había estado allí, el resto de la noche y que si le preguntaban el porqué, que sólo inventara alguna excusa y que él haría lo mismo.
Aún algo dudosa, la princesa aceptó ya que era muy tarde y tal vez los guardias la verían. Una hora más tarde ambos se encontraban en la cama del príncipe,separados por una línea de almohadas — puesta por la princesa para marcar el lado de cada uno —, listos para dormir. Unos minutos después la princesa abrió sus ojos y le susurró al príncipe un: ¿ si estaba despierto?, pero el ya estaba en el quinto sueño, así que sin ninguna respuesta del mayor, volvió a dormirse.

A la mañana siguiente la princesa astraea se levantó al alba, tal y como se lo prometió al príncipe, se vistió con su vestido de la noche anterior —ya que había dormido con una camisa prestada por el príncipe tuerto — vió aquel pasadizo que record...

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A la mañana siguiente la princesa astraea se levantó al alba, tal y como se lo prometió al príncipe, se vistió con su vestido de la noche anterior —ya que había dormido con una camisa prestada por el príncipe tuerto — vió aquel pasadizo que recordaba que esta habitación y la suya tenían, entró en el y tomó rumbo a su habitación. Antes de eso se tomó el tiempo de dejarle a el príncipe aemond una nota y un beso en la mejilla.

Targaryen House || HTOD - Aemond TargaryenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora