cap. 4 Todo está en tu mente

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Ser el centro de atención no es lo mío.

Se me pone los pelos de puntas cuando siento una mano deslizarse por mi sintura; de inmediato la quito y le doy un codazo.

—¡Ay!—. Se queja.

Me giro y veo quién es el descarado que me tocó:

—¡Henry!—. Lo riño.

—Hola, preciosa, casi me dejas sin aire—. Se pasa la mano por su pectoral, sobándose por el golpe.

—Me vuelves a tocar y te dejaré sin aire, de verdad—. Le advierto.

Escucho risas adentro del salón por nuestra incompatibilidad.

Henry tiene un perfil de niño y que educado, o eso es lo que creen sus padres, cuando en verdad es más insolente que los gatos ladrones. Y lo arrogante nunca se le quita.

Pasé, y por suerte había un asiento desocupado en la parte de atrás, a lo último de las fila de las mesasillas. Allí me senté. El profesor no me dijo nada respecto a mi hora atrasada de entrar a clase.

Henry por otro lado, que ya tiene su puesto fijo como siempre: mesa número uno de la primera fila a mi izquierda; ese pupitre nadie lo toca a menos que lo limpie la conserje, y cuando termina todas las clases y no quede nadie en el salón.

Que posesivo ¿no? , si eso lo hace con un asiento... No me quiero imaginar como será con su novia.

Pobre chica.

Fuera de mis pensamientos el profesor siguió dando su clase; me esforcé por prestar atención y no distraerme con mis propios pensamientos.

En eso alguien se sienta a mi lado.

—Emma ¿eres tú?—. Dice divertida

—Sí, soy yo, Jessi—. Digo sin despegar mis ojos al frente, prestando atención a todo lo que dice el biólogo que nos está dando clase.

—Te vez... Diferente, pero en el buen sentido.

—Si te digo algo sincero de mi parte ¿me creerías?—. Esta vez giro mi atención a ella.

—Claro que te creería ¿porqué no hacerlo?

—Me gusta,—. Hago una pausa. Ella asiente para que yo siga—Me siento, bien —. Miro a un punto vacío, y sonrío para mi misma.

No soy buena expresando mis verdaderas emociones. Por primera vez soy sincera en voz alta, pero todavía se me hace difícil explicar como me siento.

Jessi suaviza su expresión y me da una sonrisa cálida.

—Desde que empecé a tratar contigo, esta es la primera vez que suenas sincera conmigo y contigo misma. Te entiendo, aunque lo niegues, te gusta este nuevo estilo ¿verdad?

Asiento. Pensé que no me entendería, pero en verdad me alegra que lo haya echo. Me siento menos insegura ahora.

•••

Después de Biología, tuvimos Química, y ahora es hora del almuerzo, pero como siempre, voy al consejo estudiantil.

Entro, y veo que hay solo tres personas, personas que no conozco.

—Hola ¿con qué los puedo ayudar?—. Hablo para romper el silencio incomodo que se tornó al entrar.

Uno de ellos habla.

—¿Eres Emma Greth?—. Pregunta la chica, casi de mi edad; vistiendo un uniforme de blanco y negro al igual que los otros dos que la acompañan.

Que extraño uniforme ¿de dónde son?

Blanco y negroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora