❤️‍🔥PROLOGO❤️‍🔥

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Quema. . . .


Siento que me estoy quemando, que mi cuerpo arde y está en llamas, no puedo moverme, no puedo defenderme. ¿Por qué me duele tanto? Parpadeo, ah, está usando aceite en el cinturón para acentuar el dolor, por eso me quema tanto. Mamá grita, suplicándole que se detenga, pero ella no interviene más de lo necesario, si no, ambos terminaríamos con una paliza.¿Y cómo podría cuidarme si está tan mal como yo?

Me obligué a mí mismo a mantener la calma, apaciguar el dolor como mejor puedo. No debería estar pasando por eso, un niño de diez años no debe sentir tanta rabia, tanto odio y rencor hacia su propio padre. ¿No debería estar disfrutando mi niñez?
Mamá dice que sí, pero es imposible cuando mi padre me golpea hasta dejarme en el piso, chillando del dolor.

—Levántate rata asquerosa - grita, y siento su saliva golpearme en la cara y eso me duele más que todos sus golpes, porque la humillación es más desgarradora. –¿Eres un maricón? ¡Levántate como un hombre!

Lo miré, las lágrimas de rabia y dolor corrían por mi rostro, lo que lo satisfizo más. Me obligué a mí mismo a levantarme, mientras mi madre me hacía señas para que no lo hiciera, porque ella sabía lo que eso significaba. Otra ronda más de golpes.
Mi padre sonrió, disfrutando del momento. Entendí hace mucho tiempo que mi padre no me golpeaba solo por rabia, en realidad, disfrutaba maltratándome. Era un morboso de mierda y sentía satisfacción al romper mi piel, al golpearme fuerte hasta hacerme sangrar.

—Vete a la mierda - gruñí, solo porque no podía evitar hacerlo.

Mamá jadeó, pero mi padre no esperó para golpearme directo en la cara, conectando su puño con mi nariz y mandándome al suelo de nuevo. Un dolor intenso y denso me hizo gritar con fuerza, esto era uno de los golpes que más me dolieron. Sin embargo, la misma rabia explotó en mí y todo cambió. Olvidé el dolor, simplemente me levanté de nuevo y me fui hacia mi padre, comenzando a golpearlo como podía. Era tan tonto, pensando que mis puños le dolerían, en cambio le hicieron reír y eso me enojaba mucho. Quería pegarle, quería romperle algo, quería que chillara y llorara como yo, que suplicara para que me detuviera, pero papá nunca lo hacía, para él esto no era más que un juego.

—Tener bolas no significa nada cuando no tienes fuerza - dijo mi padre, tomándome del cuello e inmovilizándome de inmediato. — Bastardo arrogante, ¡no sirves ni siquiera para pegar! –¡Sergio no! - gritó mamá, pero ya era demasiado tarde. Papá me golpeó de nuevo, esta vez, mi rabia no significaba nada porque fue tan fuerte, que no pude mantenerme en pie por mucho que quisiera. Me fui al suelo y allí, solamente recibí más patadas, más golpes.
Dolía mucho.
Todo el cuerpo me dolía, ya no estaba usando su cinturón, ahora era solo la punta dura de su zapato que golpeaba mi estómago, que se metía en mis costillas, sacándome el airé y poniéndome de un color rojo. Miré a mi mamá, esperando que me defendiera, pero ella estaba tan aterrada, llorando a mares y sintiéndose inútil, porque lo era, no podía defenderme, nunca pudo.

— No me detendré hasta que no te rindas - dijo mi padre. —Tienes que aprender que no eres el hombre aquí, lo soy yo. Me golpeó de nuevo y escupí mi propia saliva, no podía tragarla, sentía mi estómago en llamas.

—¡Suplica! - gritó, golpeando de nuevo para dar énfasis.

No quería hacerlo, porque lo único que necesitaba mantener era mi orgullo, era lo único que me quedaba. Papá decía que era demasiado orgulloso, mamá decía lo mismo. En cambio a ella no le importaba rogar para que la dejara en paz, pero yo no quería hacerlo. ¿Por qué? No podía darle eso también, ya se estaba llevando todo con golpearme hasta dejarme en el suelo, no quería humillarme más.

Cálido como el fuego ( Emiliaco )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora