Escena de sexo explícito casi al final...Cuando llega el lunes por la mañana, Jungkook contiene la respiración mientras espera en los rincones ocultos del edificio de Seokjin.
No está seguro de lo que espera. ¿Que Seokjin parezca cansado? ¿Temeroso? ¿Furioso? ¿Deprimido? Lo que realmente teme, si pudiera admitirlo, es no ver salir a Seokjin.
Sabe que Seokjin está ahí dentro, moviéndose... ha visto encenderse y apagarse las luces de su apartamento durante todo el fin de semana, desde las sombras de la calle de abajo. Las cortinas de la ventana del balcón no se han abierto en absoluto, pero la suave luz de detrás de ellas no se ha apagado, ni siquiera bien entrada la noche. Seokjin ha dormido con la luz encendida. Jungkook se pregunta qué significa eso.
Una ira creciente y corrosiva ha estado supurando en el estómago de Jungkook, desde el momento en que dejó el apartamento de Seokjin. Enojo por qué, exactamente, es difícil de decir. Está haciendo un valiente esfuerzo para dirigir toda su rabia hacia Seokjin por insinuarse en primer lugar... pero de alguna manera no puede hacerlo. Cada vez se reprende más a sí mismo, por pasar todo el fin de semana merodeando por el edificio.
Debería salir a cazar presas frescas.
Si quería saciar su hambre, si quería mantener su fuerza, era necesario. Pero Jungkook no está seguro de si es siquiera posible arrastrarse lejos de una presa medio agotada. La obsesión con Seokjin es tan consumidora, que Jungkook ha perdido el apetito por cualquier otra cosa. Y así es como siempre es, ¿no? Los íncubos son cazadores solitarios, pero de los pocos con los que se ha cruzado a lo largo de los milenios, nunca ha sabido de ninguno que estuviera en una situación como esta. ¿Y por qué iban a estarlo? ¿Por qué alguien renunciaría a propósito a una buena comida? Seokjin es la comida de tres platos más decadente que Jungkook haya probado jamás. Duda que cualquier otra cosa pueda satisfacerlo de nuevo.
El fin de semana ha sido tortuosamente largo; es el más largo que Jungkook ha pasado sin la compañía de Seokjin de una forma u otra en mucho tiempo, y le está poniendo nervioso.
¿Pero por qué demonios estoy nervioso?
Obtiene su respuesta cuando Seokjin finalmente sale de su apartamento. El corazón de Jungkook late a mil por hora cuando por fin vislumbra al objeto de toda su atención.
Parece que Seokjin no siente nada. Parece fatigado y cauteloso cuando mira en ambas direcciones del pasillo, pero su rostro está cuidadosamente inexpresivo. Sale del edificio con la mirada fija en el suelo, la gorra calada sobre las orejas y la bufanda bien ceñida.
Jungkook siente un alivio inexplicable al verle levantado, haciendo su vida cotidiana. Se desliza, sin ser visto, tras los pasos de Seokjin y le sigue, como siempre hace.
**
Cuando llega la hora de comer, Jungkook tiene el corazón en un puño. Tiene tanta curiosidad por ver qué hará Seokjin. ¿Irá a su lugar habitual como siempre? ¿Esperará que Jungkook aparezca? Y es el sitio de Seokjin, no el suyo, Jungkook también se coló. ¿No aparecerá en absoluto, se quedará en su oficina durante la hora para almorzar allí?
Pasan las doce y los minutos. Jungkook se inquieta. Seokjin ya debería haber aparecido.
Cuando por fin aparece, se gira en la otra dirección. Jungkook traga saliva. ¿A dónde va? Lo sigue a una distancia prudencial, hasta el final de la carretera, donde Seokjin se detiene frente a un elegante edificio de oficinas. Jungkook se queda perplejo durante un minuto, antes de darse cuenta.
Este es el edificio donde le dije que trabajaba.
Jungkook siente el sudor en su frente.
En una fracción de segundo decide colarse por las puertas automáticas detrás de Seokjin, escabulléndose entre las sombras, mientras observa cómo Seokjin se acerca a la mujer del mostrador de recepción, lo suficientemente cerca como para oírle.
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Anomalía -Kookjinkook-
FanfictionSeokjin estaba condenado desde el momento en que Jungkook puso sus ojos en él. Jungkook giró sobre sus talones en la calle principal y siguió al hombre hasta su casa. Jungkook se ha aprovechado de todas las almas a lo largo de los siglos, arrebatán...