Mis alas ya no quieren abrirse.
Me duele hasta en la cavidad de mis ojos
me duele en cada cabello
y en cada centímetro del cráneo
mutilado por la tristeza.
Un cerebro catalogado como normal
e incluso superior
no supo guiar a un corazón
destrozado a arañazos
destejido.
Mientras la noche cae sobre mis hombros
el suave ronroneo me lleva a dormir
pero sabiendo que mañana al despertar
el suave ronroneo será un maullido
desgarrante
enceguecedor
mutilante
y ese estallido dócil de refunfuños
romperá un poco más
mi maltrecho corazón.
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Laura.
Thơ caViejos versos embriagados, pintados, anticuados. Sentimientos rotos, turbios e intocables.