Diecinueve.

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Mis alas ya no quieren abrirse.


Me duele hasta en la cavidad de mis ojos

me duele en cada cabello

y en cada centímetro del cráneo

mutilado por la tristeza.


Un cerebro catalogado como normal

e incluso superior

no supo guiar a un corazón

destrozado a arañazos

destejido.


Mientras la noche cae sobre mis hombros

el suave ronroneo me lleva a dormir

pero sabiendo que mañana al despertar

el suave ronroneo será un maullido

desgarrante

enceguecedor

mutilante

y ese estallido dócil de refunfuños

romperá un poco más

mi maltrecho corazón.

Laura.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora