Veintiuno.

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...  Y de a poco los pensamientos fueron quebrando más y más su silencio, y descubrió que en el parpadear de su lámpara y el correr de sus hojas no existía otra persona más que él, y le parecía tan pequeño y tan grande a la vez. Tan humilde y tan intimidante. Lo único certero era aquel sueño distante de poder ser ella la tinta con la que él goteaba su alma, poco a poco, en esas hojas. Y luego de estar lleno de vacío, soñaba con ser ella la que volviera a hacerlo sentir completo.

Laura.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora