Capítulo 1

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Estaba sola, sin compañía. Un día normal en mi colegio. Ya que, no tengo amigos, a excepción de Magali. La conozco desde que tengo memoria, es la única que conoce mi pasado.
El timbre sonó sacándome de mis pensamientos, la profesora huesuda de Química, me fulminó a través de sus gafas, hizo un ademán con su dedo índice, indicándome que me acercará a ella.

—Señorita... —La interrumpí evitando que mencionara mi apellido. —Aida. —dije cortante.

—Note que estaba distraída en mi clase. ¿Le ocurre algo? —Sus ojos miel me miraban fijamente, me sentía incómoda.

—No, no pasa nada. —Voltee mi rostro hacia la puerta, pensé "Ya pasaron al menos 2 minutos del receso, ¡Rayos!".

—¿Está segura? Ya que mi deber como profesora es procurar el bienest... —¡NO! OKEY. Nada me pasa, y si me pasara algo, no le importa. —Me dirigí furiosa hacia la salida. Juro que sentí como se calentó la perilla de la puerta cuando la toque.

Me dirigí a la cafetería, mi estómago crujía, estaba hambrienta, no desayuné en la mañana.

"Aja claro, procurar el bienestar de los alumnos bla bla bla, y yo soy batman"

Me coloqué en la fila, cuando de pronto, sentí unas manos frías que cubrían mis ojos, esto era fácil de adivinar, como ya les dije no tengo amigos.

—Magali, sé que eres tú.
—Siempre adivinas, no es justo.—hizo un puchero.

—Será porque, a ver... —frote mi barbilla —no tengo amigos.

—Aún no entiendo como no tienes amigos. Pero me tienes a mí. —aplaudió rápido e hizo saltitos de alegría.

Magali es una persona alegre, sociable, amiga de todos, inteligente, bonita.
Y yo bueno... Yo tengo salud.
Es verdad eso que dicen: "Los opuestos se atraen"

Miré a Magali alejarse... Ella era un pandicornio vomita arcoíris. Pelo rubio natural, ojos azules, alta, delgada, aunque tiene problemas en la vista, pero se niega a usar anteojos. Prefiere chocar con puertas a usar anteojos.

Al fin llegué, pedí mi orden, me la dieron, y me fui con un caminado kúl. ¿Nunca han caminado kúl? Pues deberían intentarlo.
Observé mi plato, el cual contenía: Una hamburguesa, papas fritas y un refresco pequeño. No soy de esas chicas que "Comen sano" "Cuidan su figura". A mi me gusta alimentarme.
Para mí la comida es sagrada.
¿Quieres conservar todos los dedos de tus manos? Aléjate de mi comida.

Me senté en cualquier mesa, de hecho sólo quería comer, no me importaba en cual mesa.
Satisfecha, desenvolvi mi hamburguesa, la tomé, la acerqué a mi boca y... Por el megáfono de la institución anunciaron mi nombre, diciendo que asistiera a dirección de inmediato.
Frustrada envolvi mi hamburguesa, la guarde en mi casillero.
—Ya vuelvo por ti, preciosa.
¿Qué? Hablarle a la comida es muy normal. Te ayuda a tener un páncreas sano, no lo busquen en Internet, sólo créanme.

Camine arrastrando los pies, me enfadó que no me dejaran comer.
"Alguien perderá su dedo hoy" pensé.

Llegué a la oficina de la directora, entré, la directora amable me dijo que tomara asiento, y lo hice.
—Señorita... —Aida. —le interrumpí. —Sí, Aida. Su padre nos llamó, nos pidió que le informaramos qué al salir de clases se fuera al hospital Winchester.

—¿Por qué? —pregunté.
—Esa información no la poseo yo.
—¿Sólo era eso? —bufé. —Por esto dejé de comer. —grité.

—Señorita Aida, no use palabras altisonantes. —dijo mirándome fijamente.
—¿Altisonantes?
—Que no grite. —Reprochó. —Puede retirarse.
Me retiré complacida, corrí hacia mi casillero en busca de mi hermosa hamburguesa.
Llegué lo abrí con ansias y mordí un gran trozo.
Ya complacida atragantado me con la hamburguesa, revisé mi horario y note que dentro de 10 minutos iba a clase de informática.
Miré a ambos lados de los extremos del pasillo, me pareció extraño no ver ni un alma en aquel lugar.
Me gusta la clase de informática, al menos puedo revisar Facebook cuando la profesora no mira.

Todo por un Te AmoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora