Capítulo 1

27 2 0
                                    

En tus cuentos siempre hay un final feliz.

¿No te pasa que cuando la vida te da manzanas, tú quieres las peras?
Una comparación rara pero verdadera.

¿Has sufrido de bullying alguna vez?
¿Tus padres te han dejado plantada?
¿Te han quitado todo lo que tienes?

Lo único bueno de mi vida, es mi abuelo. Lo adoro, no sé qué haría sin él.
Mi abuelo me instruyó por el camino de elegir lo que quiero ser, más aunque parezca que funciona, no me va muy bien en ello. Siempre le mentí cuando se trata de eso. Desde la escuela parecía ser la mejor de mi salón, sin embargo, unos niños me molestaban. Mis padres nunca estaban presentes. Me daba mucha vergüenza en los tiempos en que había que ir con nuestros padres, o en las reuniones de padres que ellos nunca estaban. Pero mi abuelo se empezó a presentar poco a poco, él fue mi única compañía hasta hoy que ya estoy en la universidad.

—Ethel —me llamó sacándome de mi ensimismamiento —ya te dije que muy pronto te harás cargo de la empresa. Eres tú, nadie más. Bueno, tú y Nahuel.

—A ver abuelo, cómo y de qué manera te explico que no me interesa eso. Lo que quiero es que te mejores pronto

—Mi pequeña Ethel, sabes que eso ya no será así. Sabes que ya no mejoraré. Mis segundos están contados —su voz rasposa y sus manos un poco frías me desconsolaban.

Las lágrimas son inevitables, nunca me ha gustado la idea de que mi abuelo ya no esté aquí en el mundo terrenal. Se siente como si todo me vaya a salir mal.
Maldita sea la hora en la que los Hendrix aparecieron. Juro por todo lo divino que si mi abuelo muere, yo los mataré a ellos con mis propias manos. Uno por uno. Arruinaré su felicidad.

—Ya estás preparada, lo he estado haciendo desde que eras una niña. Siempre serás mi niña fuerte. Sabrás superarlo todo, cariño. —sus palabras calaban hasta lo más profundo de mi ser. No quiera perderlo.

—Abuelo, no tengo a nadie. Sabes que siempre será así. No me dejes sola, por favor.

—Ethel, te volverás a enamorar. Tendrás hijos, vivirás tu vida. —ya no soportaba ver sus ojos casi apagados.

—Lo juré una vez abuelo. Se los dejé claro. Lo hice por tí. —dije con resentimiento. —Ellos saben muy bien que si te pasa algo los acabaré, —Sollocé —Ya me quitaron a Nahoj que era su propio hijo. No dejaré que todo siga impune. Te lo juro.

—No te envenenes el alma, cariño. Déjalo ser.

—Lo siento, abuelo. Eso no sucederá.

Oí un suspiro algo difícil de su parte. Todo indicaba que su hora estaba serca. Eso me partía el alma.

—Cuando eras pequeña y te llevaba a tomar helado, tú corrías por todo el local. —sinrió con nostalgia —recuerdo que el heladero te decía que pararas y tú lo hacías. Luego te escondías tras de mí porque te causaba temor. El heladero para disculparse, te regalaba mucha más salsa de chocolate en tu helado. —su mano débil alcanzó mi mejilla —Siempre tuviste miedo, siempre estabas tras de mí para protegerte. Supongo que ahora yo estoy detrás de tí para protegerme.

Mi llanto ya era más sonoro y mis lágrimas más gruesas.

—No entiendo por qué esto tiene que terminar para mí, por qué así. —dije con dolor en cada una de mis palabras.

—Mi cielo, no todo capítulo tiene un final feliz.

—¿Y por qué en los capítulos de esos malditos siempre hay un final feliz? Abuelo, no se lo merecen. Los odio.

—Tu abuela quería tener una nieta, lo anhelaba con todo su corazón. Cuando naciste, ella te cuidaba mucho, te adoraba. Podia ver el brillo de sus ojos al mirarte. Cuando murió, me pidió que nunca te dejará sola, eras solo una bebé y ella sabía que tus padres casi siempre iban a estar ausente. —su respiración acompasada me quitaba la calma —Si cierro los ojos, aún puedo ver el brillo de sus ojos y la felicidad en su sonrisa al verte. En poco estaré con ella y juntos te cuidaremos, Ethel. Tenlo por seguro.

—Abuelo, por favor..

—Siempre recuerda que te amamos con el alma, el corazón y la mente. Eres muy fuerte, sé que lograrás superar el dolor.

—No, abuelo...

—Te amo, cariño. —dijo con su último aliento

—¡Abuelo, no! ¡Yo también te amo! —grité desesperada

Una última sonrisa débil apareció en su rostro junto a un último suspiro. Aquello terminó por desgarrarme.

—¡No! —grité mientras agarraba su cuerpo ya sin vida —¡No me dejes, por favor! ¡No, no, no, NO! ¡Despierta por favor! ¡No me dejes sola! ¡No, abuelo! ¡No te vayas! ¡No! ¡Eres mi todo, no me dejes! 

Un grito desgarrador salió de mí. Me aferré a su cuerpo.

—Señorita, Ethel. Debe calmarse —medio oí como me decía uno de los guardias de mi abuelo

—¡No lo haré, no lo haré! ¡No puedo! ¡Se me está yendo! ¡Ayúdame, por favor! —acuné mi rostro entre su cuello queriendo sentir si aroma por última vez —¡Abuelo no te vayas, no me dejes! ¡Abuelo! No, por favor.

Supongo que el mismo guardia me agarró para que soltara el cuerpo de mi abuelo.

—¡Suéltame! ¡Suéltame, que quiero abrazarlo! ¡Por favor, no me alejes! —mis gritos y súplicas funcionaron para que me dejara abrazar a mi abuelo de nuevo y por última vez. —Te prometo que los haré pagar con sangre todo lo que nos han hecho, lo prometo abuelo. —lloré desconsoladamente con su cuerpo entre mis brazos

Cumpliré esa promesa aunque me costara sudor, lágrimas y sangre.

ANTAGONISTA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora