Tres años atrás
— Dale Ethel, ni siquiera sabes si funcionará.
— Mía, no quiero hacerlo. Algo me dice que no funcionará. Además, él ni se debe acordar de mí — repliqué.
— Si lo intentas lo sabremos — insiste.
— Si no contesta a mi correo hasta la otra semana, olvídate de esto, lo dejaremos.
— ¡Ay si! —chilla esta.
Saco el celular de mi cartera lista para escribir un correo:
"Querido Bas, Soy Ethel Dunter. Espero que te encuentres muy bien. Te mando este correo porque la próxima semana iré a Italia, quisiera ver si podríamos quedar para tomar un café y conversar un poco. Espero y me recuerdes aún"
— Ya está — digo.
— No me quejo, pero podrías ser más tibia. Es que eres más fría que el polo norte.
— Mía, nunca has ido al polo norte — replico — Y ya vámonos que tengo cosas que hacer. Esto de estar de becaria en Plus Holding me está matando.
Nos levantamos y recogemos nuestras cosas.
— Yo iré a pagar — dice Mía.
Mientras Mía va a pagar, yo la espero a las afueras de la cafetería.
Siento como mi celular vibra en mi cartera, así que lo saco para ver qué es. Un correo.
Bastián: ¡Ethel, ¿cómo estás?! Claro que te recuerdo. Gracias por avisarme, estaré pendiente de tu llegada para quedar pronto, saludos.
— Ya estamos — llega Mía.
decido no decirle nada. Empezamos a caminar en silencio hacia la empresa ya que queda cerca.
**
— Dylan, lleva estos documentos a la zona de marketing — le doy los documentos.
— Está bien.
— Ethel — me llaman —, te esperan en la oficina de el señor Benjamín.
— Esta bien — contesto.
¿Qué podría pasar para que me llamen? Ojalá y no sea el abogado porque ya estoy cansada de tanto papeleo.
Mis padres murieron hace dos años y pues se supone que a mis veinte años debía hacerme cargo de sus acciones de la empresa, además de administrar las acciones que tenía mamá en su empresa familiar, sobre autos: Benz Group. Está muy lejos de aquí, es en Stuttgart, Alemania.
Todo esto me abruma, desearía haber tenido otro hermano. No puedo quejarme de mi vida, al menos tengo donde vivir.
La vida me ha puesto fuerte pruebas a lo largo del camino, pero tengo fe en que todo mejore.
No es como si fuera un montón de años pero en veintiuno no es como si estuviera aprendiendo a caminar y los golpes que me han dado no son precisamente suaves.
— Sheryl, mi abuelo me mandó a llamar —aviso a su secretaria, una mujer de al rededor treinta y cinco años.
— Sí, pasa por favor.
Tomo el pomo de la puerta y la abro con lentitud. Pero lo que veo, me deja parada en medio de la puerta.
— ¿Abuelo? —susurro —. ¿Abuelo que pasa? — pregunto con un nudo en el estómago.
Mi abuelo tiene su brazo derecho recostado sobre el extenso cristal de la ventana. Tiene la cabeza gacha y su rostro rojo. Además de que su oficina está hecha un desastre, como si hubieran tirado todo al piso.
— Ethel — dice al fijarse en mí. — Ven aquí.
Él se acerca lentamente dejándome ver sus ojos rojos y su cara empapada de lágrimas haciendo que mi corazón se acelere.
—Mi pequeñita — dice abrazándome muy fuerte.
— Abuelo, no entiendo. ¿Qué está pasando?
— Tu.. tu — solloza fuertemente — tu abuela — hipa —Mi Danea.
Se separa para mirarme a los ojos.
— El avión en el que venía tu abuela, se.. se calló en medio del Atlántico.
— ¿Qué? — susurro — ¡¿Qué estás diciendo?! Esto tiene que ser mentira. ¿Y los cuerpos?
— Ya los encontraron, y también el de tu abuela. Está.. está muerta.
— No, es que esto no puede ser — digo sintiendo como las lágrimas caen por mis mejillas y pasando las manos por mi cabello para halarlo — ¡No! ¡no puede ser, joder! ¡No! No, no, no.
— Ethel — me llama mi abuelo —. Tenemos que ser fuertes.
— ¿Fuertes? ¿Te oyes abuelo? ¿Qué me pides? — digo con palabras bañadas en dolor, lágrimas y llanto.
Siento como si una fuerza inexistente bloqueara mi sistema para pensar. Siento los brazos de mi abuelo a mi al rededor. Siento oscuridad. Siento como mi abuelo se rompe junto a mí. Siento como pierdo el valor de la estabilidad. Siento como me caigo lentamente. Siento como pasamos minutos así.
Pero algo de conciencia llega a mí, es mi abuela, el amor de la vida de mi abuelo, su compañera, su corazón. Él está peor. Es su historia de amor la que está amenazando con tener un final.
Lo abrazo, lo abrazo con fuerza mientras me doy cuenta que no ha dejado de sollozar. Que se ha roto. Que ha perdido su otra mitad.
No digo nada, pero mi abrazo y todo lo que le transmito es dolor mezclado con protección. Porque ahora yo tengo que protegerlo como él lo hizo conmigo. Porque mi abuela ya no está. Porque la reina que protege al rey en este juego de ajedrez, ya no está. Solo está el rey, y por alguna razón, su torre.
**
— Mis condolencias — Me dice un señor que no conozco y tampoco me esfuerzo en reconocer.
— Gracias —respondo.
Miro hacia mi abuelo quien está sentado a los lados de la caja de mi abuela, mirándola a ella y a la imagen que está en el portarretratos, con un vacío en sus ojos. Vestido con un traje completamente de negro. Quisiera amortiguar su dolor, quisiera que no sufriera tanto.
Miro a toda la sala, hay mucha gente vestida de negro y uno que otro, de blanco. Desde donde estoy me miro en el espejo que hay al fondo de la sala. Soy yo, pero con los ojos cristalizados y rojos al igual que mis mejillas y mi nariz. Con mi cabello suelto solo acompañado con una pequeña bincha insípida que sostiene los extremos del mismo y un vestido negro, sin alegría alguna. Todo en mí grita ser opaco, incluso mi vida.
Mi mirada se desliza a mi tía Belem quien está siendo abrazada por su esposo Jean y Nahuel, su hijo. No ha parado de llorar desde que llegó.
— Ethel, mis condolencias. — saluda triste.
— Gracias, señor Ashton. — contesto sin ningún intento de sonreír.
— Ella está en un mejor lugar, Ethel — sisea su esposa.
— Lo sé, señora Elizabeth.
Ella me abraza, me abraza tan fuerte que me recuerda el porqué estoy aquí. Hace que mis lágrimas fluyan. Me suelta limpiándose las lágrimas que ella también se permitió soltar.
— Ethel — llaman mi atención, y me abrazan. Bastian me abraza. — Lamento mucho el haber tenido que vernos de esta manera. Lo siento mucho.
Me suelta y toma mi mano dándole un apretón como queriéndome transmitir fuerzas.
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ANTAGONISTA
Teen FictionTodos vemos mal a quienes decidimos llamar "los malos". ¿Malos? ¿acaso alguien se ha puesto a pensar el porqué esa persona es así? ¿no?... ¿Por qué nadie lo puede ver desde otra manera?. Esta es una novela juvenil, donde vemos a los malos desde un...