Placer

569 17 18
                                    


"Galletas." Bandit se disgustó un poco al ver aquel líquido blanquecino.

Radley pasó un dedo por él, y al levantarlo formó un hilillo del viscoso y pegajoso fluido. "¿Es esto normal?. No creo que sea normal. Al menos, en el video no se veía así."

"Pruébalo."

"¿Qué?. Yo no lo voy a probar."

"Pruébalo, tío Radley." Exclamó Bingo, quien esperaba que aquello no hubiera sido un fracaso total.

"Está bien... Puaj, sabe a aceite y soya."

"Tío, es leche de soya y aceite." Le recordó Bluey, soltando una risita.

Durante el campamento las niñas vieron un video que afirmaba que se podía hacer mayonesa usando solo esos dos ingredientes en una licuadora, y no dejaron de molestar a papá hasta que les prometió que lo intentarían llegando a casa.

"Bueno, el video mentía, supongo." Se rindió Bandit, alzándose de hombros.

"Oh." Al unísono se pusieron tristes las hijas."

Bandit se estiró para abrir una puerta de la alacena, bajó un pequeño tarro y lo puso sobre la mesa de forma contundente.

"¡Ta-da!" Dijo con un claro sarcasmo. "Mayonesa lista, igual de buena que la del supermercado, de hecho es la del supermercado."

"¡Bien!" Felices, ellas alzaron las manos. "Hagamos otra cosa."

"Eh..." El padre dudó, al ver todos los trastes sucios, sabiendo que tendría que lavarlos antes de que llegue mamá del trabajo. "Bluey, Bingo. ¿Por qué no van a jugar a la casa de Lucky?." La casa de Lucky no era una carta que Bandit jugará con frecuencia, en especial porque no se llevaba tan bien con Pat como pudiera. Pero el campamento lo había dejado exhausto, y tenía que descansar un poco.

"¿Podemos?, ¡Muchas gracias!. Vamos, Bingo." Bluey, tan energética como siempre, no perdió ni un segundo. Tomó a su hermana del brazo, y, casi volando, se la llevó corriendo.

Bandit empezó a recoger las cosas y llevarlas al lavavajillas. Cargaba un plato sucio en cada mano cuando Radley se le cruzó en el camino, se recargó en la mesa, y sugestivamente le alzó las cejas.

"Rad." A secas respondió Bandit, con un tono casi de súplica. Rodeó su cuerpo y depositó los trastes donde iban.

"Bandit, creo que ya es hora."

"¿Hora de que?"

"Ah, no sé, hora de ver mis caricaturas de animalitos." Dijo, viéndose las uñas, en un falso tono casual.

"Hermano, no voy a tener relaciones contigo." Respondió, acongojado.

"¿No quieres hacerlo?"

"No qui- No lo voy a hacer."

"Pero si quieres. Quieres que te estimule con la precisión y el cariño que solo yo puedo." Radley dió un paso al frente. "Quieres que te abrace, y nos veamos a los ojos, mientras me penetras con suavidad por primera vez. ¡Tú!" Lo acusó apuntando con el dedo sobre su pecho. "Tú quieres montarme como un animal, tú quieres ver como entra y sale tu pene de mi cuerpo." Dió otro paso al frente, acorralando a Bandit con la mesa, haciendo que este se arqueara hacia atrás. "Tú, Bandit Heeler. Por el destino tú, más que nadie en el mundo, quieres sostener mi mandíbula con fuerza, mientras yo gimo de placer al masturbarme." Llevó una mano a su corazón y lo apretó como suavizando una almohada. "Tú, bestia pre andropausica, quieres eyacular dentro de mí, mientras encajas tus garras en mis hombros, y bufas. Bufas porque tu garganta se cierra y tus ojos se humedecen." Lo soltó y tomó un poco de distancia. Con suavidad puso una mano en el plexo solar del otro, y con la otra, tomó la mano opuesta e imitó el movimiento, poniendo la extremidad en su propio pecho. "Y tú, sangre de mi sangre, quieres, con tu tacto, sentir el semen salir de mi miembro, y sentir como el cálido líquido cae sobre tu cuerpo."

Bandit se quedó en silencio durante lo que pareció una eternidad, con la mano en el pecho de su hermano y los ojos cerrados. Una parte de él deseaba, con firmeza, pedirle a su hermano dejar su casa. Y la otra, sacudiéndose como un huracán, quería darle rienda suelta a las imágenes que habían sido implantadas dentro de él. Y aunque esa parte era más grande y fuerte que la primera, Bandit no pudo decidir y dar una respuesta adecuada.

"Tú sabes que esto no está bien." susurró.

"¿En serio?, ¿Esa es tu respuesta?" respondió confundido. "Ho ho. Okay..." Soltó una risa y dió un paso atrás. "Ya entiendo." Puso las manos detrás de su cabeza, sonriendo. "Quieres que lo diga. Sí, quieres que te diga que esto está bien. ¡Ja! El perfecto Bandit necesita saber que hace lo correcto. Ay, pobre del confundido y estresado esposo." Se sentó en un alto banquillo cercano mientras se le borraba la sonrisa. "Oh, seguro que siempre está cansado, al igual que su esposa. Dejenlo explorar su sexualidad, es por su bien. ¿Qué es eso, que es con otro hombre?. No pasa nada, Chilli de seguro amará que a su esposo le guste que le abran el-"

"Radley..."

"¿Qué dices, con su propio hermano mayor?. No te preocupes, Bandit siempre ha sido muy maduro, además, no pueden tener hijos, así que está bien. ¿Verdad?." Al decir esta última palabra, se puso de pie.

Para recibir el próximo regaño, Bandit cerró los ojos y giró la cara a otro lado, como si fuera a explotar una bomba.

Esperó unos segundos, pero no pasó nada. Luego, se le heló la piel al escuchar unos sollozos.

"Pues no puedo." Dijo Radley con la voz quebrada. "Está mal, y no puedo decirte lo contrario. Es raro, somos unos raros." Escondía las lágrimas detrás de su antebrazo. "Deseamos algo horrible, algo que nunca vamos a poder compartir con nadie más que con nosotros mismos, algo que puede hacer mucho daño, por unos segundos de placer y nada más. Somos personas terribles. Soy un enfermo y una persona terrible." Primero dio unos pasos hacia atrás y luego, sin quitar el brazo de su rostro, salió corriendo al cuarto de huéspedes.

Bandit no dijo nada. Se quedó ahí en silencio.

Se llevó la mano a las orejas, y se apretó la cabeza. Estaba sintiendo algo, pero no sabía que. ¿Por qué le pasaba esto a él?

"No puedo. No puedo, no puedo, no puedo." Se repetía para sí mismo. "No lo veo como a Chilli, no puedo... ¿Entonces, por qué?."

Colapsó y cayó de rodillas a un lado de la mesa de vidrio sobre la que estaba antes. Recargó su pecho y puso sus codos sobre ella.

Vió su reflejo, y su reflejo lo vió con tristeza. Pero esa tristeza se transformó, y el reflejo abrió los ojos de par en par.

Bajo el translúcido vidrio estaba una parte del cuerpo de Bandit, y el pudo verse a sí mismo, y al ver lo que pasaba en su entrepierna se dió cuenta de que seguía completamente excitado.

Puso su mano sobre aquello y le sorprendió cuánto placer le provocaba algo tan simple. Como una comezón en la espalda que te hace frotarla contra una pared y no parar nunca, solo quería estimularse más.

Pero, aunque le costó contener ese instinto que hace décadas no sentía (al menos, no con esa fuerza) lo hizo, pero no por pudor.

Se puso de pie, y, con pasos firmes, caminó hacia donde estaba Radley.

"¡Desnúdate!." Dijo, cerrando la puerta detrás de él.

"Pero Bandit." Objetó acostado en la cama, tras limpiarse la nariz. "Yo no uso ropa."

"No, gracias a Dios no la usas."

Nosce te ipsum (Bandit X Radley)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora