Capítulo 1. MI CORONACIÓN

15 3 0
                                    

—Su majestad la princesa Neliane, hija de la reina Daría, nieta de la reina Magnolia, conquistadora de Elia.

Desde hace un año que lord Frit me encontró y me trajo a la corte de la abuela.

Un año que me ha resultado tan maravilloso.

Ayer hubo un banquete en mi honor y esta noche es el baile real, donde, donde... se anunciará mi compromiso con el rey de los goblins.

Nunca lo he visto, solo he escuchado rumores, dicen que desapareció de su reino hace como dos años.

Estoy nerviosa, la única razón de que esté aquí, es en nombre de ese compromiso. Acordado por el padre del rey y mi abuela. Una alianza establecida mucho antes de mi desaparición.

Según la abuela tenía cuatro años cuando nos mudamos al palacio de la nieve, poco después iniciaron las guerras y mi padre falleció en la batalla contra los trols de las montañas.

He pasado toda mi vida en un horfanato de New York, bueno tal vez no toda.

A los 16 escapé de ese lugar junto a otra compañera.

Mi vida estaba entre robar, alimentarme y dormir en alguna callecita.

No ha sido fácil, jamás me imaginé tener una familia y mucho menos ser una princesa, era muy diferente a mi realidad, aún no me lo creo.

—Querida, estás muy callada, bebe un poco de vino para calmar tus mejillas —dice la abuela alcanzándome una copa de vino—.

Doy un sorbo, es exquisito.

Recuerdo que al llegar aquí, lo peor era el extraño sabor de la comida, ahora después de un poco de constancia me resulta deliciosa.

—Majestad —digo con cautela, mirando los negros ojos de la abuela—, cree que ... su majestad el rey, ¿venga esta noche?

La sonrrisa desaparece del rostro de la reina, toma mi mano con suavidad.

—Es...alguien muy ocupado, Nelia debes de ser paciente.

No es que el rey me interese, pero durante todo este año, solo he escuchado etiqueta y normas de como debería comportarse la esposa de un rey. Se podría decir que sólo por esa razón me encuentro en Elia, por esa única razón.

Por un compromiso, si él renuncia a mí, podría pasar el resto de mi vida con todas estas comodidades en este palacio. Sin embargo, nisiquiera a manifestado una pizca de atención.

Sí pudiera hablar con él y convencerlo de abandonar esta locura, sería la mayor de mis victorias.

—Su majestad, permítame presentar mis respetos —dice un joven inclinándose frente al trono, es un tritón. Lo sé por el extraño aló azul en sus ojos—.

—Príncipe Cásmer, gracias por venir el día de hoy —contesta la abuela con una inclinación de su cabeza—.

—He traído un obsequio departe de mi madre —un lacayo trae un cofre de diamantes, mientras que otro avanza con una cajita aterciopelada—, en honor a su coronación.

El sirviente revela un exquisito collar de perlas.

—La gargantilla de la primera reina oceánide —dice con cierto tono de altivez—, un pequeño presente, para felicitar a la futura reina de Elia.

Estoy perdida en el brillo blanquecino de las perlas, cuando veo los ojos de mi abuela.

Esa señal, he aprendido a reconocerla. Significa que debo decir algo.

—Sus regalos, alteza. Son hermosos, me siento honrada de recibirlos, permítame expresar mi gratitud hacia su majestad la reina Vertia —digo con toda la gracia que me es posible—.

Una Noche con el Rey de los GoblinsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora