Capítulo primero

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Ese día Nick había entendido por enésima vez lo dura que podía ser la escuela secundaria. En primer lugar lo habían metido dentro de un casillero, en segundo le habían robado su almuerzo y en tercero gracias a ello llegó tarde a la única clase que no debía y, como si fuera poco, lo castigaron por ello.

Ya era la tarde y se encontraba caminando despacio por los pasillos que iban poco a poco llenándose de la luz blanca de los focos a medida que bajaba el sol. En dirección al salón de detención mientras se preguntaba el porqué siempre le pasaban todas a él y como sus padres volverían a preocuparse. Acabó su recorrido cuando leyó el típico cartel que indicaba la sala de "Detenidos". Tranquilamente abrió la puerta y apenas lo hizo, una tiza salió volando en su dirección, la cual logró esquivar de milagro. Con el corazón en la boca miró hacia el lugar de donde provino el tiro, allí vió a un chico menudo de cabello rubio y pecas bastantes notables. El chico sólo chasqueó la lengua como renegando de haber fallado el tiro y sin más se volteó hacia el lado de la ventana. Aun con el corazón en la boca, Nick, se sentó en uno de los bancos del medio.

-Hey, tú- se escuchó la voz de una chica, quien posó su mirada sobre Nick.

-Ah, ¿Yo? sí dime- contestó el castaño claro desviando su atención hacía ella.

-¿Sabes lo que dicen de tí por ahí?- siguió la pelirroja.

-No...- disimuló Nick, porque, sabía que hablaban de él de mala manera.

-¡Que eres un marica!- saltó el chico rubio de antes.

Todos en el salón comenzaron a reír.

Nick simplemente optó por quedarse callado, suficientes problemas había tenido en el día como para tener otro. Más sus compañeros de detención no pensaban lo mismo.

-Ey, te he dicho que eres un marica, minímo podrías reaccionar- siguió el rubio.

Nick volvió a quedarse callado.

-Oye ¿Acaso estás ignorándome?-.

-No, sólo que no sé qué decir-

-Qué tipo más aburrido- comentó la chica.

-Tal vez si te golpeo lo sepas-.

El castaño tragó en seco y se agarró bien a su asiento. De pronto el pecoso se levantó de su banco y junto a él, dos otros muchachos que había en el salón. Lentamente los tres se situaron alrededor de Nick. Lanzándole miradas feroces, idénticas a un grupo de lobos mirando a su futura presa, en este caso, comparable con una oveja indefensa. El más grande de ellos al acercarse lo levantó por el brazo derecho y lo estampó contra la pared. Los jóvenes volvieron a rodearlo y le sujetaron entre los dos más altos los brazos.

-Vamos a ver si ahora hablas- dijo el rubio apretando sus puños.

-Podríamos hablarlo, ¿No les parece?- contestó el castaño tragando saliva y con un sudor frío corriéndole por la espalda.

-¿De qué modo? ¿civilizadamente? no me jodas- exclamó y le pegó en la panza.

Nick escupió sobre el rostro del pecoso.

-Agg, qué asco, ¿Qué harás para compensarme?-dijo limpiándose.

El de ojos oscuros no podía aún pronunciar palabra.

-Veo que sigues sin hablar como es debido- dijo y le asestó otro golpe.-Vamos, habla- Lastimosamente Nick no podía pronunciar palabra-Tienen razón con lo de marica- y le volvió a pegar.

Luego de eso cayó al suelo y comenzaron a pegarle patadas. Nick se hizo bolita y se cubrió la cabeza. Cada golpe ardía y le hacía perder más la noción del tiempo junto con el acrecentamiento del dolor. Hasta que de pronto sintió la puerta abrirse y luego una voz muy particular.

Dos idiotas y la Magia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora