Arañas de Redon.

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Arañas de Redon.

Día Cuatro, 1951.

Arañas de Redon.

Día Cuatro, 1951.

Elegí uno de esos hoteles, igual no de prescindibles... tenía en mente un par de meses antes de estar en un sencillo motel. Creo que lo del motel lo había planeado toda una vida. Sondear las calles difíciles, ver las luces y las verandas aduladoras de esos otros hoteles más grandes y suspirar. Aquellos hoteles mas adustos y su amarillo artificial son como faroles azuzados por la oscuridad endrina del mar de un puerto holandés para alguien que permanece en un barco pesquero. De pronto entrare en sus bares... pero solo en sus bares. Y de nuevo volver a ese otro lugar, más aplacado y antiguo como los recovecos de la mente de un pintor simbolista. Los cuales se dedican a hacer esstragos en su mente. 

Nunca tuve ese interés nocturno por la fantasía, que se supone no llego en un antes en un estado pobre en Montmartre, o me llegaría en la serenidad de los años por exploración. Esos castillos de arena, que en el trascurso de la noche de manera involuntaria caen y nos despiertan. Y les das valor a toda esa información del futuro y el pasado. y terminas parado frente al lienzo con la cobija sobre la cabeza. 

algo asi como aquellos intersticios, esquinas, aquella porosidad de la oscuridad, creciendo como pelo púbico que se cierne en todos los lugares franceses... algo así... no me gusta Redon, aquel pintor que busca combinar todas esas fantasías, con la realidad, como el verdadero plano subsecuente, el verdadero material de la vista que nos permite movernos en el sueño... invariablemente podría combinar todas esas forma, de pronto pintar su Araña sonriente... 

aun así pensé en mis días de juventud.Si hubiera visto el cuadro de la araña sonriente de Redom, de seguro hubiera encontrado otros caminos en Francia, recorrería sus raíces históricas y entraría sin miedo a Montmartre.

De esa naturaleza podria de pronto empezar a pintar, desde aquellas realidades, la fantasia...

Eso es lo único que podría dilucidar de Redon... para mí los nomos, estaban en mi tobillo, dándome puntapiés, hablándome de pinceladas esquivas, llenas de diversidad. Eran mas esquivos, eran mis nomos y no los prestados por otro pintor... no reservados para pintarlos, y tan independientes y aveces silenciosos observándome desde la oscuridad lanzando pepitas de oro...... de seguro recibieron un punta pie mío más de los que han recibo los costados de aquello perros que encontré en parís en las anteriores décadas, como si estos perros estuvieran a punto de morir de aburrimiento y con ellos desaparecerían las calles francesas. Esa ociosidad no podría pintarla jamas... Pero si la Araña sonriente de Redom en toda su ociosidad. Que grandioso cuadro. Esa es la diferencia, su estado de movimiento estatico, el remolino inercial en aquellos pobres rincones del parís mas pobre. Y de seguro seria lo primero que pintaría en aquella estancia... felizmente ese fue mi interés en la llegada, hasta mientras iba en el taxi, soplado por aquellas calles. Antes de detenerse un leve hálito de sirena sonó. 

La araña sonriente seria ese preludio, en aquel lugar tan cercano a la imaginación y la fantasía. Les podría preguntar a todos los pintores.

Aquel hotel estaba en su toque de madera caoba casi roja, el color que me gusta, un galopante hombre de nervios, se levantó de sus asientos con una naturaleza vivípara, con sus manos ajustadas y bien organizadas a los costados. Parecía realmente mostrar aprecio por sus inquilinos, su acercamiento fue exultante, al punto de tomarme un trago, y tener la apreciación de echarle gotas en los ojos a aquel botones a medida que el liquido avanzo, lo cual lo hizo alunizar, un poco mas exaltado... termine tomándome otro trago mas.. ya me había tomado uno, en la entrada, al ver aquella oscuridad en aquellas escalas, tan antiguas... es como si de nuevo estuviera ahí, joven, y ese individuo fue lo más cercano a esa apreciación de mí mismo... quería odiar todo eso, en primera instancia, degradar la situación, pero era inevitable, podría besar aquel hierro forjado como si fuera arte, esperar un tiempo y perderme en las grietas del antiguo ajedrezado que cubre las estancias... como aquellos tiempos, sentado en las escaleras, que lugar tan concreto, lleno de otras aguas verde azul, y sus larvas, y todas esas grietas que extrañamente no he olvidado. De pronto no habían tantas diferencias, entre francia pobre y francia rica. 

Era inevitable, el ascensor nos subió como un gigante terciando un sujeto pesado en las espaldas, dejando claro sus adustos pasos uno tras otro en cada piso, más el estertor subyugado de sus pulmones. Luego la versión reprobatoria de soltar la carga de costal, en el suelo, en aquel nuevo mundo.

Al abrir la puerta del piso no logre el susto que quería tener... buscar aquel punto de luz en la oscuridad máxima, lo minino que imagine serian aquellos muros de mantequilla amarilla mal pintados donde estaría resbalando constantemente, hasta odiar su brillo por reflejo de la lampara...  a pesar de que podría encontrarme con una mala noticia del pasado infernal, como una sorpresa isofacto, llevandome a una penumbra y ahogarme, no paso nada... en la habitación francesa el pelo púbico no dejaba de crecer en los intersticios como era lo natural, y un bello lienzo blanco que había pedido, ahora extrañamente había llegado una media hora antes... se veía ondulante y tan puro, que podría dormir tranquilo.

le di tres patadas al nomo que resulto ser un gato, y termine pintando el pelo púbico que nació por los rincones de la habitación, pero sin formas como la araña sonriente de Redon... era exactamente el recuerdo que quería llevarme de Francia... claramente lo dejaría en otra habitación y en los otros días reanudaría mi tarea de encontrar otros indicios, tuve hasta la leve idea de estar en la caverna de los tesoros...

Que debería hacer primero... bueno... iniciaría un camino al reencuentre, antes de visitar aquella persona...


PINTOR JUDIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora