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-Esta será tu única vestimenta hoy. Cuando llegué tu Amo te usará a su antojo y te colocará su collar. Tu vida le pertenece ahora.

Me situé frente a la puerta de entrada de nuestro hogar, me arrodillé manteniendo la espalda recta, y con la cabeza baja abrí mis piernas mostrando mi sexo. Para finalizar coloqué mis manos a modo que estas descansaran sobre mis muslos, mostrando las palmas. Con esta postura le ofrecía mi sumisión, mi desnudez y la accesibilidad para mi uso.

Rafael hizo acto de presencia minutos después. Encontró a su sumisa preparada y deseosa.

Besé la mano de mi Amo.

-Acompáñame.

Caminé tras mi Amo mientras Él observaba el contoneo de su sumisa. Le gustaba que me moviese a gatas.

Me indico que le esperase fuera de la habitación mientras Él preparaba la sesión junto a David. Esperé de rodillas junto a la puerta, mientras que mis pezones estaban erguidos y duros por el frio, mi sexo me proporcionaba calor. Sólo mi Amo me hacia humedecerme así.

David salió de la habitación y me miró.

-En cuanto tu Amo se sitúe ante ti, guardarás silencio y tu mirada permanecerá baja. Esta noche tienes prohibido mirarle.

Asentí con temor.

David me agarró del pelo y me obligó a caminar hacia la habitación. Se detuvo frente al Chester de vacuno rojo donde me esperaba mi Amo y señor Rafael.

-Voy a colocarte el collar gatita.

Daniel depositó mis cabellos sobre uno de mis hombros, descubriendo mi cuello, para que no le molestasen a mi Amo para cerrar el collar. El collar elegido por mi Amo era sencillo, de cuero negro, con una pequeña argolla color plata en su parte central.

La felicidad que me provocaba el compromiso que estábamos adquiriendo juntos al otorgarme el collar era máxima, por fin era suya. Cuando el collar fue cerrado, el semblante de mi Amo cambió, se volvió serio. Le dedicó una mirada a su amigo.

-Procede. Se limitó a decir.

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