Capítulo 4: Tu llanto

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Spreen✧⁠*⁠。

— Creo que fuiste cruel.

— ¿Cruel? ¡Arruinó papeles importantes!

— Papeles que se pueden volver a conseguir fácilmente.

— Ya lo sé, pero estaba tan enojado en ese momento que no medí mis palabras.

— Nunca mides tus palabras, no te sorprendas si llegando a casa Juan ya no esté ahí.

No.

Juan sería incapaz de dejarme, Mayichi no sabe lo que dice.

Llevo dos años de relación con Juan, incluso antes de estar juntos fui así con él, y él me quiso, me aceptó aun sabiendo mis problemas, lo impulsivo que podía llegar a ser. No quiero hacerle daño, pero simplemente no puedo controlarme, no puedo evitar querer a Juan cerca y luego lo más lejos posible.

Amo a Juan, pero no sé lo que es ser un novio.

— No digas boludeces, mejor andate, no necesito tu ayuda en nada.

Había llamado a Mayichi para que consiga los papeles que Juan arruinó y le conté lo sucedido, pensé tontamente que tomaría los papeles y se iría a hacer lo que le ordené, pero en lugar de eso, se quedó regañándome por cómo trato a Juan.

¿Qué le importa?

No necesito de nadie que me diga lo que estoy haciendo mal, ya lo sé, no puedo cambiar, no sé cómo hacerlo.

— Cómo quieras, patrón.

Estoy lo suficientemente estresado como para no volver a casa, no estoy listo para ver a Juan llorando y más si es por mi culpa. Pero ya es tarde, lo suficiente cómo para cerrar el local.

Decido levantarme y alistar mis cosas.

Al abrir el maletín notó una pequeña cajita con una nota encima y siento mi corazón romperse.

“Qué tengas un buen día de trabajo hoy, sé que estás molesto conmigo por nunca callarme, perdón, prometo no hablar tanto cuando estemos juntos. Te amo.

Te preparé tus galletas favoritas :)”

Soy una persona horrible y no merezco nada de Juan. Él es dulce y alegre, yo soy una piedra en su camino.

Juro que quiero ser mejor para él, quiero amarlo cómo se merece, pero no puedo evitar mi comportamiento, no puedo evitar hacerle daño con mis palabras.

Siento mis ojos arder por las lágrimas que evito soltar y solo quiero correr a casa. Pero no puedo ir así, Juan no me puede ver llorar, pensará que soy débil y no lo soy.

No me importa tener que dormir en alguno de los sofás que tengo en mi oficina, no quiero ver la decepción en los bellos ojos de Juan.

El timbre de mi teléfono suena, no quiero hablar con nadie ahora.

Suena más de tres veces y me canso, veo quien es y decido responder al ver el nombre de Juan en la pantalla.

— ¿Sí?

— Spreen, hola.

— Hola Juan.

— Cariño, perdóname por favor, te prometo que no volveré a ir a tu oficina nunca más… solo ya no estés enojado conmigo… — habla con la voz rota.

— Tranquilízate Juan, ya lo solucioné, ya no llores más.

— Perdón, soy tan torpe…

Lo es.

Pero me duele saber que se siente así, no quería hacerlo sentir así.

— Ya cálmate.

— Está bien — lo escucho respirar profundo — te dejé un poco de comida en el microondas para cuando regreses a casa.

— ¿Tú cenaste ya?

— Sí, sé que necesitas una cena tranquila, así que me iré a dormir ahora.

Mi pecho duele y las lágrimas salen sin control, me permito llorar esta vez. Odio darme cuenta de mis actos mucho después, odio lastimar a Juan.

Odio que Juan llore por mi culpa.

Pero sobre todo me odio a mí.

Limpio mis ojos fuertemente con mis puños haciéndome daño y corto la llamada. No controlo lo que siento y empiezo a tirar lo que tengo cerca.

Tiro lo que hay en el escritorio para luego patearlo, rompiendo así uno de sus soportes.

Mis uñas no dejan de arañar mis brazos y caigo en cuenta del desastre que hice, si Juan viera esto, lo malogrado que estoy, me dejaría, no quiero que Juan me deje, no podría vivir si eso pasa.

Aunque sé que él viviría mejor…

Me levanto y camino al baño para lavarme la cara.

Vuelvo a guardar mis cosas y camino a la salida, estoy decidido en volver a casa.

Necesito ayuda, ya no quiero lastimar más Juan. No quiero.

Camino a través de mi ciudad y llegó a nuestro hogar, seguramente Juan ya está dormido.

Entro y lo veo acurrucado en un sofá, con una manta, cubriéndolo hasta el cuello y a su lado nuestros “bebés”.

Me quedo apoyado contra la puerta y él se da cuenta, se levanta y camina rápido hacia mí, abrazándome.

Le correspondo el abrazo y puedo decir que jamás había disfrutado tanto de uno.

Tomo su pequeño rostro entre mis manos, noto sus ojos hinchados y me siento morir.

— Perdón por hablarte así, no pasará de nuevo, te lo prometo.

No llevo la cuenta de cuántas veces dije la misma frase, pero sé que fueron muchas.

— No pidas perdón, yo lo arruiné.

— No — niego con la cabeza — yo lo arruino siempre, te lastimo.

— No digas eso.

— Creo que sería mejor dejar…

— Ay, no, cállate, no digas tonterías — se suelta de mi agarre, tapando sus orejas y negando — vente, mejor vamos a dormir.

Su mano jala la mía, me dejo llevar.

Subimos las escaleras y entramos al cuarto, se ve ordenado y limpio.

»— Ve a ponerte el pijama — se separa de mí para darme mi ropa planchada y doblada.

Tomo el pijama sin decir nada y camino al vestidor para cambiarme.

Estuve a punto de terminar mi relación con Juan y él no me lo permitió.

Debo ser mejor para él ahora que indirectamente me dio una segunda oportunidad.

Necesito ser mejor para él, se merece el mundo entero y yo quiero dárselo.


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😐

Lo Que Odio De Tí//SpruanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora