Morgan Smith, ese es el nombre de la rubia que ha tenido que sobrevivir a muchas cosas en su vida.
Secuestro, Venganza, Acusaciones falsas, intentos de muerte, entre otras cosas.
¿Podrá ella sobrevivir a todo eso o no podrá con la presión?
El univer...
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Una pequeña Morgan emocionada abría su regalo con una gran sonrisa.
Admiraba el caballo de madera de juguete que estaba frente a ella, mientras su madre le daba un beso en la cabeza, en muestra de cariño.
Su madre puso el pastel de cumpleaños en la mesa, dejando ver la velita con el número cinco en ella, un delicioso pastel de biscocho con relleno de frambuesa, su favorito.
Morgan sonríe a la cámara y sopla la vela, aún mirando a su padre que estaba frente a ella con la cámara en mano.
[🔫]
Hannibal estaciona frente a la tienda, sale de su auto y entra en la tienda.
—Sr. Smith, ¿cómo está? —le saluda el vendedor.
—Estoy bien, ¿cómo está usted?
—Muy bien, ¿viene a ver la máquina otra vez?
—Si no le importa.
—¿Sabe dónde está? —Sale del mostrador y se acerca a su cliente.
—Ah, sí.
—Si le cobrara un dólar cada vez que viene a examinar la máquina, ya la habría pagado; es la que usan los profesionales: Mariah Carey, Beyoncé, Gwen Stefani.
—¿De verdad?, ¿quién es Beyoncé? —el vendedor se queda callado— Es un chiste, me la llevo.
[🔫]
El coronel envuelve la máquina con papel de regalo cuidadosamente. Y después se dirige a la casa de su exesposa.
Baja de su auto con el regalo en su mano, camina por la entrada y trata de dirigirse hacia su hija.
—Disculpe, Sr. —se acerca un hombre de seguridad—, los adultos van al frente de la casa.
—Soy el padre de Morgan.
—Lo siento, pero trabajo para el padre.
—El padre real.
—Está bien, Stevie, yo me encargo —dice Leonor, la madre de Morgan—. Hola, Hannibal —saluda quitándose los lentes de sol.
—Leonor. Solo quería darle a Morgan su regalo.
—Ah, ahora está muy ocupada con sus amigos; ponlo ahí con los otros.
—Leonor, solo quiero entregárselo yo mismo —pide el hombre.
—Sigues con problemas para seguir las reglas.
—Ay, por favor, Lenny.
—Te pedí que no me llamaras así, por favor —susurra la mujer.
—Disculpa, Leonor —contestó un poco brusco y sarcástico.
