El insistente cantar del gallo se escuchó por toda la hacienda, una y otra vez. De verdad, el pobre gallo no paraba de cantar hasta que todos estuviesen despiertos.
Jisung gruñó, tapándose la cara con la sábana, removiendose, negandose a despertarse por completo. Pero al esplendoroso cantar del gallo se le sumaron el sonido de unas garritas raspando la puerta y lloriqueos. El joven bufó, sentándose sobre su cama y frotando uno de sus ojos con el puño.
—Ya, Bbama, ¿qué sucede? —se quejó somnoliento, saliendo de la cama.
Como pudo se calzó sus pantuflas abriendo la puerta para que su mascota saliera disparada del lugar.
Con el poco raciocinio que tenía a esa hora de la mañana salió detrás de él, intentando adaptar su vista a la luz. Al parecer Bbama había salido de la casa, no había nadie, sus tíos eran madrugadores y empezaban sus tareas cuando el sol apenas comenzaba a salir, recordaba que sus abuelos eran exactamente iguales, no entendía la razón.
Obvió la parte en donde se supone que estaría allí para ayudar y salió por la misma puerta que su perro lo había echo, y lo encontró orinando en una de las esquinas.
Suspiró cuando otra ronda de canto del gallo empezó. Sus padres de verdad habían cometido una de las peores traiciones que había visto.
—¡Primo! —escuchó una voz un tanto lejana. Parpadeó várias veces para enfocar su vista.
Oh no, era su primo el que tenía a un gallo como animal de estimación. ¿Qué querría?
No lo sabía, pero algo en su mente le gritó que huyera, no podía quedarse tanto tiempo en ese lugar y como siempre actuaba antes de pensar dos veces con rapidez tomó a Bbama que había acabado de hacer sus necesidades y corrió en dirección ala salida de la hacienda, no estaba listo para hacer aquellos trabajos forzosos, no quería ordeñar vacas ni ser atacado por el picotaje de la gallina estresada otra vez.
Podía oír los gritos de su primo, pero hizo caso omiso, saliendo del terreno que le pertenecía a su familia, ¿rumbo a dónde? No tenía idea, su mente solo pensaba en escapar de ese lugar. Había personas en bicicleta, y muchas otras ocupadas en sus deberes, ya sea cuidando de un huerto o del ganado, debía verse como un completo loco corriendo, perturbando la paz del pueblo y lo sabía por las miradas curiosas y extrañada de los locales. Así que cuando estuvo suficientemente lejos a su parecer paró de correr. Miró hacía atrás, sin rastro de su primo ni su gallo.
Con la respiración agitada dejó a Bbama en el suelo, él se veía animado moviendo su cola, al parecer había disfrutado de su carrera.
—Dios, tengo veintidos años y acabo de correr como un estúpido adolescente —susurró como pudo —. ¿Y ahora que se supone que haga? ¿Uh? Oh, Ahora estoy pidiéndole consejos a mi perro.
El animal ladró como si estuviera entendiendo su corto monólogo, Jisung bufó, se sintió patético.
Comenzó a caminar lento, no podía quedarse parado en medio de ese lugar. Admiró los distintos establecimiento andando sobre la calle de asfalto viejo, era un pueblo dedicado más que todo a la agricultura y ganadería, pero no era del todo rural, solamente un poco atrasado, o mucho a comparación de la capital.
Había vegetación por la mayoría del camino, también habían flores, frutas y hortalizas. Se habría maravillado y tomado algunas fotos, si tan solo no hubiera dejado su teléfono en la hacienda. Apretó los ojos al recordar, sí, era bonito, pero no era su ciudad, no quería estar allí en ese momento.
Estaba exhorto a su al rededor cuando su mascota comenzó a ladrar, moviendo la cola y olfateando como loco.
— ¿Qué? —preguntó, dándole su atención a Bbama, y este agitado comenzó otra carrera, saliendo disparado a correr — ¡Bbama!
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Fresa salvaje | Jilix
FanficJisung, quién vivía una vida acomodada en la hermosa y lujosa Seúl, es obligado a pasar un tiempo en un pequeño pueblo rural del estado, donde conoce a un lindo pelirrojo, dueño de un campo de fresas.