Si por algún desdichado juicio me convirtiese en el reflejo de mis pensamientos e inconscientes impulsos, desgraciadamente sería la persona más inhumana de todas, me convertiría en aquello a lo que comúnmente la gente le llama monstruo, en realidad ese es mi temor más perenne.
Son un inconmensurable montón de pensamientos que me llevan a un río de tenaz corriente, pero en vez de arrastrar consigo tranquilas y mondos centenares de aguas; lamentablemente avalancha mis pensamientos y sentimientos más crueles e inhumanos, esos que mantengo en resiliencia en una especie de presidio con grandes travesaños de hierro, donde no puedan inmiscuirse con el resto. Pero, sin embargo, existen efímeros segundos en los cuales logran hacerse paso por los holgados barrotes de la celda, siento que son tan racionales que de alguna u otra forma determinan los segundos perfectos en los cuales hacerse notar.
Por más que intente hacerles prisioneros, no alcanzo a comprender el cómo logran asomarse por los herméticos travesaños de aquella mazmorra.
Tengo la percepción de que todo es un engaño, una farsa, que me hacen creer que los tengo cautivos, en resiliencia. Cuando en realidad pueden escapar cuando así lo deseen.
—Stephen J.