Había una vez dos jóvenes enamorados llamados Ana y Carlos, quienes se conocieron en la universidad. Desde el momento en que se vieron por primera vez, sintieron una fuerte atracción el uno por el otro y rápidamente comenzaron una relación.
Al principio, todo parecía ir bien. Se veían a menudo, hablaban por teléfono y compartían sus intereses y pasatiempos. Pero después de tres meses, algo extraño comenzó a suceder: Ana comenzó a sentir que Carlos no le prestaba tanta atención como antes, y que se estaba volviendo distante.
Al principio, Ana no estaba segura de qué estaba sucediendo. Intentó hablar con Carlos sobre cómo se sentía, pero él parecía evadir el tema. Ana comenzó a sentirse ignorada e incomprendida, y pronto se dio cuenta de que la relación estaba en problemas.
Sin embargo, Carlos no parecía darse cuenta de lo que estaba sucediendo. Pensaba que todo estaba bien y que Ana estaba exagerando. Continuó actuando como siempre, sin darse cuenta de que su falta de atención estaba lastimando a Ana.
Finalmente, después de tres meses de ignorancia y falta de comunicación, Ana decidió que era suficiente. Habló con Carlos y le explicó cómo se sentía. Carlos se sorprendió y se sintió mal por su comportamiento. No se había dado cuenta de que estaba ignorando a Ana y no había sido consciente de lo que estaba sucediendo en la relación.
Afortunadamente, después de una larga conversación, los dos pudieron solucionar sus problemas y reconciliarse. Aprendieron la importancia de la comunicación y la atención en una relación, y prometieron ser más conscientes el uno del otro en el futuro.
Desde ese día en adelante, Ana y Carlos se esforzaron por mantener una relación saludable y feliz, llena de comunicación y atención mutua. Aprendieron que incluso en las relaciones más sólidas, la comunicación y la atención son fundamentales para mantener la conexión emocional.