Capitulo I "Niño muerto"

2 2 0
                                    

02/02/1992

Mis manos sangraban y mis brazos me dolían, pero me rehusaba con todas mis fuerzas a caer, no, claro que no iba a caer, no lo permitiría. Pero mis fuerzas son pocas y cargar con mi propio peso me mataba y más porque tengo a mi hijo y una mochila que bien podría pesar una tonelada, se que estoy exagerando pero el dolor lleva a uno a pensar cosas sin sentido, estoy arriesgando mi vida y la de mi hijo solo por una cosa; los políticos, el gobierno y los políticos se han encargado de arruinar a nuestro país y he empezado a ir tan mal que me ha tocado emigrar, han roto los límites, están matando a los emigrantes y yo en sí no lo soy, voy a mi país natal, pero como llevo doce años aquí ya estoy legalizada acá, estoy escapando de este país que ame de corazón, huyendo de la corrupción y el vandalismo, huyendo de el mal y la crueldad, me han dejado en la calle, por qué no pude pegar la renta, y aunque sabían que era soltera y tenía un bebé, nos le causo remordimiento sacarme a patadas, el gobernador a advertido que a todos los que están en la calle serán eliminados, sin importar la edad, el sexo o discapacidad, ¿Porque el gobierno hace ésto? Pues al parecer nuestro país está sobrepoblado, hay mucha gentilicia y han tomado la cruel decisión de acabar con su gente, no sé cuánto tiempo estuve aquí pero solo fui consciente de todo cuando el tren se paró y alguien me jalo de los brazos, de un momento a otro ya estaba en un hospital, no sé en qué momento me quitaron a mi hijo, ni sé cuándo me quitaron mis cosas, pero cuando el efecto del tranquilizante desapareció me volví loca.

— ¡¿Mi hijo?! ¡¿Dónde está mi hijo?! — Grite desesperada.

Los doctores me intentaron tranquilizar pero fue imposible, estaba demasiado alterada, y no les quedo de otra que traer a mi niño.

— Aquí está su bebé — Dijo la enfermera entregándole a mi Matius, y mi cuerpo se tranquilizó de golpe.

Con manos temblorosas agarre mi niño y al verlo no pude evitar sonreír de alegría, sus ojitos negros me miraban con curiosidad y su sonrisa mostraba su alegría al verme, lo abrace y lo empecé a dar muchos besitos, me olvidé de la presencia de los doctores, lo único que me importaba era mi niño, él está bien y eso es lo único importante.

— ¿Quién es la cosita más bella de su mami? ¿Quién? ¿Quién?... Obvio que tú papito lindo — Dije con voz infantil dándole besitos en toda su carita y en respuesta sus risas me dieron felicidad eterna.

[...]

Mientras una extranjera jugaba feliz con su hijo, los doctores miraba la escena con preocupación y otros aún estupefactos, la mujer besaba y jugaba con el pequeño con mucha energía.

— Creo que deberíamos decirle — Murmuró un hombre de piel morena, quién era el doctor y encargado de la pacienciente.

— No lo sé, jamás... Había visto algo parecido — Comentó la doctora y compañera de trabajo del Doctor Francisco.

— Dios...

Entre las manos de la paciente, había algo más horrible de lo qué cualquiera hubiera pensado, la mujer reía, mientras los gusanos recorrían la cara de su hijo muerto.

Y Serás Maldito.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora