A la mañana siguiente, despierto desorientada. Como si me hubieran arrollado, pero no es nada de eso. Mi madre es la que me está abrazando con tanta fuerza que la falta de respiracion es la que me despertó, y la falta de movimiento por igual. Recuerdo que mi madre vino cuando grité por el sueño. No había tenido uno desde hace 6 meses. Y no se cual fue el detonante de un demonio desencadenado. Odio eso. Odio las pesadillas. Odio la noche. Lo cual es raro porque antes amaba la noche.
Deja de pensar.
-Estas bien, estas a salvo.- repite constantemente contra mi cabello.
Siento que se lo dice a si misma, no a mi. a veces pienso que voy a desaparecer. Pero ella piensa que en cualquier segundo ya no estaré. Le he preguntado mil veces que como es que llegue al hospital pero nunca me contesta. desvía las palabras y cambia de tema. Ella cree que no me doy cuenta pero siempre lo hago.
-Debo cambiarme.
Y con eso, me voy sigilosamente de sus brazos y me dispongo a empezar mi día bien y no tan mal como lo estoy creyendo o por como empezó.
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A veces pienso que la gente es normal, demasiado normal. Muy normal que a veces asusta. O tal vez yo soy muy rara. Cualquiera de las dos.
Al llegar al campus tengo la extraña sensación que todos me están viendo muy raro. Lo cual es muy terrorífico.
Si, damas y caballeros, sigo viva, ahora dejen de verme así y regresen a sus pendientes del dia.
Ahora que estoy aqui, caminando como si nada, me siento un poco extraña y fuera de lugar. También nerviosa y asustada. No pensé que regresar a la escuela fuera tan peligroso como ser observada por todos, como si te fueran a golpear, matar, y hasta algunos me miran con compasión, otros con temor y otros mas con indiferencia. Creo que prefiero los que me miran con indiferencia, los cuales son solamente tres personas. Lo que es muy triste ya que si fueran mas de la mitad de la escuela lo soportaría y seria muy feliz. Pero, este no es el caso así que tendre que soportar todo este martirio hasta que se acostumbren a verme o yo a ellos.
Camino hacia la entrada, dirigiéndome a servicios escolares y al paso ignorando a todo aquel que se me quede viendo.
Si, si soy humana estupido. No, no tengo dos cabezas.
Al llegar a servicios escolares, la recepcionista me ve y se pone de un color tan pálido que me dan ganas de retroceder y correr pero, en cambio, me detengo frente a ella.
-Buenos dias, vengo por mi horario.
La recepcionista parpadea,- Eh, yo... mm si... un momento.- Se levanta y entra a la oficina como si su vida dependiera de ello.
Por favor... SEÑORA! No muerdo. Según yo...
Me rio ante mi pensamiento mientras que alguien se coloca sigilosamente alado de mi y me tenso, volteando abruptamente, cerrando el puño a su vez.
Un hombre/joven alto levanta los brazos en modo de rendición.
-Lo lamento tanto, no pretendía asustarte.
Me relajo, no del todo, al ver que solo es un estudiante.
En vez de contestar, lo observo detenidamente. Tiene cuerpo no tanto de atleta, pero tiene cuerpo que muchos boxeadores quisieran. Trae puesto un pantalón de mezclilla con unos tenis casuales, una camisa por igual casual, con tres botones del cuello sin abrochar. Su cabello es de color negro y trae unos lentes puestos. Pero su rostro se me hace un poco conocido, pero al tratar de recordar me dan puntadas en la cabeza así que lo dejo pasar por este momento.
Baja los brazos y extiende su mano hacia mi.- Mi nombre Asher.
Pongo los ojos en blanco y acepto su mano, sintiendo algo verdaderamente extraño.
-Sky.
Él sonríe, y de repente me siento en paz, pero a la vez un poco intranquila.
Relájate mujer.
-Srta. McCharen. Le presento al Sr. Coran, él la guiará en la institución sus primeros tres días. Bienvenida. - dice la recepcionista sonriéndome, pero lo noto que es forzado.
Doy las gracias mientras Asher se quita los lentes y me quedo viendo sus ojos.
Esos ojos los conozco.
Quien eres tu...
Una punzada de dolor me atraviesa pero trato de ignorarla. Una voz me interrumpe en la cabeza.
-Quédate conmigo...
Trago la bilis que sube por mi garganta.
No, por favor.
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Mirando las Estrellas
Teen FictionSinopsis. ¿Que harias si toda tu familia sabe una verdad que pasó hace un año, que tu no sabes? ¿O no recuerdas? Skyleth McCharen de 17 años, ama tocar guitarra. Pero no tiene idea de quien le enseñó. Ella tiene una vida , por así decirlo, normal. P...