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Katsuki Bakugou tenía cinco años la primera vez que entro a una iglesia.

Su padre no era realmente devoto, así que normalmente no tenía mucho que ver con las cosas de la religión, pero este sería el bautizo de su sobrina y el hombre sería el padrino.

Katsuki se encontraba aburrido hasta que algo llamó su atención.

Cuando el sol del mediodía atravesó los vitrales de la iglesia, el pequeño rubio se maravillo por la hermosura en la imagen que se proyectaba.

Era la imagen de una persona, con grandes alas blancas y el rostro más hermoso que el niño había visto. No sabía si la figura era femenina o masculina, solo sabía que no podía dejar de mirar tal obra de arte.

Cuando la ceremonia de bautizo terminó, Katsuki le preguntó a su padre "¿Cómo puede alguien ser tan hermoso?", y Masaru le explicó que en la imagen no se retrataba a una persona, sino a un ángel. Una creación divina, construida en base a la pureza y la benevolencia, un ser sin género cuya hermosura era otorgada por la mismísima mano de Dios.

Y Katsuki no pudo evitar sentirse maravillado... Quería entender todo sobre estos seres y sus misterios. Quería saber de dónde venían, qué hacían, como se sentiría tocar uno...

Masaru a menudo solía bromear diciendo que si tanto le gustaban los ángeles, tal vez debería intentar portarse como uno, ya que el pequeño rubio era una bola de problemas andante.

Lo que Masaru no comprendía era que, Katsuki no quería ser un ángel... Quería romper uno.

El pequeño rubio sentía un inmenso deseo de saber cómo se sentiría arrancar esas hermosas plumas.
Quería ver si el inmaculado rostro de la criatura, se vería lindo cubierto de lágrimas.
Quería descubrir si gritaría o se quejaría mientras Katsuki desprendía mechones del precioso cabello.

Así, poco a poco, mientras el rubio crecía, su obsesión aumentaba.

Cuando tenía diecinueve años, encontró un foro de internet en el que la gente contaba sus experiencias cercanas a la muerte y descubrió que el tema de los ángeles era bastante común entre las personas que decían haber muerto y vuelto a la vida, o haber estado tan cerca de la muerte que casi no lo podían contar.

El rubio llegó a la conclusión de que los ángeles eran quienes se encargaban de llevar a las personas al mundo de los muertos, así que pensó que solo necesitaba estar lo suficientemente cerca cuando a alguien le llegara su hora, y tal vez así podría atrapar a una de esas divinas criaturas.

Un veinte de abril, día de su cumpleaños, Katsuki invitó a una amiga a celebrar con él.
Alegó que se sentía solo ya que su padre había tenido que viajar por trabajo y el rubio no tendría compañía en su día especial, y la convenció de no contarle a nadie... "Lo que pase será nuestro secreto", le había dicho en tono insinuante.

Y Camie, una pequeña rubia de lindo rostro y cuerpo sensual, aceptó encantada. La idea de estar a solas con Katsuki la tenía en las nubes, pues para nadie era secreto el enamoramiento en el qué la chica había caído desde sus primeros años de secundaria.

Al llegar la noche, la rubia apareció en casa de Katsuki con un bonito vestido blanco que acentuaba sus curvas y se ajustaba en los lugares correctos.

Y Katsuki no pudo evitar pensar que se vería mucho más bonito cuando él mismo se encargara de adornarlo con detalles en rojo.

La música sonaba alto y luego de un par de copas, la chica se volvió realmente fastidiosa, pero mucho más fácil de tratar.

Cuando la rubia se encimo lo suficiente, Katsuki decidió que era hora de recibir su regalo de cumpleaños.

Tomó a la chica de la cintura, guiandola para que se sentará a horcajadas sobre él. Katsuki suspiró mientras la rubia comenzaba a besar su cuello, pasó sus grandes manos por la espalda de la chica, acariciando de arriba a abajo y jugando un poco con el cabello de su nuca.

꧁_Broken Angel_꧂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora