• 3. Katsuki

306 50 20
                                    

Katsuki estaba hundido en la comodidad de su cama, entre las suaves almohadas y el cálido edredón que lo protegía del frío. Y cuando finalmente se dignó a abrir los ojos, sonrió acariciando las plumas que envolvían su cuerpo.

Claro que las adoraba y cuidaba como si fuesen el centro de su mundo, después de todo, ¿Cuántas personas pueden decir que duermen entre plumas de ángel?

Y aunque conseguirlas no había sido nada fácil, Katsuki estaba feliz de que todo el esfuerzo que invirtió durante años, finalmente diera frutos.

Acarició con nostalgia la cicatriz que adornaba su brazo, pensando en que sería el recuerdo permanente del día en que finalmente cumplió su sueño. "Tal vez deba glorificarla" pensó. "No quiero tener que cubrirla, quiero que todo el mundo la vea como algo hermoso. Que la vean como la veo yo."

Y una idea perfecta se instaló en su cabeza. "¡Un tatuaje!" Se dijo a sí mismo. "Voy a enmarcarla en medio de un hermoso tatuaje. Después de todo, siempre he querido uno, simplemente no había encontrado una buena razón para hacerlo".

Se levantó casi corriendo y sacó la cámara que tenía guardada en el cajón. La conectó a la computadora y al abrir los archivos, su boca se curvó en una sonrisa satisfecha.

Ahí estaban, las fotos que le había tomado a su hermoso Deku hacía unos meses... Qué perfecto sería poder llevar ese divino rostro siempre consigo.

Estiró sus dedos para tocar la pantalla, trazando con deleite el retrato de los perfectos labios del ángel. Y es que toda la imagen era perfecta en sí. Los verdes ojos, brillantes como esmeraldas, adornados por las delicadas perlas que formaban las lágrimas. La refinada nariz cubierta por pecas que se extendían por los preciosos pómulos finos como porcelana. Los rosados y carnosos labios, hinchados por los besos de Katsuki, evidenciando el deseo con el cual el rubio los veía. Todo envuelto por inmaculados rizos verdes que enmarcaban perfectamente el afligido rostro de la criatura.

Y Katsuki se sintió maravillado.
Claro que tendría que editarla un poco antes de poder mostrársela a un tatuador, pues no quería exponerse. Por suerte el rubio era un dibujante nato, así que tal vez podría crear su propio diseño.

Pero eso lo haría más tarde, por ahora, necesitaba desayunar e ir a ver cómo se encontraba su lindo angelito.

•••

Luego de su desayuno, Katsuki sacó una lata de comida para perros del cajón y tomó el abrelatas que se encontraba en la encimera.

Se dirigió hacia el sótano y al abrir la puerta sonrió, viendo al pequeño Deku, con sus piernas separadas por la barra de extensión y sus muñecas atadas a las esposas que Katsuki había enterrado en la pared.

Cuando llegó al final de la escalera, se inclinó para tomar el sucio plato de mascota que estaba a un lado del futón y se sentó en el último escalón, abriendo la lata de comida.

"Vaya, paso por todas estas molestias para alimentarte y ponerte cómodo, ¿Y ni siquiera recibo un hola?" El rubio arrojó el contenido de la lata dentro del tazón y sacó la cuchara que traía en el bolsillo. "Eres muy maleducado, Deku. Creo que tendré que enseñarte modales".

Y el ángel tenía ojos perdidos, distantes, sin mirar a Katsuki en ningún momento. 
Dekiriel no sabía cuánto tiempo llevaba encerrado. Tampoco cuánto había pasado desde que el monstruo frente a él le arrancó las alas. Con el tiempo, todo lo que podía reconocer era el frío de la habitación que desde aquel día, que Katsuki había decidido mantener a oscuras, y el sonido de la puerta al abrirse cuando el rubio entraba.

Katsuki se levantó de la escalera y se sentó junto a Dekiriel, tomándolo por el mentón para que enfocará su mirada desorbitada en él. "Necesitas comer" dijo Katsuki mirando el demacrado rostro de la criatura "Estás tan flaco que creo que terminarás muriendo de hambre si me descuido".

꧁_Broken Angel_꧂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora