Perfume ácido

2 0 0
                                    


Solo un consejo: si se te acerca alguien afirmando que es el destino, huye. 

La conocí en una fiesta, con un vestido negro y una copa en su mano. La conocí bailando, riendo, charlando y cantando. La conocí acariciendo su pelo despeinado. La conocí libre, divertida, excitante. La conocí tan poco que me fascino el simple hecho de poder conocerla. La conocí y al instante me pareció un angel enviado solo para mi, uno que solo se puede metamorfosear por una noche y que por eso no volvería a tener la oportunidad de conocerla. La conocí para que acabara siendo un recuerdo. La conocí para desconocerla. 

Diez años más tarde tuve una segunda oportunidad para conocerla. 

– Me alegro que acabaras haciendo lo que querías. 

– Lo siento, no me di cuenta de que eras tú. Te asignaré a uno de mis compañeros. 

– Lo comprendo, pero esta sesión...

– No puede ser una sesión como tal, consideralo como una charla entre viejos conocidos y nada más. 

– Te va bien, ¿no?

– Sí, se podría decir que sí. 

– Cuánto tiempo, ¿verdad?

– Definitivamente, estás irreconocible. 

– ¿Soy la única que encuentra la situación algo extraña? 

– Te puedo asegurar que no. Las condiciones no son ideales, por así decirlo.

– Si no te molesta, creo que me iré.

– Adelante. 

– Supongo que... ¿Adiós?

– Espera. Prométeme que vendrás a tu siguiente sesión. 

– Sinceramente, no creo que tengan ningún efecto.

– Solo promételo, por los viejos tiempos. 

– Vale, solo una sesión. 

– Con eso ya me basta, adiós Clara.


Han pasado dos meses desde aquella conversación, pero no puedo evitar alegrarme cada vez que ingreso a la clínica y huelo el rastro que ha dejado su perfume ácido, el mismo que usaba aquella noche. 


Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Mar 30, 2023 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Relatos cortos para días lluviososDonde viven las historias. Descúbrelo ahora