Capitulo 5

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Izan:

Lo siento mucho, señor Roberts, no sé como se me pudo olvidar mi reunión con usted, ahora mismo voy a cancelar la junta con los maestros —habló el director de la escuela donde doy donaciones.

—No es necesario, puedo esperar a que termine su junta.

—Muchas gracias, Señor Roberts.

Después de que el se fue a su oficina, me quedé cerca de la cafetería de la escuela, casi no había niños, ya era la hora de salida.

Aunque aún había una niña pequeña que pateaba las piedras que encontraba.

Cabello negro ondulado, y piel morena.

Cuando se giró me di cuenta de que era Ada.

Ella también me observó y se acercó.

—¿Eres el amigo de mi mamá? ¿él del aeropuerto? —me miró con curiosidad.

—Sí... y tú eres Ada, ¿no? —asintió—, ¿por qué estás aún aquí?

—Mi tío Frank no me ha venido a ver.

Me agaché para quedar a su misma altura.

—¿Por qué pareces molesta? —le pregunto, sin poder evitarlo.

—Ah, es que vamos a hacer una obra de teatro.

—¿Y no quieres participar?

—Sí, pero no quiero ser un duende.

—¿Y estas muy enojada?

—Un poco.

—¿Y que te hará estar feliz? —las palabras me salieron solas.

—¡Pastelitos! —exclama, con una sonrisa.

Sonrío.

—Bien, ¿aquí venden pastelitos?

—¡Sí!, son muy ricos —rio un poco.

—Te comprare uno, pero recuerda que no puedes aceptar cualquier cosa de un desconocido.

—Ya lo sé, pero tú no eres un desconocido, eres un amigo de mamá.

No dije nada, porque ¿qué podría decir?

Le compré el pastel y estuvimos un rato en la cafetería, no sé cómo pero empezamos a hablar y terminamos hablando de la obra de teatro y sobre el cuento de Blancanieves y de pronto dijo que sí quería ser un duende y que era mejor que ser Blancanieves.

—Ada, ya llegué —Ada miró hacia donde se escuchaba la voz.

—¡Tío! —Ada se bajó de la silla y corrió hacia él para abrazarlo—, mira, él es Izan, un amigo de mamá, Izan él es mi tío Frank.

—¿Izan? —preguntó Frank, tenia el cabello de color plateado.

—Sí —le contestó Ada.

—Es un placer, Izan Roberts —me levanté de la silla y estiré mi mano, él la tomó.

—Franklin Walsh, mucho gusto, gracias por estar con ella, tuve un problema en el camino por eso llegué tarde.

—No me agradezcas, Ada es una niña tranquila y alegre, disfruté hablar con ella.

—Lo es, Ada vamonos.

Ella se acercó y yo volví a agacharme.

—Gracias por el pastel, Izan —me abrazó, eso me tomó desprevenido, pero también la abraze—, tienes que venir a la obra —me dice cuando se separa.

Seremos felices ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora