¿cómo renunciar a la magia?

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Un día estás en la cima y al otro día en el punto más bajo de la colina, así estoy yo. Bien, yo sabía cuánto me iba a doler él, lo supe en el momento en que sus manos estaban en mi cintura una noche ambos bailando, ese sentimiento tan lindo más tarde tendría un precio pues todo en la vida es un karma.

Vieran que uno puede ignorar una mancha en una alfombra y pisarla por varios días como si nada pero llega un momento en que ya no queda más que solo esa mancha y evadirla no es opción.

Ahora mismo me preguntó ¿Qué estoy dispuesta a perder? Porque perdería sus ojos negros que me intimidaban, escuchar sus historias y el cómo va su día, perdería los buenos días que aunque me resisto a esperarlos siempre me encanta leerlos, perdería sus abrazos de paz y sus besos y besitos que para mí llevaban un toque de sentimiento.

O quizás en mi pobre fantasía me dejé llevar por todo esto, por la casualidad que tanto está presente, por un momento, por la adrenalina que dejaba la idea de ser y su contacto, obviamente.

Pero ¿saben que es lo que más me duele? Perdería la conexión más maravillosa que he vivido y la forma tan orgánica y natural (no fueron palabras mías) con la que soñé que fuera encontrarme a alguien que se convirtiera importante en mi vida.

No sé si me ve como yo lo veo, no sé si existo como el existe para mí, no sé tan siquiera si soy, o seré, si es o será, si somos o seremos sólo una corta historia más.

YM.

Lo que nunca envié Donde viven las historias. Descúbrelo ahora