CAPITULO 2

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Tal vez no es el mejor de su clase, pero sí es muy inteligente, sabe las consecuencias del estrés y la falta de sueño, entre ellas están las alucinaciones aunque pensó que no sufriría de ellas ya que en todos estos cuatro meses jamás a tenido ni una sola, ahora se estaba cuestionando si era un alucinación lo que está viendo.

Una cabeza...bueno, la mitad de ella estaba fuera del agua de la laguna, se podía apreciar unas hebras rosadas escurriendo agua por sus costados y por su frente, también podía ver unos ojos azul claro que lo miraban fijamente, incluso podía decir que con curiosidad.

Bien, no sabía si estaba teniendo una especie de parálisis o por qué no podía moverse ni dejar de ver a los ojos de ese extraño chico, bueno, por lo poco que podía ver creyó que era un chico.

Era extraño el momento ¿no se supone que debería asustarse por ver a alguien saliendo del agua en pleno invierno? o también ¿se supone que debería preocuparle el hecho de que su nariz estaba bajo el agua?

Con un poco de valor empezó a acercarse a la orilla de la laguna haciendo movimientos lentos para no asustar a la... no sabía si decir persona, que tenía en frente.

—¿Ho...hola? ¿te encuentras bien? — el pelinegro se arrodilló justo en la orilla para no mojarse, no sabía si quiera por qué le importaba, él no era alguien que ame socializar o preocuparse por los demás, éste pelirosa lo estaba volviendo loco.

—¡Howa! swi wstwoy bwien—¡Hola! si estoy bien fue lo que quiso decir, a Jay le costó un poco entender lo que le dijo ya que había hablado de bajo del agua, algo que lo extrañó aún más.

—Pero... tu nariz está por debajo del agua...—recalcó.

El ojiazul salió un poco más de la laguna logrando que Jay pueda apreciar su rostro completo—Ahora ya no—le dedicó una sonrisa inocente, algo que hizo que el corazón de Park lata sin control alguno ¿qué le sucedía?

Jay se tomó su tiempo para apreciar el hermoso rostro de aquel desconocido, unos labios gruesos y rojizos, aquellos ojos azules que siempre le quitan el aliento, su perfecta nariz respingada, sus mejillas algo regordetas que habían tomado una tonalidad rojiza debido a la intensa mirada del azabache sobre su persona.

—¿Podrías...—el pelirosa agachó la cabeza como señal de vergüenza—dejar de verme así?

Jay al darse cuenta de que prácticamente se lo estaba comiendo con la mirada no dudó en disculparse—¡Lo siento! —se cubrió el rostro con sus dos manos para intentar ocultar a sus mejillas rojas, pero se lo descubrió cuando sintió una pequeña y suave mano encima de su diestra.

—No te preocupes, no tienes por qué avergonzarte—el chico se había acercado en donde Jay se encontraba y allí es cuando pudo verlo mejor.

Estaba desnudo por la parte superior y ¡No lo tomen como un pervertido! sus ojos bajaron en donde se supone que se debían encontrar sus piernas, si, se supone.

En lugar de dichas extremidades había una larga cola similar a la de un pez de una tonalidad rosa pastel. Para asegurar que lo que tenía en frente era real y no una alucinación acarició con la punta de sus dedos las hebras rosadas del tritón, éstas, a pesar de estar húmedas eran suaves y finas.

—Eres... —el azabache alejó sus dedos de la cabellera de aquel chico para pasar a descansar sus manos sobre sus muslos y luego mirar con curiosidad a la mística criatura que tenía en frente—eres un...

—Tritón—completó el ojiazul.

𝑀𝐸𝑅𝑀𝒜𝒩Donde viven las historias. Descúbrelo ahora