CAPITULO 7

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—¿Quién es él, Jay Hyung?—preguntó el rubio enseñándole la foto de aquel chico de orbes azules.

Jay no sabía qué contestar, ya le había dicho a sus amigos del tritón pero simplemente no le creyeron y dijeron que tal vez era una alucinación, y el azabache daba gracias de que no lo fuera.

—É-el es umh... —pasó su mano por su cabello—un chico que... —carraspeó— q-que vi en mis redes el otro día—intentó formular una excusa creíble.

—Y... ¿por qué está en tu galería? —contra atacó Sunoo.

—P-por... porque—se maldijo internamente por tartamudear tanto—porque me gusta su cabello y... y tal vez me tiña el mío así— esperó que así sea creíble su excusa.

—Oh ¿te teñirás? —Jay asintió nervioso—te quedará muy bien—tal vez pensó Jay.

El teléfono que Jay tenía en uno de sus bolsillo empezó a vibrar. Lo sacó de allí y se lo pasó a Sunoo ya que su progenitora lo estaba llamando. Le daba gracias a la madre de Sunoo por llamar en ese momento y evitar que meta la pata.

El rubio le entregó su móvil a Jay y éste se despidió de él con la mano tratando de no interrumpir la llamada que él menor estaba teniendo.

Al salir de la ya conocida residencia fue directo a su departamento con mayor tranquilidad, Sunoo se la había creído.

Oh bueno, eso creía el.

Jay se especializaba en pintura, desde pequeño le a gustado dibujar y colorear y conforme fue creciendo, su amor por el arte incrementó al igual que su talento y técnicas

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Jay se especializaba en pintura, desde pequeño le a gustado dibujar y colorear y conforme fue creciendo, su amor por el arte incrementó al igual que su talento y técnicas.

Su nariz no es así

Sus ojos son más pequeños

¿Se supone que esto es su cabello?

¿Por qué es tan difícil?

Papel tras papel caían en el tacho de basura de su habitación, incluso habían bolitas de este material por el piso de madera. El azabache estaba en su escritorio tratando de dibujar el rostro del tritón, le gustaban los retos y sin duda dibujar tan hermoso rostro lo era pero jamás creyó que sería tan difícil.

Sus fracciones eran casi perfectas a tal punto de no poder dibujarlas igual de hermosas. Para los ojos de cualquier persona, los dibujos de Jay serían imprecionantes, era un muy buen pintor y dibujante, no por nada tenía las calificaciones bastante altas, sin embargo, a su criterio sus dibujos no salían tan bonitos como su rostro.

Quería captar la esencia de Jungwon en el papel, quería poder dibujar sus mejillas igual de adorables que en la foto que usaba como soporte, quería plasmar la misma hermosura y brillo de esos preciosos ojos azules. Quería poder dibujar el perfecto rostro de su místico amigo.

Al poco tiempo se rindió y se quedó con el último dibujo que había hecho, no era amante de ponerle color a los rostros por lo que lo dibujó solamente a lápiz aunque no pudo resistirse y le dio vida a sus orbes con un bonito color azul cielo.

Se preguntarán ¿por qué se esmera tanto en hacer perfecto su dibujo?

Bueno, por el simple hecho de que anhelaba mostrarle su obra al portador de tan hermoso rostro.

Quería impresionarlo ¿por qué? ni el mismo lo sabía

Ordenó sus materiales de pintura y aprovechó a limpiar también su habitación ya que... bueno... era un verdadero desastre. Al terminar de poner todo en su lugar, tomó su pijama de su armario que constaba de una camisa blanca holgada con unos pantalones rojos igual holgados y se acomodó entre sus sábanas.

—Buenas noches, Jungwon hyung—dijo observando al redondo satélite natural que se apreciaba desde su ventana.

Mientras tanto en otro lugar, cierto pelirosa se acomodó mejor entre las rocas en lo profundo de la laguna—buenas noches, Jaynie—deseó cerrando sus párpados para quedar dormido.


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