CAPITULO 11

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Jay nunca se había esmerado tanto en algo como lo estaba haciendo el día de hoy.

Investigó en todas partes posibles, en Internet, libros, folletos, en todas partes pero no encontró nada, nada que resolviera su duda de el por qué el tritón fue un humano por un tiempo.

Jay y Jungwon estuvieron parte de la mañana tratando de resolver esa duda. Podría deberse al hecho de que salió al cien por ciento del agua ¿o tal vez fue lo que comió? Jungwon quería intentar de nuevo la primera opción pero su menor prefirió no hacerlo ya que, si funcionaba, no quería que el tritón sea afectado nuevamente por el clima frío.

Hacía ya un par de horas que Jay había abandonado la cueva y ahora, se encontraba buscando prendas en su closet.

Jay le prometió a Jungwon que intentarían hacer que sus piernas vuelvan y como primera opción, tenían la idea de hacer que el ojiazul salga de las profundidades como lo hizo la noche anterior, es por eso que buscaba prendas, no quería que vuelva a ser afectado por el clima. Nunca había sentido ese tipo de preocupación por alguien, sin duda alguna, Jungwon era especial.

Encontró una camiseta de color amarillo pastel con mangas largas que hace tiempo no usaba ya que se le hacía pequeña, también encontró unos pantalones de algodón de una tonalidad celeste que al igual que la prenda amarilla, le quedaban algo ajustados, y no se podía olvidar de la ropa interior.

Acomodó la ropa en una mochila azul junto con un suéter tejido de color blanco que había comprado ese día cuando pasaba por una tienda, hubiera querido comprarle ropa en esa misma tienda pero el dinero solo le alcanzaba para dicho suéter.

Bien, ya estaba todo, ahora solo falta que sus suposiciones funcionen y logren hacer que el tritón sea un humano.

Jay caminaba hasta la playa de lo más tranquilo, o al menos, aparentaba estar tranquilo porque en realidad no lo estaba

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Jay caminaba hasta la playa de lo más tranquilo, o al menos, aparentaba estar tranquilo porque en realidad no lo estaba.

Se sentía algo nervioso, había pasado aproximadamente un mes desde que conoció al hermoso chico de hebras rosadas, ya se había acostumbrado a su presencia, su voz, sus ojos... su cola, y verlo con piernas lo ponía nervioso de cierto modo.

—Hyung, ya estoy aquí—anunció entrando nuevamente a la cueva, era de tarde por lo que el frio había disminuido ligeramente.

Jungwon al escucharlo salió a la superficie de una manera realmente rápida, tanto que logró hacer que algo de agua salpique.

—Veo que alguien está emocionado—mencionó dejando la mochila en la ya conocida roca para luego sacar las prendas que estaban dentro de esta.

—Demasiado, a decir verdad—le regaló a Jay una gran sonrisa haciendo que el azabache sonría por igual.

Jay dejó las cuatro prendas a un lado de la orilla para proceder a acercarse a Jungwon y arrodillarse justo en frente de él.

—¿Estás listo?

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