─ 𝐅𝐋𝐈𝐏𝐏𝐄𝐃 ! TRUNKS ³

፧ OO

    ¡FLIPPED!

# OO! los sinónimos.

     SIEMPRE HE CONSIDERADO que los seres humanos hemos tenido al menos dos grandes amores en nuestras vidas. Ya sea material, objetivo o transmitido en un segundo.

Esos son: el amor platónico y el primer amor.

En mi caso, hubiera deseado que el primero se tratase de un cantante o algún luchador reconocido por Mr. Satán y la gran academia que lleva su nombre. Sin embargo, nunca imaginé que esa idealización inalcanzable —cuya presencia no dudaría mucho— se trataría de un amigo que creció a mi lado.

Me gustó Trunks, aunque no el Trunks que conozco de pies a cabeza. Más bien, otro guerrero.

Con el tiempo me di cuenta que realmente no se trataba de la persona en cuestión, sino más bien su actitud reservada, el misterio que enseñaba y sus fuertes deseos de proteger a sus seres queridos terminó por cautivarme a medida que lo pensaba. Podía suceder que alguien llegara con esas mismas características en su enlistado carácter y terminase de pasmarme sin pensar que la idealización no es del todo certera como tanto se cree.

Aquí entra entonces el sinónimo anteriormente mencionado. El primer amor.

En realidad no me he enamorado de alguien hasta ahora, lo cual no tiene nada de malo puesto mi edad. No experimenté el primer y único amor de mi madre, el de Gohan con Videl o las segundas oportunidades de la señora Bulma. De niña amaba escuchar esas historias porque me daba cuenta que cada uno tiene una historia diferente.

Pero yo no tengo esa persona especial junto a una historia que contar —al menos ahora—. En realidad soy esa persona de alguien más.

No lo supe hasta cierto día que llegué a casa más tarde de lo habitual, papá y Goten ya estaban cenando mientras mamá terminaba de preparar mi parte. Entre mis manos traía un sobre recién comprado que tenía como sello un corazón mal armado, al parecer, fue escrito a último momento.

Con mucha extrañeza se lo mostré a mi madre, teniendo como sorpresa una reacción alarmante que asustó incluso a mi hermano menor. Ella enseguida se lavó las manos y analizó detalladamente lo que traje conmigo que no fueran las habituales calificaciones, pareciendo una niña pequeña que capturó mi absoluta atención.

— ¡Keira! —chilló emocionada, mientras se sacudía las manos y dibujaba una gran sonrisa—. ¡Tienes un admirador secreto!

— ¿Admirador secreto? —preguntó mi padre desde el fondo, dirigiéndose a mí en un intento de adivinar la situación—. ¿Acaso alguien te espía?

— No lo sé —me encogí de hombros—. ¿Acaso alguien me espía mamá?

En ese entonces mentiría si me dijeran que sabía lo que pasaba. Pero fue mi figura materna la que calmó cualquier duda al negar levemente con la cabeza.

— Todavía tienes mucho que aprender. . . —canturreó, tomando la carta para golpearme ligeramente con ella en la frente—. Lo que pasa es que alguien está enamorado de ti y te envía esto demostrando su amor.

Desde ese momento mis cuestionamientos empezaron a surgir.