🧸🩹𓂃⊹𝑪𝒉𝒂𝒑𝒕𝒆𝒓 𝑿𝑽𝑰𝑰

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La sala de espera estaba llena, al parecer el pequeño bebé de Taehyung no sería el único en nacer ese día

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La sala de espera estaba llena, al parecer el pequeño bebé de Taehyung no sería el único en nacer ese día. Seokjin tenía la pañalera del bebé fuertemente apretada contra su pecho, sus padres y los de Taehyung estaban en camino y él no podía sentirse menos nervioso en aquel lugar, ¿Era siquiera normal querer vomitar? Antes de que metieran al omega para la cesárea el doctor prometió hacer todo lo posible para no complicar las cosas, teniendo en cuenta que Taehyung no tenía una marca.

—Seokjin, hijo... -llamó su madre, entrando a la sala con Han tomando su mano. Ella no tardó en acercarse para enredarlo en un cálido abrazo que el alfa no negó porque en verdad lo necesitaba- ¿Está todo bien?

—Mira como tienes tus brazos. -reprochó su padre, dejando suaves caricias allí, pues estaban rojos y llenos de marcas.

—Perdón. -murmuró, inhalando el aroma
de sus padres.

—Está bien, cielo. -replicó el omega, dejando un beso sobre su mejilla, antes de sentarse a su lado- ¿Cómo está él?

—No me han dicho nada aún.

—¿Lleva mucho tiempo ahí?

—Como una hora... -respondió, antes de llevar de forma inconsciente nuevamente su mano para rasgar su piel- Estoy ansioso.

—No te preocupes, Jin. -el omega lo detuvo, sonriéndole en un intento de transmitirle seguridad-Yo tampoco estaba marcado cuando te tuve y aquí estamos.

Si la intención de su padre había sido tranquilizarlo, realmente no lo logró. Poco después entraron los padres de Taehyung, lucían felices y preocupados a la vez.

—Hola, ¿Cómo está mi bebé? -preguntó la beta tan pronto como llegó.

MinGyu suspiró.

—Está bien, tranquilo

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—Está bien, tranquilo. -informó el doctor, aún con su cubrebocas y cofia- Al principio su ritmo cardíaco se aceleró, pero logramos mantenerlo... -Seokjin suspiró aliviado, llevando una de sus manos hasta su pecho, los demás sonrieron- El bebé está en revisión, en poco tiempo lo llevarán a la habitación.

Seokjin sintió sus mejillas doler por sonreír tanto, pero estaba tan feliz.

—¿Podemos verlo, doctor?-preguntó la madre beta del pelinegro.

Ven aquí, y ámame. - JintaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora