Capítulo 4: Preocupaciones

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Otro día más en el trabajo había acabado para Sakura. Verdaderamente había sido cansado.

–¡Ya estoy en casa!– decía la pelirosa.

Y saliendo de la sala principal, Konohamaru la miró, mientras que en sus brazos tenía a una pequeña niña pelirosa, y tras el Sarutobi, venía el rubio.

–¡Mami!– dijo el pequeño mientras corría a sus brazos.

Levantando al pequeño en el aire, Sakura lo llenó de besos, mientras Konohamaru sonreía... aunque la pequeña niña que tenía en sus brazos, los extendía hacía su mamá.

–Al parecer alguien más te extraño– dijo.

Bajando a Shina, la pelirosa acudió al llamado de su hija, tomándola así en sus brazos, mientras la abrazaba ligeramente. Para después mirar al Sarutobi.

–Gracias por cuidarlos hoy, Konohamaru, en serio– le dijo.

Este, sonriente, habló.

–No hay problema, siempre que me lo pidan, yo cuidaré de ellos– respondió.

Ante aquellas palabras, la pelirosa solamente asintió.

–¿No te quieres quedar a cenar?– le preguntó.

–Me encantaría, Sakura, pero debo ir con Moegi y Udon, cualquier otro día que me quede con ellos, podemos cenar todos– dijo.

Sonriendo, Sakura asintió.

–Bueno, otro día será entonces– dijo.

Y así, el joven Sarutobi se despidió de ambos pequeños, dejando el hogar de los Uzumaki.

...

–Bien, prepararé la cena, así que cuida un poco a tu hermana en lo que hago eso– decía la pelirosa.

Sin más, el pequeño rubio obedeció.

En momento así, los clones de Naruto definitivamente habrían sido de gran ayuda– pensó.

Y era que, en sí y verdaderamente, se encontraba bastante cansada. Quizás eran los años, pero ahora el ritmo del hospital parecía agotarle un poco más. Aún así, y aún con todo eso, disfrutaba mucho su trabajo.

–¿Cuándo volverá papá?–

Ante esa pregunta, los pensamientos de la pelirosa se esfumaron por completo.

–Seguramente ya venga en camino, debes recordar que viajar hasta Kirigakure es tardado, lo mismo para el viaje de vuelta– dijo.

Agachando un poco su mirada, el pequeño continuó.

–Papá pasa mucho tiempo trabajando– dijo.

Esas palabras hicieron voltear a la pelirosa, la cual, conectando su mirada con el pequeño rubio, sonrió.

–Así es, y eso se debe a que tu papá está siendo entrenado para ser el próximo Hokage, es normal que tenga mucho trabajo– decía.

Suspirando, el pequeño siguió.

–Eso tiene sentido– decía. –Solo que no me gusta cuando tiene que salir de la villa por varios días– dijo.

Regresando su vista nuevamente a la cena que preparaba, Sakura habló.

–Y a mí tampoco me gusta, pero así son las cosas– decía. –Pero ten muy, muy por seguro que él, en estos momentos, debe estar pensando en nosotros, así es tu papá– dijo.

Sonriendo tras ella, el pequeño Uzumaki pensó en esas palabras.

–Mami ¿yo me parezco en algo a papá?– le preguntó.

Esa pregunta volvió a llamar su atención, y girando para mirar nuevamente a su hijo... por algunos instantes miró a Naruto de pequeño, algo que la hizo sonreír.

–Tú y el son parecidos– decía. –Pero tú eres más tranquilo, debo decir que esa parte la sacaste por mí... pero a veces te dejas llevar con tus travesuras, esa parte la sacaste de él– dijo.

Dejando cocer la cena que estaba preparando, la pelirosa se acercó hasta Shina, y agachándose hasta estar en la misma altura que el pequeño, habló.

–Eres una preciosa combinación de ambos– le dijo, sonriendo para él.

Aquellas palabras, combinadas también con la sonrisa que su mamá le brindaba, marcaron una también en los labios del pequeño Uzumaki.

–¿Y Hanami? ¿ella es igual?– preguntó

Levantándose, Sakura miró a la pequeña, la cual la miraba también.

–Creo que aún es muy pronto para decir cómo será la personalidad de tu hermana– decía, acariciándola. –Pero si te soy sincera, pienso que Hana se parecerá más a tu papá– dijo.

Aquellas palabras sorprendentemente lograron sacar una risa de felicidad de la pequeña.

Aunque regresando para mirar la cena, otra pregunta por parte del pequeño se escuchó a espaldas de la pelirosa.

–¿Yo podría ser un shinobi en el futuro, mamá?– preguntaba. –He escuchado algunas historias del pasado que el tío Konohamaru me ha contado cuando se queda, pienso que sería algo genial– dijo.

Esa pregunta hizo que la mente de Sakura dejara un poco la conversación, dejándola pensando un poco... aunque después de unos cuantos segundos, habló.

–Pienso que tú... que tú puedes ser lo que elijas ser, cariño– respondió.

La pelirosa no hizo más que escuchar un festejo a sus espaldas por parte del pequeño, el cual se había emocionado por la respuesta de su madre.

Pero para Sakura, su mente se llenó de un pensamiento. Y era el hecho de que esa vida, como tal, era arriesgada... muy arriesgada. Así que, como madre, nunca querría una vida así para sus hijos. Pero al final, también sabía que esa decisión no recaía en ella, ya que ellos, tarde o temprano, elegirían su camino e interponerse no serviría de nada realmente.

Suspirando ante eso, Sakura giró una vez más, solo para observar como el pequeño jugaba con su hermana, algo que la hizo sonreír de inmediato.

El pensamiento que tuvo hace un momento lo dejaría para después.

A Shina todavía le falta un poco para entrar a la academia, aún no tengo que preocuparme por eso– pensaba.

Por el momento, solo disfrutaría de esos pequeños instantes con sus hijos.

































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