Lo Que Pudimos Ser y Nunca Fuimos || EN PROCESO ||

Capítulo II

A los lejos, en lo más profundo de mi sueño, escucho sonar mi despertador indicandome que ya es hora de levantarme, no tengo muchas ganas de ir al instituto, prefiero quedarme en casa, pero supongo que mi mamá querrá obligarme a que vaya, así que optó por apagar el despertador, y sentarme en la orilla de la cama, viéndome en el espejo frente a mi cama.
— Te ves espantoso, Alex. —murmuró por lo bajó, viendo el aspecto que tengo... Tengo unas ojeras súper marcadas bajo mis párpados, mi cabello negro hecho un desastre y una cara que refleja mis ganas de morirme—. Bueno, ya basta de juzgar a mi reflejo, mejor busco la manera de arreglar el desastre que tengo en mi mismo. —finalizo y me levanto de la cama yendo hacia el baño.

Me dí un baño y al salir me dirigí al armario, opte por ponerme solo una sudadera negra, unos jeans del mismo color y mis típicas convers blancas.

¿Listo para volver a un manicomio del cuál siempre esperas la hora para escapar?

Sí, querida conciencia, estoy listo para volver, ahora déjame un rato.

Cojo mi mochila y salgo de mi cuarto cerrando la puerta detrás de mí, al bajar las escaleras lanzo la mochila en el sofá y fuí directo a la cocina.

— Buenos días Alec. —Alec hace un gesto con la mano restándole importancia al saludo, decidí ignorarlo y volver a hablar —. ¿Mamá ya se fué? —el asiente y lo miro fijamente, se que está comiendo, pero igual debería poder responder.

— ¿Ahora qué? —pregunta pero no obtiene respuesta de mi parte —. Cómo quieras, mamá te dejo un sándwich allí. —señala al sitio donde se supone que mamá dejo mi desayuno y niego con la cabeza —. ¿No vas a comer? —vuelvo a negar sirviendo me un poco de jugo —. Bueno allá tú, no me interesa que es lo que tengas ahora. —pongo los ojos en blanco terminando de tomar el jugo y dejando el vaso en el fregadero para salir de la cocina.

— Te vas solo, tengo que ir otro lado antes del instituto. —le grito desde el salón a lo que el responde con un murmuró poco audible, preferí ignorarlo y salí por la puerta de casa cerrándola detrás de mí.

Mientras caminaba por la calle sentía el frío viento pegando en mi cara, y alborotando un poco mi cabello, del bolsillo de mi pantalón saque mis audífonos y empecé a escuchar música mientras me dirigía al centro comercial, tenía como propósito comprar un par de libros, pero primero, por lógica, necesito saber el precio para informarse lo a mamá. Cuando llegue al centro comercial todavía era muy temprano, y por ende el lugar donde quería comprar los libros estaba cerrado, así que salí del centro comercial y espere el transporte público para ir al instituto, ya no quería caminar más.

Una vez llegue al instituto, sentí la mirada de muchas personas sobre mí, cosa que me incomodaba un poco, por la razón de que casi nunca me ven, para ellos soy prácticamente invisible y está bien, así me gusta, de frente venía James a paso rápido, no entendía absolutamente nada, todo el mundo me miraba y ver a mi mejor amigo me extraño un poco más.

— ¿Qué sucede? —le pregunto una vez que lo tengo cerca —. ¿Por qué todos me están mirando? —no entiendo lo que está pasando y me está poniendo un poco nervioso, él no me responde, solo me mira fijamente.

— ¿No te has enterado? —recibe un entrecejo fruncido de mi parte y niego lentamente —. Jessica te ha llamado y le rechazaste la llamada, tarado. —¿Jessica? Jessica no me ha llamado.

— No, ella no me ha llamado, ella ni siquiera tiene mi número, ¿Por qué me llamaría? —pregunto extrañado y el arrebata mi celular de mis manos desbloqueado lo y empezando a buscar algo en el, unos segundos después saca el suyo y repite la misma acción pero está vez voltea ambos celulares déjandome ver lo que hay en ambas pantallas, era el número de Jessica, tanto en mi celular como en el suyo — Yo... Yo me estaba bañando cuando mi celular sono, dije que devolvería la llamada luego y lo he olvidado, mierda. —murmuro por lo bajó pero lo suficientemente alto para que solo él pueda escucharlo.