Capítulo III

9 2 0
                                    

Ya es otro día, o eso supongo, dormí desde que volví a casa, no lo sé, no quiero ir al instituto y no lo haré, quizás podrían ponerme una falta por eso.

Mama me despertó en la noche para que comiera algo, no quise, además de eso, me dijo que James había ido, había olvidado por completo que antes de salir de la enfermería del instituto me dijo que vendría... Quizás fue mejor así, que yo estuviera dormido y no hablara con él, quizás me preguntaría porque no hice nada cuando Jessica se desmayo, pero... ¿Qué podía hacer? Se supone que ella está “enojada” conmigo, no le voy a hablar si ella no lo hace primero, puede ser orgullo, sí, pero da igual.

La luz que entra por la ventana de mi habitación me molesta, probablemente opté por cambiar la cama de lugar, lo pensaré luego.

Mí celular suena, llamando por completo mi atención y sacándome de mis pensamientos.

Es un mensaje, es de un número desconocido y no lo reconozco de nada.

De: Desconocido

8:30 — Alejate de ella.

Es lo único que dice... ¿A quién se referirá con “alejate de ella”? ¿Quién era?

Lo dejaré pasar, me da igual y me duele la cabeza.

Me levanté de la cama para salir de mi habitación, baje las escaleras con pereza, desde cierta zona de la escalera pude ver cómo un zapato volaba de la cocina al salón. Al llegar al último peldaño de la escalera veo a mi hermano sentado en el sofá sobándose el brazo mientras yo reprimo la risa.

— ¿Y ahora tu qué me ves, te parezco payasito? —me pregunta él con un tono de voz fuerte, está enfadado.

— No, pero me pareces un idiota. —y cómo si fuese el karma por decirle eso, otro zapato vuela, pero está vez me da a mi en la espalda —. ¡Oye! —me volteo y diviso a la abuela parada en la cocina.

— Esa no es forma de hablarse, por dios, ¿En qué momento se volvieron tan groseros? —me quedo atónito mirando a la anciana, tengo mínimo 4 años que no la veo —. ¿Ahora qué, estás pensando en malo que responder? —interroga cogiendo está vez una cuchara en su mano y apuntando me con ella.

Sigo sin habla, y mi vista se fija en otro punto, mi madre, está sentada en uno de los bancos que están en la cocina, y está viendo la escena mientras sostiene una taza de café en sus manos y por lo que veo, está disfrutando la escena que su madre nos hace a mi y mi hermano.

— ¿Ah, no vas a hablar? —vuelve a interrogar mi abuela y lanza la cuchara por el aire, pero está vez no me da, cae justo a mi lado.

— ¡Estás loca abuela, pudiste haberle dado en un ojo! —menciona Alec algo alterado, giro mi cabeza para verlo, y noto que se está escondiendo detrás de mí.

— Ojalá le hubiese dado, a ver si sale del trance que tiene y dice alguna palabra. —la abuela pone los ojos en blanco y voltea hacia mamá y la apunta —. Y tú, ve si educas mejor a tus hijos y empiezan a ser más educados. —parpadeo un par de veces, ¿Ha dicho que mamá nos educó mal? No, mamá hizo un excelente trabajo, que Alec y yo seamos un par de mierdas no es su culpa.

— Mamá nos educó lo suficientemente bien, que Alec y yo seamos una mierda no es su culpa, es nuestra. —repito, pero está vez en voz alta para que la anciana escuché bien —. Alec y yo somos muy educados, pero no creo sea “educado” llegar a la casa de alguien y lanzar le un zapato o una cuchara, ¿Tú qué opinas, abuela? —enarco una ceja y hago enfasis en la última palabra, la señora me mira fijamente, puedo sentir que quiere volver a lanzarme algo, pero está vez algo la detiene, no me importa el que, me da igual. Al final, los labios de la abuela se curvan creando una sonrisa que transmite nostalgia.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Apr 04, 2023 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Lo Que Pudimos Ser y Nunca Fuimos || EN PROCESO ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora