capítulo O3.

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Hay momentos en la vida donde es imposible ser precavidos.

Yugyeom lo supo demasiado bien aquella mañana. Aunque de todos modos fue difícil notarlo a primera vista, pues su rutina se ejecutó con normalidad como si nada hubiese sucedido.

Se levantó con tranquilidad como cada día, lavó sus dientes y acomodó su cabello, para luego bajar las escaleras con una calma más que admirable. Se dedicó a preparar el desayuno para él y Jungkook mientras el leve sonido de la televisión lo acompañaba en su tarea.

Todo parecía demasiado común. Se veía igual de apacible como en un día cualquiera, una jornada más del montón, y con la impavidez que siempre había caracterizado a su persona.

Pero en realidad, en su interior era todo lo contrario. Su lobo exigía que buscara a aquel que se había atrevido a hacerle daño a un miembro de su familia, y la furia lo recorría de arriba a abajo de manera descomunal, sus dedos casi temblando debido a ella mientras exigía que la liberara contra ese alfa.

Sin embargo, por fuera se mantenía con un porte indiferente. No sólo porque siempre había sabido mantener sus emociones sólo para sí mismo, sino también porque no deseaba causarle algún tipo de malestar a Jungkook. En esos momentos, sabía que era su pilar y el único que podría brindarle calma, por lo que debía seguir actuando cómo si nada hubiese sucedido y estar allí para él. Perder el control de sus emociones, maldecir al alfa enfrente suyo o algo semejante sólo empeoraría el estado de ánimo del omega.

Yugyeom le llevó el desayuno a la cama y prácticamente tuvo que obligarlo a comer. No se veía tan desconsolado como el día anterior, pero su semblante continuaba siendo apagado. Aquello sólo contribuyó a que su furia aumentara, pero se las arregló para ocultarla detrás de una cálida sonrisa mientras murmuraba que todo estaría bien.

Una vez se aseguró de que Jungkook no tendría problemas en quedarse solo, tomó sus pertenencias y se marchó directo al trabajo. Esa mañana debía encargarse de organizar el asunto de la escenografía, sin embargo, en esos momentos era lo que menos le importaba.

En su mente había un solo objetivo.

No le importaba en lo más mínimo las consecuencias que podría traer la sencilla acción que estaba planeando, sabía que podrían despedirlo o incluso ganarse una demanda, pero le daba igual. Él iba a concretar lo que quería.

Fue por eso que Yugyeom se la pasó muy atento a su alrededor mientras yacía con sus compañeros, una parte de sí mismo enfocada en la obra infantil mientras la otra se dedicaba a supervisar su entorno, en busca de su presa. Sus instintos se mantuvieron igual de alertas que los de una criatura salvaje al mismo tiempo que su olfato se dedicaba a rastrear a su objetivo.

Hasta que lo encontró.

Ni un atisbo de duda invadió el cuerpo de Yugyeom cuando ingresó a los vestidores, el lugar del que podían disponer aquellos que enseñaran actividades físicas para cambiarse o ducharse si así lo deseaban.

Ni siquiera se tomó un momento para meditarlo con calma, en esos instantes la prudencia no existía dentro de su mente. En menos de un segundo, una de sus manos se cerró en un puño y se estrelló directo en el rostro contrario.

No había mentido cuando se prometió que le daría un puñetazo a Kim Taehyung.

Taehyung se había encontrado más enfocado en su teléfono que en la nueva presencia dentro de la sala. No hacía mucho que había llegado y apenas había estado descolgando el bolso de su hombro, por lo que la acción lo tomó totalmente desprevenido.

El dispositivo se resbaló de su mano y se estrelló contra el suelo al mismo tiempo que se tambaleaba un poco debido a la fuerza del impacto. En un principio, pareció bastante sorprendido por la inesperada acción hasta que la furia suprimió todo rastro de consternación.

epiphany  :  taekookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora