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Una semana más tarde

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Una semana más tarde

CHANGBIN

Podían llamarlo como les diera la gana, pero aquello seguiría siendo un burdel. Aunque Changbin admitía que habían hecho un trabajo bastante bueno a la hora de hacerlo pasar por otra cosa. Desde que se bajó del coche y vio el edificio, pensó en todo momento que estaban haciendo una breve parada para a saber Seungmin qué en una oficina antes de ir al sitio acordado. Entonces cruzaron la puerta principal hecha de cristales tintados que impedían ver su interior, y se topó con un pequeño recibidor decorado con colores oscuros. El marrón y el borgoña estaban por todas partes, y unidos a los muebles de madera antigua, a los cuadros absurdamente sugerentes, y a la música baja pero animada, le daban a la estancia una apariencia bastante morbosa.

Lo dicho. Un burdel.

Reprimió un suspiro, pensando en las ganas que tenía de volver a casa y encerrarse en su cuarto. Había pasado allí los últimos seis días, apenas sin salir en vista de que no podía volver a la empresa hasta nuevo aviso, y que tampoco tenía la libertad de ir a donde quisiera. Pero incluso su habitación, en donde solo tenía la televisión para entretenerse, le parecía un sitio mucho mejor que donde estaba en esos momentos.

Jisung se pegó a él, pareciendo bastante abrumado. Changbin pasó un brazo por sus hombros y se obligó a sonreírle cuando lo miró. Se veía como un animalillo asustado. Tanto, que si no hubiera sido él quien insistió hasta el aburrimiento con que quería estar allí de verdad, Changbin ya lo habría hecho volver a casa.

—Chicos —llamó Seungmin, después de terminar de hablar con la mujer tras el mostrador del recibidor—. Ya está todo arreglado. Vamos.

Los guió hasta la puerta junto al mostrador. Al cruzar se encontraron con una nueva habitación, que resultó ser el salón donde ya los esperaban una fila de quince personas, todas ellas de pie las unas junto a las otras. Había dos hombres más apartados de ellas, trajeados y a los lados de la puerta por la que acababan de entrar. Sus cuerpos fuertes y sus miradas inexpresivas pero de alguna manera amenazante le recordaron al hombre de seguridad de la entrada.

—Elegid una y ya está —dijo Seungmin.

—¿Ya? —preguntó Jisung en un susurro nervioso, aun sin alejarse de Changbin—. Pero... No hemos hablado con ninguna, y...

—No estáis aquí para hacer amigos, Ji —le recordó Seungmin con paciencia—. Solo escoge a la chica que te parezca más guapa.

Changbin notó la manera en la que Jisung miró hacia las personas frente a ellos y levantó una mano, llamando la atención de sus dos amigos.

—Lo haré yo primero.

Jisung dio una bocanada de aire cargada de alivio y Seungmin se encogió de hombros.

—Como quieras.

Dirigió la vista al frente y miró a todas aquellas personas, pasando rápidamente por las chicas porque no quería escoger a alguien que pudiera gustarle a Jisung. Cuando llegó a los chicos se detuvo un poco más de tiempo, buscando al que pareciera menos molesto. Había siete, todos ellos con rasgos diferentes. Al final se decidió por el de aspecto más inofensivo. Era rubio, más o menos de su misma altura, y de cuerpo pequeño. Tenía unos llamativos ojos azules que Changbin supuso que eran lentillas, y a diferencia del resto no los miraba a ellos, sino que tenía los ojos anclados al suelo, con la misma expresión en blanco que solía poner Jisung cuando se ponía a imaginar sin darse cuenta que estaba en un lugar muy diferente a en el que se encontraba.

Antes de morir | au changlixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora