Amor Enlazado

1 | MI CORAZÓN SIEMPRE ESTARÁ A TU LADO

En el hospital de la vibrante ciudad costera de Santa Mónica, el ambiente en la habitación número 13 de operaciones, era de tensión y urgencia. Los médicos y enfermeras, con sus uniformes blancos y con expresión seria, se apresuraban frenéticamente para salvar la vida de Angy, quien estaba al borde de la muerte después de sufrir un grave accidente automovilístico.

Los monitores médicos emitían pitidos alarmantes y las luces parpadeantes indicaban los signos vitales críticos de la paciente. El doctor y su equipo trabajaban juntos en perfecta sincronía para mantener a Angy con vida. El sudor goteaba por la frente del médico y las enfermeras, con sus manos temblorosas intentaban salvar cada segundo que pasaba.

El doctor, con una mirada de determinación en sus ojos, dirigía al equipo mientras pedía las herramientas necesarias para llevar a cabo el tratamiento adecuado. Las palabras "rápido, rápido" resonaban en la sala mientras se hacían los preparativos para administrar el tratamiento de electroshock. La adrenalina corría por las venas de todos los presentes, conscientes de que cada segundo contaba.

Finalmente, la orden se dio y el equipo médico realizó una serie de descargas eléctricas para salvar la vida de Angy. Ella sentía la electricidad recorrer su cuerpo, mientras los gritos del doctor retumbaban en sus oídos. A pesar del dolor y la confusión, luchó por mantenerse consciente, sabiendo que su vida estaba en juego.

Y entonces, en un momento de silencio, los monitores comenzaron a indicar que el corazón de Angy había comenzado a latir de nuevo. El equipo médico soltó un suspiro colectivo de alivio, conscientes de que habían logrado salvar una vida más. El doctor se acercó a Angy y le dijo con una sonrisa en el rostro: "Bien hecho, Angy, eres una chica muy fuerte. En unos minutos las enfermeras te llevarán a tu habitación para que descanses". Con un pequeño movimiento de dedo, Angy les dio las gracias, sabiendo que ya habría tiempo para expresar su gratitud de la forma adecuada. Los médicos y enfermeras se retiraron de la sala, dejando a Angy en manos otras enfermeras que la llevaron a su habitación.

Mientras Angy era trasladada a su habitación, los recuerdos de los últimos meses invadieron su mente. Desde el accidente, había pasado la mayor parte del tiempo en el hospital, luchando contra sus lesiones y tratando de recuperarse. A pesar de las dificultades, había mantenido su espíritu fuerte y su determinación intacta.

Una vez allí, las enfermeras la acomodaron en su cama mientras de apoco lograba abrir sus ojos, observando su habitación, la misma en la que se había convertido en su hogar durante tanto tiempo. Pero a pesar de su estado débil, se sintió en paz al ver cada objeto en su lugar, como si nada hubiera pasado.

La habitación era sencilla pero acogedora, con paredes de color beige y algunos cuadros colgados en ellas, con fotos de su familia, amigos, mascotas y su gran amor, que eran su apoyo en momentos difíciles. Al lado de la cama había una mesita de noche con una vela aromática y un florero de tulipanes, las flores favoritas de Angy. Sonrió al recordar cómo su mejor amiga siempre la sorprendía con pequeños detalles que la hacían sentir especial. A pesar de todo lo que había pasado, Angy sabía que estaba rodeada de amor y cuidado.

Pasados unos 15 minutos de tranquilidad en su habitación, Angy escuchó la puerta abrirse y de inmediato reconoció las voces de las dos personas más importantes en su vida. Su corazón se llenó de alegría al escucharlas. La puerta se abrió y su madre, con un brillo de alivio en los ojos, entró corriendo y la abrazó con fuerza, mientras le besaba la frente.

— ¡Gracias a Dios que aún estás con nosotros, mi niña! —Dijo su madre con voz temblorosa.

Su amiga Yiyi se acercó a Angy y le dio un fuerte abrazo, con una gran sonrisa en su rostro. 

— No sabes el susto que nos diste, amiga. —Dijo con voz emocionada.

Angy, con una sonrisa en los labios, trató de tranquilizarlas.