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Tiene media hora de almuerzo antes de comenzar con su cuarta clase del día así que aprovecha y se dirige a la cafetería. Inspecciona el lugar en tanto espera, es muy espacioso y pulcro, lo que debía esperar del mejor instituto de un país del primer mundo. Mira hacia afuera, hay estudiantes en el campo pertenecientes al club de fútbol, los mira atentamente cuando reconoce una figura conocida a lo lejos, era aquel chico, Messi.

Está en muy buena forma que no puede evitar mirarlo, tiene unas piernas dignas de un atleta, tan fuertes y... ¿en qué estaba pensando? No podía mirar de aquella manera a uno de sus alumnos y sin querer se había perdido en él, al parecer su mirada había sido tan profunda porque el joven se giró a verlo. Giró su rostro rehuyendo su mirada y rebusco su efectivo en el bolsillo, parecía haber olvidado su dinero.

-Profesor, la fila es larga. -la asistente de cocina llama su atención, apresurándolo.

-En eso estoy, aguantéme... -Era inútil, por más que rebusco se había olvidado la cartera. -Mier...

-Señora Béatrice está reluciente el día de hoy, ¿puede anotar el almuerzo del profesor a la cuenta mía? Es nuevo por acá y quería invitarle a comer. —Memo se siente un tanto humillado pero no va a rechazar la invitación. El chico tiene una labia estupenda y la señora se chifla con el comportamiento del crío, resopla viéndola.

-Vamos por acá, éste lugar es discreto y lo usa mi viejo cuando viene de visita. -Messi lo guía a un pequeño jardín al fondo de la cafetería, con paredes transparentes de cristal, permitiendo ver la piscina y el campo, la vista era genial.

Lionel le ofrece una silla y espera a que se siente primero antes de sentarse a su lado. Rueda los ojos, ese crío tenía modales perfectos y no podía negarlo, le agradece casi forzado.

-¿Por qué tu padre vendría de visita a...?

-Se ve re chulo hoy profe, no había visto omega más hermoso que usted, lo juro. --Messi interrumpe antes de terminar su pregunta y acerca su rostro peligrosamente, siente como le toma la mano y deposita un beso en ella.

Lo mira con el ceño fruncido y se sacude la mano.

-No sé si deba creerle a un mocoso de dieciocho, seguro le dices lo mismo a todo el que se te cruza. ¿Cómo a Béatrice, eh? -Le da una gran probada a su ensalada cesar de pollo, evitando mirarlo.

Andrés suelta una risilla en respuesta.

-Aunque se ve lindo celoso no debería estarlo, sólo tengo ojos para usted.

-Sí, desde ayer. -pone ojos en blanco.

-Oh, lamento no poder acompañarlo durante su almuerzo pero tengo entrenamiento con mi club...

-Ni te molestes, por mi mejor.

Messi se levanta de su asiento y contrario a lo que piensa, no se dirige hacia la puerta sino que se irguió frente a él, con su rostro apuesto y una sonrisa coqueta encarándolo.

-¿No tienes una pelota que corretear, o hay algo que no sepas hacer? -Guillermo continúa comiendo pero mira retadoramente al menor, quien no desvía la mirada en ningún momento.

-Creo que merezco una recompensa después de invitarle el desayuno, no será usted un descortés.

-Ya decía que no se podía ser tan perfecto... ¿quieres algo? Dilo.

-Lo quiero a ust... -antes de que termine su oración Memo le mete una gran cucharada de ensalada a la boca, interrumpiéndolo.

La enorme sonrisa socarrona del jovencito le molesta, mientras mastica la comida le sostiene la mano con la que toma el tenedor.

-Mañana, usted y yo en mi habitación, a las siete con treinta, dormitorio 101, edificio posterior a la facultad de derecho. -Su tono es firme para hacerle saber que no acepta réplicas, incluso se da el lujo de soltar tenuemente su aroma a madera, hará ceder al mayor de cualquier modo.

Porque Lionel Messi siempre logra todo lo que se propone.

-Sí, mañana estaré ahí, sólo nosotros dos. -Se siente idiotizado al instante después de oler la madera con toques cítricos del jovencito, lo está mirando con ojos de cachorro.

Sus rostros están a escasos centímetros, Messi continúa acercándose y Guillermo lo frena poniendo ambas manos en sus mejillas, las acaricia tiernamente, después de todo es solo un crío experimentando un amorío adolescente, y uno muy guapo.

-¿Va a besarme, o tendré que hacerlo yo? -le dice juguetón, haciéndole ojitos a su profesor.

-Mensito, lo haré yo. -Memo se acerca rápido y a Messi apenas le alcanza a suspirar cuando siente un cálido toque de labios no en su boca, sino en su nariz. No era lo que esperaba pero le resulta inexorablemente dulce, sonríe de oreja a oreja enamorado.

-Quita esa cara, te ves apendejado, Dios. -Memo se cubre el rostro con ambas manos cubriendo su sonrojo, parecía un mocoso enamorado.

-Es imposible, sos tan precioso.

Anda que te espera tu equipo.-le da un leve zape al joven para que deje de mirarlo embobado y señala a su entrenador que está desde el campo buscándole con la mirada.

-Lo lamento Memito, tengo que dejarte.

-Y por favor deja de soltar tu aroma ácido, que me estoy comenzando a prender. -admite avergonzado.

-Mi aroma es roble, profesor.

-¿Entonces cómo?

-Me decepciona un poco que aún no lo haya descubierto, yo me enteré apenas lo ví. -aquella mueca tristona en el niño lo hace sentir un poco mal, pero no entiende la referencia.

Messi lo mira decaído y se encamina con rapidez a la salida, sólo escucha el ruido de la puerta ser azotada tras de él.

¿Podría ser que ese niño argentino superdotado e impertintente fuese? No, definitivamente no, antes muerto que ser el destinado de un mocoso diez años mas joven, se sentia como un completo asalta cunas. Sin embargo no podía negar la evidente conexión entre ambos, aquel joven lo atraía como un imán y no había nada que hacer contra la fuerza de la naturaleza.


Más que entregarse a ella.

MESSICHOA 3 (🔞)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora