Capítulo 2.

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Elizabeth reconocía en ese par de ojos que ahora tenían una tonalidad diferente que en su vida pasada, la maldad aún presente en ellos, y el gran odio y repudio que emanaban. Despertó en su cama y se levantó de esta caminando hacia el espejo, se quedó de pies frente a él y miró su estado demacrado. Su cabello castaño revuelto, mientras que bajo sus grandes y hermosos ojos verdes habían un par de bolsas grisáceas. Su rostro expresaba cansancio, pues ella la noche anterior no había ni siquiera podido pegar un ojo.

Cuando los Amstrong habían llegado a casa el día anterior, Elizabeth aún se encontraba inconsciente así que su hermano menor, Charlie se encargó de traerla hasta su habitación y colocarla en su cama. Rato después despertó sobresaltada ya que estaba reviviendo lo sucedido en el trascurso de aquella tarde y parte de la noche donde la quemaron viva.

Elizabeth revivió en su memoria la forma en que esos ojos oscuros la miraban, a la vez que recordaba como ese señor en palacio le miró del mismo modo, y con el mismo odio contenido. Ella se encontraba asustada de que le quitase la vida nuevamente, no quería que se le fuese arrebatada la segunda oportunidad que le habían otorgado para vivir. Antes de morir ella prometió volver y vengarse, tal súplica fue concedida y por ello estaba en vida en estos momentos.

Ella no dejaría que la condenaran una segunda vez, así que esta vez no cometería los mismos errores que cometió en un pasado. No demostraría el miedo que estaba sintiendo de ese hombre, el cual ella sabía que era el alcalde del antiguo poblado donde vivió los últimos días de su vida. Planearía todos y cada uno de sus movimientos apartir de ese momento, no podía darse el lujo de fallar, porque un fallo por su parte significaba la muerte para ella.

Bethany abrió la puerta de la habitación con cuidado, ya que pensaba que Elizabeth se encontraba dormida, por lo que se llevó una gran sorpresa al verla parada frente al espejo. Por su parte, los pensamientos de Elizabeth se vieron interrumpidos por la inesperada llegada de Bethany, así que se giró y le dedicó una sonrisa a la doncella que la miró con horror, sí. Se encontraba en un estado demacrado ya que no había logrado conciliar el sueño.

—Elizabeth. —llamó la doncella.

—¿Sucede algo, Bethany? —pregunta ella muy a pesar de saber la respuesta.

—Su estado... —deja la idea abierta ya que opta por guardarse sus pensamientos.

Elizabeth solamente niega con la cabeza antes de sonreír. No sabía que decir, no podía contar la verdad a nadie ya que la tomarían por lunática, nadie le creería que ella no era realmente Elizabeth. Se apresuró para sentarse en el borde de la cama, tal y como la doncella le pidió un par de minutos atrás. Era hora de hacer las curaciones a sus heridas y ver si ya habían cicatrizado o estaban en ese procesos, lo mejor era mantenerlas limpias si es que aún estaban abiertas.

Bethany se arrodilló frente a ella y tomó su pie derecho con delicadeza para dejarlo sobre su regazo, por su parte, Elizabeth miraba con atención cada uno de sus movimientos. Primeramente retiró el vendaje con cuidado de no lastimar a la joven noble, se quedó sorprendida al notar que las heridas de Elizabeth se encontraban en un buen estado y ya habían cicatrizado, por lo que ya la chica podría volver a sus actividades cotidianas.

Hizo el mismo procedimiento con el pie restante y al terminar se llevó todas las cosas que había utilizado dejando a la joven sola en la habitación. Ella se levantó de la cama y se asomó en el balcón descubriendo la bella vista hacia los jardines que tenía, abrió las puertas que conducían a este y dejó que la brisa fresca se colara en el interior de la habitación. El viento mecía tanto a su cabello como al camisón amarillo claro que llevaba como única prenda en ese momento, tendría que esperar a que su doncella volviese para cambiarse.

Renacer #1 ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora