𝑷𝒖𝒏𝒕𝒐 𝑫𝒆 𝑸𝒖𝒊𝒆𝒃𝒓𝒆 || 《ʀᴜɪᴋᴀsᴀ》

「 Prólogo 」

✧══════•★•══════✧

Un pelinaranja sentado en el suelo miraba en shock al pelivioleta que se encontraba de pie frente suyo, no podía asimilar lo que acababa de suceder, su pareja le había golpeado.

Fue una cachetada.

Un golpe "simple" que hizo mucho daño, no por la fuerza que el pelivioleta uso, sino por el hecho de que este le había pegado sin razón alguna, y aunque la tuviera tampoco justificaría su acción.

El pelinaranja tardo unos segundos para salir del shock para luego ver a su pareja aún enojado, sin llegar a notar como temblaba gracias a que sus ojos empezaron a llenarse de lágrimas y a nublar su vista.

Sin esperar a calmarse, se levantó, tomo las llaves de su carro que estaban en el mueble detras de el y salió lo más rápido que podía del departamento que compartía junto al pelivioleta dispuesto a irse de ahí.

✧══════•◆•══════✧

El pelivioleta salio del shock unos minutos despues de que su pareja se fuera del lugar para pasar a un estado de ansiedad, sus emociones lo habían obligado a hacer algo que jamás quiso hacer, quería correr e ir tras el pelinaranja para poder decirle lo mucho que lo sentía, pero su cuerpo tembloroso, casi paralizado, se lo impedia.

Noto como algunas lágrimas empezaban a caer de sus ojos hasta sus mejillas, trataba de calmarse, cosa que no lograba conseguir por más que quisiera.

El sabía que si hubiera hablado con él pelinaranja desde un inicio sobre lo que le preocupaba, la situación pudo haberse desarrollado de una mejor manera.

Si es que lo que le habían dicho resultaba ser falso.

Si lo que le habían dicho sobre el pelinaranja fuera cierto, talvez la situación hubiera acabado igual.

Solo su pareja le lograría quitar su duda.

Con eso en mente y logrando al fin calmarse un poco, tomo las llaves de su carro, saliendo y dirigiéndose al estacionamiento hasta su vehículo, con el propósito de hablar con el para solucionar o terminar todo antes de que la situación empeorase aún más.

Había apenas entrado y encendido el auto cuando su celular empezó a sonar.

Era un número desconocido, contestó esperando que no fuera algún banco o un bromista.

. . .

El pelivioleta hubiera preferido que fuera alguno de los anteriormente mencionados o al menos que lo que escuchaba fuera falso.