Después de la no tan agradable experiencia conociendo al heredero, regresé a la parte baja del castillo donde la guardia estaba concentrada en horas de descanso. Podía sentir la tensión entre mis compañeros, morían porque les hablara del nuevo rey, más ninguno se atrevió a preguntarme directamente.
Y lo agradecía.
Ingresé al pabellón que consistía en mis aposentos, y cambié rápidamente mi armadura de entrenamiento, en unos minutos empezaría el patrullaje nocturno, debíamos estar atentos ante cualquier intento de invasión, pues un reino sin un rey, era un blanco muy fácil para enemigos vecinos.
Me tomé mi tiempo para enganchar cada parte de metal de mi armadura, asegurándola y equipando cada parte de mi cinturón con armas. No parecía que la noche transcurriría con tranquilidad.
Mi puerta fue tocada, y tomé mi casco de crin de caballo negra para salir.
Abrí la puerta y al otro lado se encontraba el príncipe.
—¿Señor?—interrogué ligeramente sorprendida y toda la guardia a mi alrededor nos miraba confundidos.
Claro, aún no se les había presentado al nuevo rey formalmente.
—Partiremos hoy mismo al este del reino, preparara a tus mejores hombres. Nos vamos—dictó con aquella seriedad en su voz.
Entrecerré mis ojos intentando asimilar tan precipitada orden de aquel extraño príncipe.
—Como usted ordene, alteza—mi respuesta fue entre dientes. Me sentía desafiada.
Fue increíble el tintineo de armaduras contra el suelo al hacer pública la identidad del joven que tocaba mi puerta. Ahora toda la guardia se encontraba reverenciando de rodillas.
Sin más, el príncipe se marchó ondeando su capa de terciopelo rojo dejando un ambiente tenso.
—Santo Dios, ¿Ese es el nuevo rey?—los comentarios estallaron en el pabellón, todos con miradas confundidas y asustadas—Es demasiado joven, jamás lo habíamos visto, ¿Es realmente hijo legítimo de la casa Ackerman?—
Hasta yo me lo preguntaba, pero la fiereza en sus ojos grises eran los mismos que los de su padre.
—Silencio, señores—interrumpí el cotilleo—Ya escucharon la orden del príncipe, la guardia de esta noche parte conmigo al este. No quiero escuchar ni una palabra más cuando hay cosas importantes que hacer—con esa última advertencia, subí rápidamente la escalera sintiendo mis mejillas arder.
(...)
Ordené a todos los hombres a mi mando prepararse para salir. Conocía perfectamente la ruta hacia el este del reino, por lo que el mapa descansaba en mi bolsa de viaje.
—Comandante, ¿Podemos hablar un momento?—conocía perfectamente esa voz.
Levante la cabeza y allí se encontraba un muchacho escabullido de sus deberes en el castillo.
—Habla rápido, Eren. Sabes que no deberías estar aquí—Respondí.
Eren había llegado conmigo al reino, nos conocíamos desde hace muchos años, solo que cada uno había tomado la decisión de formar parte de distintos campos.
—Escuché que ya conoces al príncipe, y por lo que veo irán a atender la situación del este. ¿Dejarán el castillo desprotegido?—murmuró en voz baja—Sin ti aquí, el reino caerá en cuestión de horas. Es una decisión muy precipitada—criticó con desconfianza.
Suspiré con algo de fastidio.
—En parte tienes razón, pero órdenes son órdenes, deja que se glorifique el nuevo heredero mostrándose preocupado por la situación del este. A ver si con suerte no cae el reino completo mientras estamos fuera—mi respuesta no fue la mejor, pero sentía todo muy precipitado.
¿Por que había esperado tanto para venir a tomar su papel de rey?
¿Pretendía hacerse el héroe enviando tropas a resolver conflictos lejos de la ciudadela para darle la imagen al pueblo de que se preocupaba por todos?
—¿Qué quieres demostrar?—pensé para mis adentros y le di la espalda a eren.
—Regresa antes de que te vean—aconsejé subiéndome a mi caballo.
Lo escuché suspirar.
—Este siempre fue tu mayor defecto, seguir órdenes ciegamente sin cuestionarte nada—murmuró antes de darse la vuelta y empezar a marcharse.
Levante la mano en señal de que iniciara la avanzada a caballo, cruzamos el denso puente de piedra que separaba la residencia real de la ciudadela, y al cabo de unos segundos me extrañó ver un caballo negro junto a su jinete a mi lado rompiendo la formación.
Cuando gire por completo mi cabeza observé bajo las ranuras del casco, unos ojos gris plomo.
Este príncipe iba a colmarme la paciencia más rápido de lo que creía.
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Balada del zorro y el arquero-Levi Ackerman
FanfictionLos viejos cuentos de hadas ilustran historias mágicas y con finales felices. Pero...¿Que hay de los finales de las baladas? Las maldiciones que envuelven a estas historias, tampoco pueden ser quebradas con facilidad, se cree que existen dos formas...