Realmente no sabía si era un acto de nobleza pelear junto a sus soldados, o una tremenda estupidez exponerse ante tal peligro.
Sin poder gritarle lo imprudente que era, permití que siguiera galopando a mi lado ahora sintiéndome inquieta de que el maldito rey de Wolf Fell estaba a mi lado expuesto a que una flecha terminara incrustada en su pecho. La preocupación rasguñaba mi pecho, no entendía por qué había tomado la decisión de venir, si resultábamos Victoriosos dejaría una buena imagen al reino, pero si no, estábamos condenados. No habían más herederos cercanos al trono.
Apreté con fuerza las riendas de mi caballo enfurecida al no tener la situación bajo control. El príncipe respetó que era yo quien lideraba la cabalgata, y me siguió sin pronunciar palabra sobre la ruta que seguíamos.
Esto podía terminar muy mal.
Al cabo de unas horas, el humo en el cielo me alertó, era un indicativo de que un asedio estaba llevándose a cabo en una de las aldeas del valle. Hice que la compañía frenara e indique con gestos silencio y atención al entorno.
Necesitábamos una posición alta para estudiar bien el perímetro.
Desmonte mi caballo y lo dejé atado a un árbol, con cuidado me desplace unos metros hasta el borde una pequeña colina en la que nos encontrábamos y allí tomé una posición estratégica para que no me detectaran.
Mi armadura era de una tonalidad mate para evitar que esta hiciera reflejo con la luz del sol y delatara mi posición.Me quite el yelmo y tuve una mejor visión, el fuego arrasaba las casas que se encontraban más próximas a la colina donde nos encontrabamos, no tenia mucho de tiempo de haber comenzado el asedio. Aún no habían banderas de ninguna casa invasora reclamando el territorio, por lo que podíamos frenar el ataque.
Abandoné mi posición y observé de reojo al príncipe, quien tenía una armadura de la misma tonalidad que la mía y el casco bien puesto.
—No lleva mucho de haber empezado, aún no han conquistado la zona. Preparen sus armas, el terreno no nos permite entrar sin ser vistos, será un enfrentamiento directo—ordené y procedieron a desenvainar sus espadas.
El príncipe siguió tal cual la orden y me preocupe más.
—Armen un puesto de heridos, no sabemos a cuantos hombres nos enfrentamos—Ordené y ejecutaron las acciones.
Me acerqué hacia el caballo del príncipe y hablé por lo bajo.
—Alteza, admiro su valentía, pero sin saber nada del enemigo, no puedo permitir que ingrese al campo de batalla, si cae el rey, se acabó—Comenté lo más amable que pude.
No sabía si me estaba mirando, pues el casco tenía su rendija abajo y no me permitía ver su expresión.
—No me voy a quedar viendo cómo caen uno a uno—Respondió con voz amortiguada sin más—confío en sus habilidades, pero las órdenes son mías, soldado—
Si pudiera, la arrancaría el casco de una patada.
Ahora no era procurar de que no me mataran a mi, sino cuidarle el pellejo real a este imbécil.
—Maldición—murmuré por lo bajo enfurecida de su arbitrariedad. Ni siquiera era rey aún, y lo único que tenía de aquí, era el apellido.
Me calcé bien el casco, y ordené la avanzada.
Mi corazón empezó a latir con fuerza con cada metro que nos acercábamos al terreno invadido por llamas y gritos de sufrimiento. Con la espada en alto, pase al lado de algunos caballeros cortando en puntos vitales donde sabía que una herida los mataría en cuestión de minutos.
El ambiente se tornó caótico, escuchaba gritos de mis propios compañeros, y aún así avancé atacando todo lo que se movía, a mi lado estaba el príncipe, quien me sorprendió ver bastante diestro con la espada.
Por lo menos no era inútil en esto.
Mi armadura se abolló al recibir un flechazo cerca de la cadera, perdí un poco el equilibrio, pero el metal me protegió, con la mirada encontré a quien me disparó, pero ahora la flecha apuntaba al príncipe. Maldije sabiendo que este no se había percatado y de un rápido movimiento Intercepté la flecha, haciéndola incrustarse en mi costado.
Pero lo que me asustó no fue ver la flecha incrustada en mi costado, sino escuchar el quejido del príncipe y al voltear, observar que tenía la herida en el mismo sitio que yo.
(...)
—¿Por qué le llaman maldición espejo?—interrogó la pequeña niña intentando que su madre le contara nuevamente aquella historia que le ponía los pelos de punta.
—Se llama así, porque si maldicen a dos personas, y una se lastima, la otra recibirá la misma herida. Si el arquero daña al zorro, él también sangrará—
—No entiendo por qué es así—
—Es una manera de asegurarse de que cace al zorro. Sabrán que la maldición se acabó, cuando vean al arquero muerto—
(...)
Mi concentración se vio afectada por lo que mis ojos veían y mi cuerpo sentía.
De repente, el casco me asfixio, el olor a metal me desagradó, y el frío de mi sangre me hizo temblar. Como pude me moví rápidamente para evitar otra flecha, y tomé mi espada sintiendo los nervios apoderarse de mi. El príncipe se zafó de su contrincante y tocó su costado viendo la sangre, más ignoró este detalle y siguió en pie. Yo tenía que hacer lo mismo.
Avance rápidamente hacia quien me disparó, y de un solo arrebato incrusté la hoja en su pecho, pero lo hice repetidas veces.
Nunca estuvo bien visto entre los caballeros rematar a un oponente que ya estaba herido de gravedad, pero mi angustia y miedo me hicieron actuar sin pensarlo. Su sangre salpicó el metal de mi armadura y sus gritos se apagaron poco a poco.
Otra muerte que me haría pagar un día más en el infierno.
Regresé mi vista al campo, y noté que la mayoría había presenciado el acto que cometí, más no baje la cabeza y con voz fuerte hablé.
—Reúnan a todos los sobrevivientes y diríjanlos a la aldea más cercana. Informen bajas antes de que oscurezca—Ordené con rapidez y me alivió que acataran mis palabras.
Busque rápidamente al príncipe, y este sostenía su costado, más seguía erguido y no se quejaba. Esperaba por todos los dioses, que no se hubiera dado cuenta de lo que había pasado hace unos momentos.
Que la maldición nos condenaba a ambos.
—Comandante, usted...—uno de mis soldados se acercó señalándome, más rápidamente contesté cuando el heredero me observó.
—Estoy bien, la sangre no es mía—mentí parcialmente, no podía permitir que la situación empeorara.
—¿Está segura?, me pareció ver que un arquero le disparó—nombró aquella palabra y sentí el frío lamer mi nuca.
—No me lastimó, más a su alteza le sangra el costado, llévenlo al puesto de atención—hice un gesto hacia el príncipe, quien hasta el momento no se había quitado el casco para que no repararan en su presencia.
—¿Siempre estuvo con nosotros?—murmuró sorprendido el soldado y rápidamente se dirigió hacia el.
Hubiese preferido que aquel príncipe, jamás hubiese llegado a Wolf Fell. Pues ahora ambos estábamos malditos, y el parecía no haberse dado cuenta aún.
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Balada del zorro y el arquero-Levi Ackerman
FanficLos viejos cuentos de hadas ilustran historias mágicas y con finales felices. Pero...¿Que hay de los finales de las baladas? Las maldiciones que envuelven a estas historias, tampoco pueden ser quebradas con facilidad, se cree que existen dos formas...