1. Ofrecimiento nocturno

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«Cariño, te haré mi próxima víctima»

—I Want To, Rosenfeld.

¡Feliz no-cumpleaños SheymiArashi! Espero que te guste este regalo <3 Te amo, amix.

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—¡Maldita sea!

Jiang Cheng rugió furioso, golpeando con las palmas abiertas el suelo de madera barnizada. La aplastante sensación de frustración se entretejió con la exhaustiva impotencia que albergaba desde el inicio de su entrenamiento. Luego de lamentarse durante unos minutos, se limpió las gotas de sudor de la cara con una toalla y echó un vistazo a su reflejo; la vista que le devolvía la mirada era patética. Derrotada. Miserable. Suya.

Suspirando de resignación se puso de pie, pausando con el control remoto la música a todo volumen que zumbaba a través de los altavoces del salón de prácticas. Estiró sus músculos adoloridos, abriendo una botella de agua e ingiriendo el contenido de un solo trago, recuperando la compostura con cada gota.

Después de todo, perder la cabeza no serviría de nada.

Aunque su propósito fuese un maldito reto.

Una de las más grandes pasiones de Jiang Cheng era el baile. Amaba bailar. La música electrizante lo llenaba de emoción y una increíble felicidad. De niño soñaba con ser un famoso competidor de las grandes ligas, y afortunadamente pudo lograr su objetivo gracias a su esfuerzo y dedicación. Había participado en un montón de campeonatos locales y nacionales, pero ahora, a sus veintiséis años, era hora de prepararse para su primer torneo internacional.

Solo que no era nada fácil.

Las elevadas exigencias del programa de concursantes eran agotadoras hasta para el más experto de los bailarines. Jiang WanYin no era la excepción. Incluso con la experiencia de su trayectoria en danza callejera, krumping y popping, todavía consideraba su nivel en desventaja con las habilidades de los demás competidores.

Por si fuera poco, la academia de baile que fundó con sus hermanos y mejor amigo hace un par de años tenía su popular evento de fin de curso a la vuelta de la esquina, sus aprendices buscando la aprobación de sus maestros a cada segundo del día. Nadie quería arruinar una festividad tan importante para la institución y ellos mismos, pues de eso dependía su futuro como estrellas de la danza urbana o tradicional. Si un cazatalentos lograba sorprenderse de sus destrezas, era un contrato asegurado. A Jiang Cheng no le molestaba tener a los polluelos detrás de él toda la semana, ya que enseñar a su grupo era una de sus cosas preferidas. Sin embargo, no podía evitar malhumorarse cuando su número de apertura para el torneo internacional no salía como debería.

Como en ese momento.

Miró el reloj digital en lo alto del mural de espejos. Las 10:49 p.m.

Ya era tarde... pero merecía un premio por su arduo esfuerzo.

Total, ¿quién iba a llevarle la contraria?

Tiró de la cinta de su mochila deportiva y sacó una caja de donas glaseadas y un termo de café. Haciendo caso omiso de su estricta dieta, mordió uno de los esponjosos panes, saboreando el dulzor del azúcar derretido y el chocolate en su paladar. A la mierda las calorías y todas esas mierdas que ponían histérico a su mejor amigo.

Poco a poco el malhumor del fracaso disminuyó en Jiang Cheng. Arrojó al bote de basura la caja vacía de los apetitosos manjares y comenzó a guardar sus pertenencias con renovado entusiasmo. Mañana escucharía el sermón del insoportable de su mejor amigo, Lan Zhan, mientras tanto, esta noche disfrutaría de la vida loca.

TASTE | ChengXiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora