Aburrimiento

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Lo que a veces hace el aburrimiento debería ser digno de estudio. Hannibal desliza automáticamente entre decenas de rostros de desconocidos.
Jóvenes. No tan jóvenes. Rubios, morenos, castaños. Hombres de ojos risueños y otros que sonríen, provocativos, con la mirada.
Desliza.
Tatuados, con cicatrices. Deportistas, amantes del aire libre, socios del gimnasio.
Desliza.
Solteros. Casados. En búsqueda de un trío.
Sigue deslizando.
¿Qué busca? ¿Busca algo?
Ha sido un día complicado en la consulta. Difícil. Cansado.
Varios ya le han hablado, a todos los ha bloqueado.
Es ver un "ola k tal" y a Hannibal le da un ictus. Un poco de ortografía, lo mínimo, tampoco es que se considere exigente.
Varias fotopøllas sin cruzar palabra.
"Sé dónde vives. Cierra con llave o un día iré a cortarte ese pēne tan triste que tienes"
No les tiene ni que bloquear, esa frase hace maravillas.
Desliza entre hombres con perro, con gatos, con serpientes. ¿Cómo sería darles de comer a la serpiente a su propio dueño? Sonríe, quizá un día de el visto bueno a uno de esos, solo por probar.

"Hola, eres guapo"

Hannibal mira la pantalla, no responde. El perfil no está mal, tampoco le atrae. Desliza.
Hombres con complejo de Edipo. Carne potencial de psicólogo o psiquiatra, estas aplicaciones son un hervidero de deficientes mentales. Gente fácil, carne fresca para sus recetas.
¿Por eso se había descargado la aplicación? No, definitivamente no es por eso.

"Quiero føllarte"

Suspira. ¿Y esta gente vive entre nosotros?

"Sigue soñando", le responde omitiendo lo que realmente quiere decir.

Desliza. Varios hombres más. Si la soledad no escogida es algo triste, la desesperación lo es todavía más.

Este desconoce las reglas de acentuación, fuera. Este, las reglas de la limpieza, su habitación se ve hecha un asco. Este huele mal seguro. Este no se ha aseado los bajos desde que su madre lo hizo por él. Por favor, este tiene el pēne torcido al cien por cien. La humanidad se está yendo al carajo, ¿de dónde sale toda esta gente?

Desliza. Desliza.
Un momento. ¿Se puede echar atrás? Ve que tiene una sola oportunidad de hacerlo. Después, no podrá o, si lo desea, deberá pagar. Suspira. Si su vista no le engaña...

Retrocede.
Ahí está. Sonriendo mientras guiña un ojo a la Cámara.
Will Graham. 32 años. A cinco millas. Nocturno.
Le da a Me Gusta. Para de deslizar.

Hannibal sonríe. No es necesario que se lo diga, bien sabe él lo nocturno que es Will.
¿Debería hablarle?
Activo hace 15 minutos.

Ojos azules como el cielo. Barba de pocos días. Mente brillante, un corazón más grande que ninguno. Un buen hombre, Will. Amante de los perros, rescatista. De cocina no sabe nada, de orden.... Hannibal lo duda. Delgado, buen culo, Hannibal lo mira cada vez que tiene ocasión.

Se conocen. Hannibal sabe en qué trabaja Will aunque no lo haya indicado. Cada semana él se lo cuenta en sus sesiones. Porque Will Graham es uno de sus pacientes. Y Hannibal se siente atraído por él desde que Jack les presentó.

Se siente feliz. Will en una aplicación de hombres, buscando a otros hombres. No, ya no se siente tan bien. Mira la fecha de la creación de la cuenta de Will.

Hoy.

¿Cuántos depravados le habrán escrito? ¿Cuántas pøllas le habrán enviado?

Se enfurece. Will no debe estar ahí. Está decidido.

"Hola, Will"

Gira el teléfono, no quiere ver la respuesta. Cinco segundos después, lo coge, deseando saber.

"¿Dr. Lecter? "

"Hannibal, por favor"

"¿Qué haces aquí?, le pregunta Will.

" Podría preguntarte lo mismo"

Hannibal se sienta en el sillón de su casa, frente a la chimenea. Qué hombre más atractivo. ¿Cómo será su...? De él no lamentaría ese tipo de fotos.

" Beverly me animó para que conociese a alguien"

"¿Alguien? ¿Sólo... sexo?"

Hannibal espera. Se sirve una copa.

"Bien sabes que no soy así, Hannibal. Esto se me hace grande"

"¿Te parece que salgamos de aquí, Will? Tampoco es para mí. Demasiado... descontrol"

"Esto es Sodoma y Gomorra, sí", ríe Will.

"Quédate conmigo. Quiero decir.... "

"Sé lo que quieres decir. Ahora te llamo"

El corazón de Hannibal late un poco más rápido de lo normal. Ni asesinar le aumenta el ritmo cardíaco. Bendito Will. Desinstala la aplicación y espera, apurando la copa.

- ¿Hannibal? - la voz de Will, al otro lado, es vida.

- Hola otra vez, Will. Me hace muy feliz que hayas salido de ahí. Te recomiendo que no vuelvas.

- ¿Como mi psiquiatra... o mi amigo?

- Ninguna.

- ¿Entonces?

Silencio. Hannibal espera que continúe, Will es inteligente.

- ¿Quiere seducirme, doctor?

- Cortejarte. Adorarte como la criatura preciosa que eres. ¿Me lo permites?

Oye la respiración de Will al otro lado. Cómo le gusta hacerse de rogar.

- Cortéjame, Hannibal. Muéstrame qué hay más allá de esa barrera, tengo curiosidad.

Ah, tan perfecto. Tan empático. Sólo él podría saber que tiene un disfraz de persona. Y querer ver qué hay debajo.

- Esta es mi dirección - se la indica -, la de mi casa. No sé qué llevas puesto, y mi imaginación vuela. No te cambies, ven así.

- ¿Qué ocurrirá cuando llegue? - pregunta Will.

- La vida, Will. La vida entre los dos.

Y cuelga. Deja la copa en la cocina y toma otras dos limpias, volviendo al salón, esperando.

La suerte le sonríe. Se muerde el labio inferior. Will no tardará demasiado. ¿Tiene todo lo necesario? Lo tiene, asiente.
¿Cómo será tener atrapada en su mirada, los ojos empáticos de Will Graham? ¿Le verá?

Tocan a la puerta.
No tardará en averiguarlo.

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